Visita improcedente
?C¨®mo se compagina el discurso de Rodr¨ªguez Zapatero en Estambul, proclamando el compromiso ¨¦tico de la pol¨ªtica exterior, y la visita de Teodoro Obiang a Madrid, apenas veinticuatro horas despu¨¦s? La diplomacia espa?ola parece consciente de la insalvable contradicci¨®n en la que est¨¢ incurriendo en relaci¨®n con la antigua colonia, a juzgar por la agenda preparada para el jefe de Estado ecuatoguineano, en la que se han previsto contactos con los presidentes del Gobierno y del Congreso, adem¨¢s de una cena privada con el Rey. Demasiadas deferencias para agasajar al responsable de una de las mayores cleptocracias de ?frica
Cuando Moratinos y L¨®pez Aguilar invitaron en Malabo a Obiang a visitar Espa?a, hace apenas tres semanas, dejaron claro que el Gobierno optaba por el pragmatismo en las relaciones con Guinea Ecuatorial, convertido en uno de los mayores productores de crudo. Pero incluso bajo el m¨¢s descarnado pragmatismo, la iniciativa espa?ola, mal concebida y ejecutada, corre el riesgo de cosechar resultados contrarios a los que se propone. Obiang no ha dejado pasar la oportunidad de cobrarse, cuanto antes, los beneficios de este giro, que se cifran sobre todo en romper el aislamiento al que estuvo sometido durante a?os. Es cierto que en los ¨²ltimos tiempos tambi¨¦n lo ha logrado con algunos gobiernos y organismos, pero Obiang sabe que, de acuerdo con una pr¨¢ctica no escrita, Espa?a acostumbraba a marcar la pauta internacional para tratar el r¨¦gimen ecuatoguineano. Ser recibido en Madrid le abre m¨¢s puertas que una visita a cualquier otra capital.
En contrapartida, el Gobierno socialista parece esperar del r¨¦gimen ecuatoguineano alguna consideraci¨®n para las empresas espa?olas. Es decir, ha intercambiado hechos por promesas. Un negocio siempre arriesgado, pero mucho m¨¢s cuando la otra parte es Obiang. La situaci¨®n resultar¨ªa embarazosa si, adem¨¢s de renunciar a los principios, no lograse asegurar sus intereses.
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