El clima de hoy y del futuro
El autor de este libro, Manuel Toharia, es un tipo interesante, con una notable biograf¨ªa a sus espaldas. Tras estudiar Ciencias F¨ªsicas trabaj¨® (1969-1975) en el Servicio Meteorol¨®gico Nacional, iniciando a continuaci¨®n una carrera centrada, de muy diversas maneras, en la difusi¨®n de la ciencia. Escribi¨® sobre ciencia para varios peri¨®dicos y fue "hombre del tiempo" en Televisi¨®n Espa?ola. Luego particip¨® en la creaci¨®n de dos revistas de divulgaci¨®n cient¨ªfica, una de la cuales dirigi¨® hasta 1988, iniciando entonces una nueva etapa, como director, primero del Museo de Ciencias de La Caixa, en Alcobendas, y a partir de 1999 del Museo de las Ciencias Pr¨ªncipe Felipe de Valencia. El libro que ahora publica, El clima (subtitulado, El calentamiento global y el futuro del planeta) se ajusta como anillo al dedo a sus habilidades e intereses; incluso a algunas de sus caracter¨ªsticas personales (es un hombre apasionado y comprometido con el mundo en que vive y que no se priva de expresar sus opiniones ni de entrar en pol¨¦micas).
EL CLIMA
Manuel Toharia
Debate. Barcelona, 2006
333 p¨¢ginas. 19,50 euros
Escrito en un tono eminentemente did¨¢ctico, este libro de Toharia comienza dedicando algo menos de su primer tercio al clima que debi¨® existir en el pasado, remoto y reciente, de la Tierra. Es una buena t¨¢ctica para introducir y explicar algunos de los principales mecanismos que pueden dar origen a calentamientos y glaciaciones, sucesos por lo que nuestro planeta ha pasado a lo largo de su historia. El cambio clim¨¢tico que parece est¨¢ experimentando ahora la Tierra no es nuevo, lo nuevo es que nosotros estamos presentes para constatar su llegada, sufrir sus efectos y darnos cuenta de que hemos sido parte esencial en su aparici¨®n.
A trav¨¦s de los dos cap¨ªtulos que tratan del pasado, los lectores se dar¨¢n cuenta de los muy variados y complejos mecanismos que intervienen en los fen¨®menos meteorol¨®gicos, una situaci¨®n que hace que nos planteemos todo tipo de posibilidades y preguntas, muchas sin contestar todav¨ªa. Toharia insiste machaconamente en este punto, en que las incertidumbres son muchas. "Es dif¨ªcil de cuantificar", escribe, por ejemplo, "el movimiento de las corrientes profundas o la emisi¨®n directa o indirecta del calor desde la superficie del mar. Ni siquiera sabemos cu¨¢n es la capacidad de los mares para absorber di¨®xido de carbono, y conocemos mal las reacciones qu¨ªmicas que se producen con gases invernadero tan importantes como el metano y el ozono. Ni tampoco entendemos bien cu¨¢l es el orden de magnitud de la energ¨ªa que intercambian, a largo plazo, las aguas del planeta en superficie con las aguas profundas, y tambi¨¦n con el aire y con las tierras".
Y no es s¨®lo lo que ignoramos.
Sabemos que los procesos meteorol¨®gicos son algo as¨ª como un "arma de doble filo". Las nubes, por ejemplo, pueden actuar como elementos que frenan el efecto invernadero, actuando durante el d¨ªa como pantallas que impiden la llegada de la radiaci¨®n del Sol a la Tierra, pero, por otro lado, acumulan calor en las noches, enfriando menos por estar el cielo cubierto.
Dec¨ªa antes que Toharia no ha rehuido entrar en pol¨¦micas defendiendo sus ideas. Y una de ellas es que la verdad cient¨ªfica no debe admitir compromisos, aunque sus resultados no se ajusten a lo que nos gusta o interesa, incluso cuando se trata de defender causas nobles. Fiel a tal esp¨ªritu, y aun estando muy preocupado por el futuro clim¨¢tico de la Tierra, no se ha recatado en criticar aquello que en su opini¨®n se utiliza err¨®neamente para defender la existencia de un calentamiento global producido por la actividad humana. Los casos, por ejemplo, de ciclones como el Katrina, que, escribe, "no pas¨® de ser un cicl¨®n tropical muy activo de los que todos los a?os se dan varios en la misma zona". O la posibilidad de la subida del nivel de los mares y oc¨¦anos, de la que comenta: "En todo caso, el riesgo de que los hielos ant¨¢rticos se conviertan en agua y hagan subir el nivel del mar es muy remoto, ni siquiera si aumentan mucho los gases de efecto invernadero...
De hecho, casi todos los cient¨ªficos asumen que si sube el nivel del mar ser¨¢ por dilataci¨®n del agua, debido al calentamiento, y no tanto por la fusi¨®n de los hielos continentales".
Incertidumbres y posibilidades diversas cuando no contradictorias han sido, y contin¨²an siendo, utilizadas por muchos para argumentar que no hay que preocuparse tanto, que el futuro no es tan sombr¨ªo como algunos quieren hacernos creer. Toharia no forma parte de este clan: "De todos modos", declara, "y por mucho que nos falte por saber, ha de quedar claro... que aunque no sepamos muchas cosas y temamos muchas otras, parece imprescindible adoptar medidas que incidan en la reducci¨®n de las emisiones de gases de efecto invernadero".
Hay mucho, sin duda, de lo que
preocuparse, y la lista que aparece en este libro es m¨¢s que abundante; por ejemplo: contaminaci¨®n por emisi¨®n de di¨®xido de carbono, superpoblaci¨®n y derroche energ¨¦tico. Tambi¨¦n la pobreza. Como dijo Indira Gandhi: "La peor contaminaci¨®n es el hambre". Y es que el problema del clima se entiende desde la ciencia, pero se soluciona -si es que es posible- desde la pol¨ªtica y la acci¨®n social. Precisamente por ello, Toharia dedica el ¨²ltimo cap¨ªtulo a comentar posibles soluciones individuales y colectivas.
El clima es un magn¨ªfico libro. En ocasiones, cierto es, algo reiterativo. Tal vez por la propia pretensi¨®n de Toharia de llegar al entendimiento y al coraz¨®n de los lectores, siguiendo su estilo de siempre, basado en la argumentaci¨®n did¨¢ctica, y en el ¨¦nfasis que pone en sus palabras. Otras t¨¢cticas son, sin duda, posibles, pero cada cual es como es, y de lo que no hay duda es de que con esta clara y noble obra, su autor ha prestado un buen servicio a la colectividad. A los que ahora la formamos y a los que la formar¨¢n en el futuro. Porque el clima es m¨¢s un problema del ma?ana que de hoy. Es simb¨®lico en este sentido que Toharia dedique su libro "a sus nietos... y a sus hijos y nietos, mis descendientes". Tal vez nuestros descendientes escupan sobre nuestra memoria, v¨ªctimas de un clima hostil que nosotros ayudamos a producir, pero estoy seguro de que los nietos de los nietos de Toharia no har¨¢n lo mismo al leer lo que su antepasado Manuel tan noblemente escribi¨® en 2006.
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