Dos jueces, un caso
La titular del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 35 de Madrid, Gemma Gallego, ha decidido justo lo contrario que su colega de la Audiencia Nacional, Baltasar Garz¨®n, en el caso sobre la supuesta falsificaci¨®n del informe sobre el ¨¢cido b¨®rico con el que se pretendi¨® relacionar a ETA con el 11-M: ha exculpado de falsedad documental a los peritos que elaboraron el informe e imputado a sus superiores y responsables de la Comisar¨ªa General de Polic¨ªa Cient¨ªfica.
Tras la constataci¨®n judicial, que no ha sido impugnada por nadie, del car¨¢cter inocuo del ¨¢cido b¨®rico y la corroboraci¨®n de que no es una sustancia explosiva, la pregunta inevitable no es por qu¨¦ los responsables de la Polic¨ªa Cient¨ªfica ordenaron suprimir del informe una supuesta relaci¨®n de ETA con el 11-M basada en esta sustancia, sino por qu¨¦ los peritos insistieron en mantener esa relaci¨®n con una base cient¨ªfica tan falta de rigor. Esa pregunta planear¨¢ sobre el proceso y con mayor motivo tras haber esbozado Garz¨®n y Gallego respuestas diametralmente opuestas a la misma en sus respectivos autos.
La falsedad documental es un delito t¨¦cnicamente muy complejo, pero parece evidente que los superiores de los peritos estaban facultados para actuar como lo hicieron, como se?al¨® Garz¨®n, de acuerdo con las normas de jerarqu¨ªa y de calidad que rigen un centro administrativo. Mantener lo contrario, como se deduce del auto de la juez Gallego, de modo que se otorgue car¨¢cter oficial a un informe en curso de elaboraci¨®n y antes de que los responsables del centro le den su visto bueno y la orden de salida, no dejar¨ªa de plantear serios problemas de funcionamiento interno en los organismos administrativos del Estado.
No hay que minimizar que dos jueces que investigan en primera instancia un mismo hecho, si bien centrados en aspectos distintos del mismo -Garz¨®n, la naturaleza del ¨¢cido b¨®rico y Gallego, la confecci¨®n del informe que analiza esa sustancia- difieran tan diametralmente en sus conclusiones. Cuando menos, esa disparidad produce perplejidad y proyecta una imagen personalista que, al tiempo que mina la credibilidad del sistema, acrecienta el recelo ciudadano ante los jueces. Ser¨ªa, en todo caso, grav¨ªsimo que todo se debiera a los alineamientos ideol¨®gicos sobre la autor¨ªa del 11-M que parecen haber prendido en la judicatura.
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