M¨¢s de 2.000 personas homenajean a los maestros v¨ªctimas de la Guerra Civil
Severiano N¨²?ez, Ceferino Farfante, Balbina Gayo, Bernardo P¨¦rez y sus dos hijos, Gerardo Mu?oz, Jos¨¦ Rodr¨ªguez Aniceto, Carmen Lafuente. Todos maestros. Todos muertos. Asesinados. Apenas comenzada la guerra civil, los sublevados se cebaron con los maestros, el motor que pondr¨ªa en marcha los cambios que la Rep¨²blica hab¨ªa previsto para Espa?a, un pa¨ªs tremendamente atrasado.
Famosos y an¨®nimos, pol¨ªticos, intelectuales, rindieron su tributo a los cerca de 2.000 maestros que pagaron con su vida por haber ido cada ma?ana a la escuela; por haber dado a sus alumnos un magisterio que s¨®lo ahora, muchas d¨¦cadas m¨¢s tarde, puede encontrar algunos ejemplos de la calidad que entonces tuvo todo un colectivo. Antonio S¨¢nchez-Mar¨ªn, un maestro hoy jubilado, se ha encargado de rescatar la memoria de muchos de ellos y la periodista Mar¨ªa Antonia Iglesias ha dado forma de libro a aquellas vidas "con m¨¢s penas que glorias": Maestros de la Rep¨²blica; los otros santos, los otros m¨¢rtires (La Esfera de los Libros) recoge m¨¢s de una decena de historias que acabaron mal.
A pesar de tratarse de la presentaci¨®n de este libro, el acto tom¨® tintes institucionales. Presidi¨® la mesa la vicepresidenta Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega y entre el p¨²blico hab¨ªa dos ministras (Educaci¨®n y Cultura) y el presidente del Congreso, Manuel Mar¨ªn.
Un largo aplauso en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid recibi¨® al pu?ado de banderas republicanas que ondeaban sobre las cabezas de unas 2.000 personas que asistieron al homenaje. Otros muchos no pudieron entrar. Las primeras butacas del Palacio estaban reservadas para los hijos que un d¨ªa quedaron hu¨¦rfanos, para las viudas, las hermanas y sobrinos que vieron salir a sus familiares un d¨ªa de casa y esperaron en vano su regreso.
El ex ministro Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall, que ha prologado el libro, record¨® que "en 70 a?os en Espa?a s¨®lo ha habido una memoria, la que ha estado impresa en las paredes de las iglesias, con la que se han nombrado calles y levantado estatuas". Maravall dijo que "para esos maestros ahora s¨®lo tenemos una infinita deuda y gratitud".
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