Un asunto admirable
Estoy mirando la foto de una casa de seis plantas, de considerable solidez aparente, con terrazas, balcones y ventanas, y alguna planta de garaje, supongo, adem¨¢s de bajos comerciales. Parece una buena casa, en la calle del Trapiche, de aceras arboladas, en Marbella. Un trapiche, lo leo en el diccionario, es un molino para extraer el jugo de frutos de la tierra como la aceituna o la ca?a de az¨²car. En los nombres de las calles est¨¢ la historia de los pueblos: esta calle del Trapiche la imagino terreno ganado hoy a la antigua vida agr¨ªcola, de cuando las ca?as de az¨²car convert¨ªan la costa en una nueva Cuba, colonia peninsular despu¨¦s de la p¨¦rdida de las colonias de ultramar. Ahora trabajamos campos de bloques de pisos, y Espa?a es el pa¨ªs europeo que m¨¢s viviendas produce por habitante.
Pero a la consistente casa del Trapiche la quieren demoler, como a otras trescientas y pico viviendas marbell¨ªes. Todas esperan una decisi¨®n judicial. Est¨¢n fuera de la ley, seg¨²n los tribunales, construidas con licencias concedidas en contra de las propias normas de un Ayuntamiento delincuente, que las dej¨® levantarse en lugares reservados para jardines y otros servicios colectivos. Lo que no entiendo es que ninguna autoridad, por encima del Ayuntamiento, se interpusiera en la edificaci¨®n de la casa del Trapiche. Es normal que nadie vea c¨®mo crece una casa en lo alto del monte, camuflada por la vegetaci¨®n o la soledad ¨¢rida de un p¨¢ramo al que nadie se acerca. Pero m¨¢s trabajoso me parece que ninguna autoridad competente reparara en c¨®mo se iban superponiendo pilares, seis plantas, bajos, paredes, terrazas, balcones, ventanas, toldos, una estructura fuerte que ha debido exigir cimientos hondos.
Todo esto es un disparate. ?Nadie vio la preparaci¨®n del terreno y el levantamiento de esa casa y de otras como ella, incluidas urbanizaciones enteras de hasta 238 viviendas a pleno sol y frente al mar? ?Surgieron en una noche? Me figuro que habr¨ªa que cortar calles para el paso de gr¨²as y excavadoras y camiones con materiales, y ser¨ªa notable el trasiego de personal, polvaredas y ruidos diversos, con intervenci¨®n de alba?iles, encofradores, ferrallistas, carpinteros met¨¢licos, cristaleros, proveedores, pintores y agentes inmobiliarios. Durante los meses que tard¨® en acabarse la casa, ?nadie con autoridad sinti¨® el impulso de cortar aquello antes de que, mucho despu¨¦s, con las viviendas habitadas, hubiera que pedir su demolici¨®n?
No s¨¦ si es que no existen medios legales para intentar parar desde el primer d¨ªa la construcci¨®n de una casa flagrantemente ilegal. ?Se ha ido volviendo la casa de la calle del Trapiche ilegal poco a poco, d¨ªa a d¨ªa, como algunos se vuelven malos? Puesto que construir un bloque de pisos es cosa de muchos d¨ªas y durante todos esos d¨ªas, desde que entr¨® la primera m¨¢quina en la obra fuera de la ley, las autoridades competentes hicieron poco por poner freno, o no contaron con base legal para mandar parar, dudo que ahora, fuera de tiempo, tengan legitimidad para demoler.
Responsables pol¨ªticos y judiciales recuperan ahora la vista y la voluntad y la clarividencia jur¨ªdica, despu¨¦s de vivir a?os ciegos o impotentes ante la exuberante construcci¨®n. ?Es un efecto de propaganda ante las pr¨®ximas elecciones municipales? ?Se trata de un nuevo paso en el desarrollo de la construcci¨®n, despu¨¦s de la privatizaci¨®n masiva de suelo municipal y la eliminaci¨®n de espacios p¨²blicos en todas partes? Quiz¨¢ estemos pasando de la vigente construcci¨®n destructiva a la destrucci¨®n pura, a la demolici¨®n industrial de casas. Las mismas empresas constructoras de las 30.000 viviendas ilegales que, seg¨²n se dice, hay en Marbella, podr¨ªan encargarse de su demolici¨®n. Derribar, arrasar, rellenar los agujeros s¨®rdidos de los garajes, desescombrar y volver a construir en los solares vac¨ªos, significar¨ªa una operaci¨®n semejante a la reconstrucci¨®n de una ciudad bombardeada, y estas cosas siempre han sido espl¨¦ndidos negocios a la larga.
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