L¨¢grimas por un ni?o neandertal
Los f¨®siles hallados en una cueva de Valencia sugieren pistas sobre la extinci¨®n de aquella especie
E n la Cova Negra de X¨¤tiva, en la orilla izquierda del r¨ªo Albaida, en Valencia, se guarecieron los neandertales durante muchos miles de a?os, los que van desde hace unos 110.000 hasta hace 30.000, m¨¢s o menos. Antes de la primera fecha el r¨ªo entraba en la cueva, y luego, despu¨¦s de visitar la Cova Negra a lo largo de 80.000 a?os, los neandertales desaparecieron para siempre.
Hay que decir que en este yacimiento no se han podido datar directamente, por t¨¦cnicas radiom¨¦tricas, los ¨²ltimos niveles con presencia de neandertales, pero las edades se deducen por otros m¨¦todos. Hace poco se han publicado dataciones de ocupaciones de neandertales en una cueva de Gibraltar que tienen menos de 30.000 a?os. Son fechas muy tard¨ªas en comparaci¨®n con lo que se ve en el norte de Espa?a y centro de Europa, donde los neandertales desaparecieron algunos miles de a?os antes.
En este yacimiento podemos tener una de las claves de la extinci¨®n del neandertal
Los restos humanos de la Cova Negra son numerosos y pertenecen a varios individuos
No muy lejos de la Cova Negra, en el yacimiento de Malladetes (un abrigo en alto, dominando un extenso territorio), se encontr¨® un hueso occipital de un individuo infantil de nuestra misma especie, datado por radiocarbono en 25.000 a?os. No hab¨ªa pasado mucho tiempo desde que se extinguieron los ¨²ltimos neandertales cuando muri¨® este ni?o y fue, quiz¨¢s, enterrado por sus padres.
En la Cova Negra se ha excavado en tres etapas: una por G. Vi?es (1928-1933), otra por Francisco Jord¨¢ (1950-1957) y la ¨²ltima por Valent¨ªn Villaverde (1981-1991). En todas estas intervenciones han aparecido restos f¨®siles de neandertales, si no muy espectaculares (no hay cr¨¢neos completos), s¨ª muy interesantes para nuestro conocimiento de la vida y muerte de los neandertales, de su mentalidad y de las causas de su extinci¨®n. Muchos de los f¨®siles humanos permanec¨ªan in¨¦ditos, de modo que con el profesor Villaverde hemos trabajado durante a?os en su estudio y publicaci¨®n (como hicimos tambi¨¦n con el f¨®sil de Malladetes).
Cuando uno visita el yacimiento, tan bonito, aunque ahora est¨¦ tristemente abandonado y descuidado, se imagina un grupo numeroso de neandertales de todas las edades acampados en la cueva, con varios fuegos y mucha gente en su torno preparando pieles, comiendo, tallando la piedra o cuidando de los cr¨ªos (s¨®lo unos pocos cient¨ªficos nos atrevemos a imagin¨¢rnoslos tambi¨¦n conversando en corros). La cueva es amplia y el ambiente del r¨ªo y de las laderas del valle prometedores de caza y frutos. Todav¨ªa no hab¨ªa llegado lo m¨¢s crudo de la glaciaci¨®n.
Y, sin embargo, la escena que imaginamos no es cierta. Las ocupaciones fueron de poca gente, de pocos fuegos y por poco tiempo (unos pocos d¨ªas), con largas ¨¦pocas en las que nadie entr¨®, quedando la cueva para los carn¨ªvoros y los murci¨¦lagos. A tenor de lo que se aprecia en este yacimiento, no hab¨ªa una gran poblaci¨®n de neandertales en el territorio valenciano.
Aqu¨ª, en este patr¨®n de ocupaci¨®n de la Cova Negra, podr¨ªamos tener una de las claves de la extinci¨®n de los neandertales. Quiz¨¢s nunca fueran muchos, al menos en esa ¨¦poca, ni siquiera en los mejores ecosistemas. Puede que los territorios se quedasen vac¨ªos con frecuencia, por pura extinci¨®n de sus habitantes en una mala racha de poca caza y escasez de frutos, hasta que ven¨ªa alguna nueva banda de neandertales a ocupar la comarca en tiempos mejores.
Para que una poblaci¨®n animal o humana no desaparezca hace falta que cada pareja tenga (en promedio) al menos dos descendientes que lleguen a reproducirse, y que cada uno de ¨¦stos tenga a su vez otros dos hijos que sean padres, y as¨ª sucesivamente (o sea, hay que tener ocho bisnietos o m¨¢s). En otras palabras, si por cada pareja no hay otra en la siguiente generaci¨®n, el declive demogr¨¢fico es muy r¨¢pido. Eso fue tal vez lo que les pas¨® a los neandertales del sur al final de su historia, que eran muy pocos de por s¨ª, que su vida empeor¨® cuando llegaron los fr¨ªos glaciares, que los bosques desaparecieron de casi todas partes y que encima se presentaron los croma?ones (que eran nuestros antepasados direct¨ªsimos) a competir por los recursos.
Un dato importante que se desprende del estudio de los utensilios de piedra de Cova Negra es que no hubo ninguna evoluci¨®n importante de las t¨¦cnicas de talla durante el tiempo que los neandertales ocuparon la cueva. Tampoco aparece ning¨²n colgante. En el norte existen unas industrias evolucionadas, en piedra, hueso y asta, con objetos de adorno a veces, que indican influencias entre neandertales y croma?ones (en alguno de los dos sentidos, o en ambos, y eso es lo que queda por averiguar). En el sur no. Nada apunta a que las dos especies mantuvieran contactos.
Los f¨®siles humanos de la Cova Negra son numerosos y pertenecen a varios individuos: por lo menos hay un adulto, un adulto muy joven o adolescente tard¨ªo, un adolescente, tres ni?os y un cr¨ªo muy peque?o, quiz¨¢s a¨²n no destetado. Se encuentran huesos de todas las partes del esqueleto y es probable que los individuos fueran enterrados (seguramente hab¨ªa m¨¢s restos en el yacimiento, pero quiz¨¢s pasaron inadvertidos en las excavaciones antiguas). Lo curioso es que haya tantos ni?os, cuatro de siete individuos. Y m¨¢s intrigante a¨²n es comprobar, estad¨ªsticamente, que hay ni?os en la mitad de los yacimientos de todo el mundo que han proporcionado f¨®siles de neandertales, de manera que el caso de Cova Negra est¨¢ lejos de ser excepcional.
Se conocen muchas culturas humanas en la historia en las que los ni?os no se enterraban con los adultos, porque no se les consideraba personas hasta que no alcanzaban cierta edad y hab¨ªan sido iniciados como miembros del grupo. No parece que fuera as¨ª entre los neandertales, que daban tierra a sus ni?os con todo cari?o. Incluso se ha dicho que eran conscientes de su valor para conservar la raza (como suele decirse), dada la poca densidad de poblaci¨®n neandertal que hab¨ªa, y por eso lamentaban tanto su muerte. Lo cierto es que el porcentaje de ni?os enterrados es menor entre los croma?ones que sucedieron a los neandertales, como si no dieran tanta importancia a los nuevos reto?os porque ve¨ªan su estirpe asegurada.
Sin embargo, se acaba de publicar un extraordinario hallazgo de dos sepulturas infantiles de croma?ones. Se han encontrado en el este de Austria y su antig¨¹edad es de 27.000 a?os. En una fosa excavada en el suelo dentro de un antiguo campamento al aire libre hab¨ªa dos ni?os reci¨¦n nacidos, seguramente mellizos o gemelos. Sus huesos estaban cubiertos por una gruesa capa de ocre rojo. Uno de ellos ten¨ªa m¨¢s de 30 cuentas de marfil sobre la cadera. Se encontraban ambos esqueletos en posici¨®n flexionada, yaciendo sobre el lado izquierdo, con la cabeza dirigida al Norte y mirando al Este. Los esqueletos estaban cubiertos por un om¨®plato de mamut, que a su vez ten¨ªa un fragmento de defensa encima. A un metro de distancia apareci¨® otro ni?o (de menos de tres meses), con la cabeza dirigida al Sur, apoyado sobre el lado derecho y mirando el cuerpo, curiosamente, tambi¨¦n hacia donde nace el sol. Por otro lado, las dos fosas fueron cavadas en los primeros momentos de la vida del campamento.
Aunque muy diferentes en muchos aspectos de su anatom¨ªa y de su comportamiento parece, pues, que tanto los neandertales como los croma?ones compart¨ªan el dolor por la p¨¦rdida de sus ni?os.
Y dejen ahora que me despidan aquellos versos con los que Claudia Lars terminaba su poema titulado, precisamente, Ni?o de ayer: No creas que te cuento / cosas de f¨¢bula: / para que me comprendas / coge esta l¨¢grima.
Juan Luis Arsuaga es catedr¨¢tico de Paleontolog¨ªa de la Universidad Complutense, codirector de la excavaci¨®n de Atapuerca y director del Centro Mixto de Evoluci¨®n y Comportamiento Humanos (Instituto de Salud Carlos III).
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