El Papa reclama respeto para la minor¨ªa cristiana de Turqu¨ªa
Benedicto XVI expresa al jefe de la Iglesia ortodoxa su af¨¢n de unidad
El viaje del Papa a Turqu¨ªa se ha convertido en una oferta de di¨¢logo entre cat¨®licos y musulmanes, en un aval indirecto a las aspiraciones europeas de Turqu¨ªa y en un llamamiento al respeto de los derechos de la asfixiada minor¨ªa cristiana del pa¨ªs. Pero el objetivo original y m¨¢s importante era el encuentro con el Patriarca de Constantinopla, a quien el Papa subray¨® su empe?o en trabajar por "la plena unidad de cat¨®licos y ortodoxos".
Benedicto XVI y Bartolom¨¦ I, te¨®rico jefe espiritual de la Iglesia ortodoxa, se vieron anoche en Estambul. En cuanto fue elegido Papa, Joseph Ratzinger anunci¨® que el principal objetivo de su pontificado era la unidad entre cat¨®licos y ortodoxos. Benedicto XVI considera que los cristianos orientales, con su r¨ªgida jerarqu¨ªa episcopal y su respeto a las tradiciones, est¨¢n mucho m¨¢s pr¨®ximos al catolicismo que la compleja galaxia de confesiones protestantes, propensas al reformismo y a la fragmentaci¨®n.
El Patriarca de Constantinopla, que se atribuye el liderazgo de 250 millones de ortodoxos, es el primer interlocutor en el proceso de acercamiento. Puede, adem¨¢s, ser la llave de Mosc¨². El viaje a Rusia fue el sue?o incumplido de Juan Pablo II, que visit¨® en 1979, al inicio de su papado, al entonces Patriarca, Demetrio I. El viaje a Rusia es tambi¨¦n el gran proyecto de Benedicto XVI.
Los contactos con la ortodoxia constituyen una operaci¨®n de gran calado para el Vaticano, y la entrevista de ayer, celebrada en la iglesia de San Jorge, tendr¨¢ hoy continuaci¨®n con una declaraci¨®n conjunta. Pero todo se desarrolla en un ambiente muy particular, absolutamente inhabitual en los viajes papales. Benedicto XVI se mueve como en un vac¨ªo, sin m¨¢s compa?¨ªa que su propia comitiva y el impresionante despliegue policial. No hay multitudes, apenas algunos curiosos que miran un instante y siguen su camino.
Hoy, cuando visite al Patriarca en su sede, el Papa entrar¨¢ en un diminuto enclave conocido como Phanar (Faro). Bartolom¨¦ I vive en la sede casi como un recluso, acosado ocasionalmente por grupos de musulmanes o de nacionalistas turcos que le acusan de colaborar con los "enemigos" griegos, e ignorado por el Gobierno.
La modestia del cristianismo en Turqu¨ªa se hizo palpable ayer, de forma casi conmovedora, en ?feso. Benedicto XVI acudi¨® al santuario que, seg¨²n la tradici¨®n, fue hogar de Mar¨ªa tras la crucifixi¨®n de su hijo, y celebr¨® una misa ante dos centenares de fieles. La ceremonia fue espartana, con algunos pasajes musicales aportados por un casete. Hab¨ªa muchos m¨¢s polic¨ªas que cat¨®licos. Quienes acudieron, entre ellos varias familias de militares espa?oles destinados en la base de la OTAN en Esmirna, disfrutaron de un raro privilegio: pocos creyentes han asistido a una misa papal con el Pont¨ªfice casi al alcance de la mano.
En su homil¨ªa, Benedicto XVI ech¨® mano de una frase de Angelo Roncalli, que fue nuncio en Turqu¨ªa antes de convertirse en Juan XXIII: "Yo amo a los turcos". El Papa dio aliento al "peque?o reba?o" cat¨®lico que vive, no siempre f¨¢cilmente, en una sociedad abrumadoramente musulmana, pero insisti¨® en sus muestras de afecto hacia el conjunto de los turcos: el di¨¢logo con el islam es hoy considerado de absoluta urgencia, y Turqu¨ªa, o al menos su Gobierno, representa un interlocutor receptivo.
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