De San Ferm¨ªn al cielo
Perdido definitivamente el miedo a Mahler, el p¨²blico parece haber hecho lo propio tambi¨¦n con algunos estrenos. Por eso tal vez presentaba el viernes el Auditorio tan buen aspecto. El estreno se titulaba Del tiempo y la memoria y era de Tom¨¢s Marco, un m¨²sico capaz de sacar petr¨®leo de cualquier pretexto con solvencia y con arte. Esta vez se trataba de una pieza para conmemorar en Pamplona -se dar¨¢ all¨ª ma?ana y volver¨¢ a Madrid el domingo que viene- el D¨ªa de Navarra. El autor califica la partitura de "laberinto de experiencias" y ¨¦stas llegan de citas cultas y populares, que nos llevan del trovador y rey Teobaldo al Uno de enero y hasta al Pobre de m¨ª, pasando por enmascaradas arias de Meyerbeer o¨ªdas en los discos de la abuela. La obra es, adem¨¢s, un concierto para soprano y orquesta, lo que no deja de ser un riesgo, pues es ¨¦sta una forma con general mala fama en el repertorio. Pero todo se integra con sabidur¨ªa -y hasta con espectacularidad, empezando por la disposici¨®n espacial de una masa sonora que incluye abundante percusi¨®n y saxo y acorde¨®n en primera fila- y con una cantante de la calidad de Ofelia Sala ese aspecto se cumple sin agobios. Todo es, al fin, muy libre, muy divertido incluso, lo que no es mala cosa, en su suma de tradici¨®n y actualidad. ?Muy posmoderno, entonces? Pues tambi¨¦n.
Orquesta Nacional de Espa?a
Josep Pons, director. Ofelia Sala, soprano. Obras de Marco y Mahler. Auditorio Nacional. Madrid, 1 de diciembre.
La Cuarta de Mahler completaba programa. Pons fue a lo pr¨¢ctico y logr¨® una versi¨®n limpia, directa, sin pedir imposibles pero sacando partido, por ejemplo, a la buena forma de la cuerda, que aparece mucho m¨¢s redonda que la temporada pasada, o procurando que las maderas no se afligieran y hablaran alto y claro, y contando, adem¨¢s, con unas prestaciones magn¨ªficas del trompa Salvador Navarro y el concertino Serg¨¦i Teslia. Falt¨® quiz¨¢ un poquito de poes¨ªa al inicio y algo de intensidad en el tiempo lento, pero la construcci¨®n general fue m¨¢s que notable. Ofelia Sala cant¨® deliciosamente -y de memoria, y con un alem¨¢n estupendo, volcada la expresi¨®n hacia lo que de decididamente popular tiene el texto- el lied final, ese que nos lleva a los gozos del cielo, que son all¨ª la comida, la bebida y el baile. O sea, como aqu¨ª.
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