Un programa federal y republicano
Al fin pari¨® la burra y nos ha tra¨ªdo al circo electoral una coalici¨®n de izquierdas -EU-Bloc-Verds- de la que ya se desconfiaba a pesar de las penosas consecuencias que se le pronosticaban al fracaso del proyecto. Entre ¨¦stas, el abono del bipartidismo emergente, con el consiguiente empobrecimiento de la vida pol¨ªtica y de no pocas alternativas progresistas que ¨²nicamente tienen viabilidad si de una vez se supera o comienza a superarse la fragmentaci¨®n de las clientelas militantes y afines que bajo distintas siglas se reconocen en ellas.
Es posible, adem¨¢s, que despu¨¦s de 20 a?os de divorcio y reticencias de las principales fuerzas de la alianza -nacionalistas e izquierdas de etiquetas varias-, hayan tenido estas que rendirse a la evidencia de que sin pacto se cancelaba toda posibilidad de propiciar el desahucio del PP, e incluso se acentuaba el descr¨¦dito social de estas fuerzas que, a ojos de sus observadores, se mostraban incapaces de superar unas diferencias irrelevantes en relaci¨®n con la ventajas del consenso. Por fortuna para esos colectivos pol¨ªticos, la necesidad o el buen juicio han prevalecido en esta ocasi¨®n sobre la terquedad o el rid¨ªculo patriotismo de partido.
Y la criatura, adem¨¢s, no ha venido sola al mundo. Con el pacto ha sido alumbrado un programa, el Comprom¨ªs pel Pais Valenci¨¤, que sus gestores describen como de m¨ªnimos. Una vez le¨ªdo, no se nos alcanza a imaginar c¨®mo ser¨ªa el de m¨¢ximos, pues a la vista de los tiempos conservadores que corren buena parte de lo que se propone linda con la utop¨ªa. Pero esta, ya se sabe, constituye uno de los rasgos distintivos de la izquierda, por m¨¢s que a menudo se disuelve por imperativo del pragmatismo. Sin embargo, los puntos del comprom¨ªs van a ser las credenciales y ¨²ltimos objetivos de quienes lo suscriben y por ellos se les juzgar¨¢.
No vamos a glosarlos por menudo, aunque bien cierto nos parece que en alg¨²n apartado se les ha ido la mano a los negociadores. Cuesti¨®n de puntos de vista, y el nuestro es que suena a demas¨ªa o m¨¢s bien sarcasmo eso de exigir el reconocimiento internacional del Pa¨ªs Valenciano como nacionalidad hist¨®rica. ?Internacional? Ya ser¨ªa suficiente, a nuestro parecer, que no se acabara diluyendo la leve conciencia de colectivo hist¨®rico diferenciado en el marco del estado espa?ol salvando, como el pacto postula, lo que de m¨¢s peculiar tiene nuestro acervo cultural, empezando por la lengua.
M¨¢s enjundia aparentemente tiene la apuesta por una f¨®rmula de Estado federal y republicano, y no tanto como argumento movilizador del voto, sino como rasgo distintivo e irrenunciable de la izquierda que no se ha reconocido hist¨®rica ni ideol¨®gicamente con la monarqu¨ªa. Una reivindicaci¨®n, ya decimos, m¨¢s simb¨®lica por ahora que operativa, y menos eficaz que la que se consigna en ese mismo apartado del acuerdo: la liquidaci¨®n de las diputaciones provinciales, reducidas a feudos cantonales proveedores de sinecuras p¨²blicas.
Alg¨²n otro cap¨ªtulo del compromiso podr¨ªa ser objeto de pol¨¦mica o discrepancia, pero lo que no comprendemos son las reacciones desaforadas de algunos miembros calificados del PP valenciano, ni tampoco la inusitada del presidente de la Generalitat, Francisco Camps. Solo les ha faltado exhumar -y todo se andar¨¢- el esperpento del Frente Popular, que muy pocos recuerdan debido parad¨®jicamente al desmantelamiento de la memoria hist¨®rica que la derecha practica.
No hay para tanto. En realidad, no hay para alarmarse de nada por lo que a este acuerdo democr¨¢tico de izquierda concierne. Excepto en el caso de que los titulares de la Generalitat tengan motivos demosc¨®picos para creer que este pacto y sus expectativas electorales, junto a las del PSPV, ponen en jaque su propia hegemon¨ªa. Algo que se viene descartando en el marco del PP valenciano y que ¨²nicamente es una mera conjetura en el ¨¢mbito de la oposici¨®n. Una conjetura ilusionante, pero no un imposible.
?VAYA CACHONDEO!
La Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n de Castell¨®n y la Audiencia Provincial andan a la gre?a acus¨¢ndose mutuamente del retraso que acumula investigaci¨®n del llamado caso Fabra, esto es, la causa que se instruye al presidente de la Diputaci¨®n, Carlos Fabra, en un juzgado de Nules. No vamos a terciar en este contencioso institucional, pero quiz¨¢ venga al pelo recordar que en la instrucci¨®n de este asunto, que se inici¨® a finales de 2003, se han sucedido siete jueces y tres fiscales, lo que nos sugiere cierto cachondeo en la organizaci¨®n del gremio judicial. Que ahora unos y otros se tiren los trastos a la cabeza no ha de ocultarnos lo que a todas luces parece un ejercicio de dejaci¨®n o elusi¨®n de responsabilidades. Dicho con m¨¢s llaneza: un cachondeo.
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