V¨ªdeos
La vida p¨²blica se nos complica a medida que las nuevas tecnolog¨ªas se incorporan al quehacer pol¨ªtico. La moda de ahora consiste en grabar un v¨ªdeo para ech¨¢rselo en cara al contrario, avergonzarle y que sufra. El ¨²ltimo es del PSOE sobre qu¨¦ dec¨ªa el PP cuando la tregua del 98 y hemos tenido el del PP sobre la pol¨ªtica de seguridad de Zapatero y el de CiU poniendo a parir al tripartito de Maragall. Antes: el v¨ªdeo infame (este no se puede citar sin el calificativo) del PP sobre lo sucedido entre el 11 y el 14 de marzo de 2004.
Estas perlas tiene una caracter¨ªstica com¨²n, pese a sus distancias ¨¦ticas y a su asim¨¦trico recurso a la manipulaci¨®n: ponen en imagen y sonido los mensajes b¨¢sicos del partido que las gesta, y, puesto que buscan denostar al adversario -es la esencia de nuestra pol¨ªtica: no propagar la bondad propia, sino los horrores del otro-, tienden a ser truculentos y apocal¨ªpticos, sin pudor por falsear un poco o mucho las cosas. Reducen los mensajes a su m¨ªnima expresi¨®n, les eliminan cualquier matiz, todo va en bruto y sugieren un mundo en blanco y negro, de arc¨¢ngeles y mal¨ªsimos. Resultan, as¨ª, un gran salto en el progresivo exterminio de la costumbre de pensar, facultad fatigosa, de cuya supresi¨®n se esperan grandes dosis de dicha humana.
En Espa?a, los v¨ªdeos no aportan informaci¨®n. Bien mirado, tampoco opini¨®n o ideolog¨ªa. S¨®lo adoctrinan
Esta moda lleva a la trifulca pol¨ªtica las t¨¦cnicas de la publicidad. Cabe por ello augurarle gran futuro
Esta moda del v¨ªdeo de partido lleva a la trifulca pol¨ªtica las t¨¦cnicas de la publicidad. Cabe por ello augurarle gran futuro, pues a contemplar anuncios hemos dedicado la mayor parte de nuestra vida de espectadores audiovisuales, es decir, los que consideramos los momentos cotidianos m¨¢s placenteros de la existencia. Estamos, pues, bien preparados para asimilar la publicidad, por lo que con el tiempo los v¨ªdeos pol¨ªticos sustituir¨¢n a la exposici¨®n de ideas. Dar golpes (audiovisuales) m¨¢s que conversar o debatir: el recurso promete, con lo que nos gusta la sangre.
Esta raci¨®n de v¨ªdeos provoca estremecimientos de placer. "?Ya has visto el v¨ªdeo?" se est¨¢ convirtiendo en una pregunta habitual, la forma de comenzar una conversaci¨®n para romper el hielo; quiz¨¢s pronto sirva para ligar, una excusa para echar la hebra y, si funciona, ver juntos y rom¨¢nticos las im¨¢genes de Aznar, Zapatero, Zaplana,... Todo se andar¨¢. Las reacciones a los v¨ªdeos siguen dos modelos: de entusiasmo si la autor¨ªa es de los propios y de cabreo e indignaci¨®n si lo perpetran los otros. Quiz¨¢s se hagan para esto, para convencer al convencido y depurarle el lema, no para atraer a los ajenos o a los neutrales. Son v¨ªdeos de combate y de trinchera.
Otras t¨¦cnicas, pero los mismos objetivos publicitarios, son las que desarrollan los vascos. Bien porque identifica a este Pueblo con identidad la austeridad en la confecci¨®n de v¨ªdeos pol¨ªticos, bien por la convicci¨®n de que la luminosidad de nuestras ideas ahorra alardes t¨¦cnicos, los de los vascos son de medios precarios y menos espectaculares que los citados, pero no menos convincentes. Como ejemplo, est¨¢n los impagables v¨ªdeos que recoge la p¨¢gina www.ibarretxe.com, celeste y ed¨¦nica, uno de mis sitios preferidos de Internet.
Si usted quiere pasar un rato placentero, relajarse, saber que hay mundos mejores que el nuestro, que despu¨¦s de todo s¨ª existe el para¨ªso, visite ibarretxe.com. All¨ª, en un v¨ªdeo, un ser¨¢fico Ibarretxe se dirige a los j¨®venes explic¨¢ndoles el Plan de su nombre y asegura que hemos cumplido la palabra que dimos a los vascos y su compromiso para negociar lo que sea. Un grupo de j¨®venes, a primera vista normales, le miran embelesados, con un arrobamiento que, hasta verles, no cre¨ªa posible en la juventud actual, que imaginaba m¨¢s esc¨¦ptica. Esperanzador.
En otro, el mismo protagonista, tambi¨¦n como un querub¨ªn, explica la igualdad de hombres y mujeres y chorrea a los primeros porque no estamos a la altura. Y tiene un momento realmente emocionante, de los que te dan un vuelco al coraz¨®n, cuando en mitad del discurso Ibarretxe, flanqueado por ikurri?as, mira de pronto como fuera de la pantalla y, sin m¨¢s ni m¨¢s, exclama: "Izaskun, etorri ona" y aparece Izaskun y los dos cierran la escena agarrados de la mano. Emocionante. Y tiene su misterio esta p¨¢gina web (no es Psicosis, pero intriga): ?c¨®mo consiguen que Ibarretxe aparezca cuasi melenudo, sin calva?
Otro cariz tienen los v¨ªdeos del genuino g¨¦nero made in Euskal Herria, menos placenteros y de mensajes bien expl¨ªcitos. Me refiero a los que de vez en cuando nos manda ETA con sus calurosas amenazas, como si no pudiera olvidarnos. Suelen aparecer unos descerebrados, en plan espantajo, vestidos con capuchas y olor a muerto, chantajeando chulescos, al tiempo que farfullan conceptos primarios y totalitarios, que por s¨ª mismos desvelar¨ªan la demencia ideol¨®gica de los interfectos, si no resultara ya conocida.
Mejor prescindir de los terroristas, que son otra cosa. A los v¨ªdeos pol¨ªticos que hacen furor esta temporada les singulariza que no informan ni recogen novedades, s¨®lo destilan las consignas y la agresividad de los autores. Pero el medio es el mensaje, por lo que, en apariencia, esta videoficaci¨®n de la ideolog¨ªa parece aportar pruebas abrumadoras, nuevos elementos bien documentados. No hay tal. No son como los que en Per¨² grababa Montesinos en tiempos de Fujimori, donde sal¨ªan los corruptos en el acto de corromperse. O los de M¨¦xico: en uno, el secretario de Finanzas de Distrito Federal gasta a espuertas la tela en un casino de Las Vegas y el derroche impresiona; en otro, un coordinador del PRD sale recibiendo dinero y meti¨¦ndose en el bolsillo los fajos de billetes. Son v¨ªdeos informantes de tropel¨ªas.
En Espa?a los v¨ªdeos pol¨ªticos, que se presentan como si recogiesen esc¨¢ndalos, no aportan informaci¨®n nueva sobre la que formar nuestros juicios. Bien mirado, tampoco opini¨®n o ideolog¨ªa. S¨®lo adoctrinan.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.