El poder y la gloria
Despu¨¦s de 21 a?os ha vuelto Aida a La Scala, con honores de inauguraci¨®n de temporada, y una expectaci¨®n inusitada. El factor ¨¦xito se hab¨ªa convertido en algo no solamente necesario, sino hasta obligatorio. Y ¨¦xito ha habido, desde luego, a juzgar por la duraci¨®n de las ovaciones finales, 12 minutos, y por las declaraciones de los pol¨ªticos que han desplazado esta vez a las figuras de otros campos y se han convertido en las aut¨¦nticas estrellas por la magnitud de sus declaraciones. Angela Merkel -en pantalones, en la sesi¨®n con mayor profusi¨®n de trajes de alta costura del planeta- y Romano Prodi han hablado de impulsar Europa, mientras la alcaldesa de Mil¨¢n, Letizia Moratti, ha lanzado las campanas al vuelo del teatro de la ¨®pera de su ciudad como escaparate y s¨ªmbolo de Italia en el mundo. Necesitaban el ¨¦xito los pol¨ªticos, de izquierda y de derecha, y lo necesitaba, sin proclamarlo tanto, St¨¦phane Lissner para dispersar definitivamente los fantasmas de Riccardo Muti. De la chistera se sac¨® dos ases y convoc¨® a Riccardo Chailly y Franco Zeffirelli para la operaci¨®n, apresur¨¢ndose a anunciar que el a?o pr¨®ximo ser¨¢ Patrice Ch¨¦reau el director de escena de la inauguraci¨®n, no vaya a ser que las cr¨ªticas le vengan de otros sectores. Reivindic¨® adem¨¢s Lissner que Zeffirelli es un artista hist¨®rico, que tiene ya 83 a?os y que en la variedad de est¨¦tica est¨¢ la filosof¨ªa de su direcci¨®n art¨ªstica de La Scala. En cuanto a Chailly, es milan¨¦s y un gran verdiano, como demostr¨® en febrero aqu¨ª mismo con su direcci¨®n musical de Rigoletto. En los entreactos se le aclam¨® y luego hubo gritos de agradecimiento. Lissner sab¨ªa con quien se estaba jugando los cuartos.
Aida
De Verdi. Director musical: Riccardo Chailly. Director de escena: Franco Zeffirelli.
De Zeffirelli se hab¨ªa llegado a rumorear que esta vez iba a sorprender con planteamientos diferentes a los que han levantado su leyenda. No fue as¨ª. Apost¨® sobre seguro, dando al p¨²blico lo que ¨¦ste esperaba de ¨¦l, es decir, lujo a raudales, espect¨¢culo hollywoodiense, organizaci¨®n, simetr¨ªas, oro y dorados sin contenci¨®n. Y el poderoso p¨²blico de la inauguraci¨®n de La Scala -a 2.000 euros la platea- vio reflejado en el escenario su propia imagen, la del poder y el dinero, con la consiguiente reafirmaci¨®n en su autoestima. Era el de Zeffirelli un concepto de otros tiempos. Se desprend¨ªa de aquellas im¨¢genes apabullantes cierta nostalgia de cierto pasado. Todo fue excesivo, en ocasiones hasta obsceno por la ostentaci¨®n sin ning¨²n pudor, pero tuvo su coherencia. Zeffirelli sabe mucho sobre la creaci¨®n de atm¨®sferas y sobre la distribuci¨®n en escena -su ¨²ltimo cuadro a dos niveles remat¨® con brillantez una manera de concebir la escenograf¨ªa oper¨ªstica-, pero, sin embargo, el car¨¢cter secundario que otorga a la direcci¨®n de actores acaba pasando factura por el lado emocional.
La emoci¨®n, y el color, y la pasi¨®n real, la puso Chailly, especialmente en los actos tercero y cuarto, con una matizaci¨®n minuciosa y sensible. Supo equilibrar el maestro la brillantez con el regusto po¨¦tico, los valores orquestales con la atenci¨®n a los cantantes. La orquesta del teatro respondi¨® a las mil maravillas a sus indicaciones. Y el coro: magn¨ªfico. Ya en 2000, Chailly hab¨ªa asombrado con su Aida en Amsterdam, en una soluci¨®n esc¨¦nica en los ant¨ªpodas de la de Zeffirelli, con Gr¨¹ber y el pintor Eduardo Arroyo en uno de sus trabajos m¨¢s imaginativos. La entonces Amneris, Violeta Urmana, es ahora, en La Scala, Aida. Refinada, musical¨ªsima, quiz¨¢ le falte un punto de capacidad de seducci¨®n. Fue la voz m¨¢s sobresaliente de la noche, pues ni Roberto Alagna, como Radam¨¦s, ni Ildiko Komlosi, como Amneris, y mucho menos Carlo Guelfi, como Amonasro, pasaron de lo correcto.
La fiebre verdiana se manifiesta en Mil¨¢n en otro tipo de propuestas como la Aida en marionetas de Carlo Colla e hijos en el Piccolo Teatro Studio, la interactiva exposici¨®n Celeste Aida en el Museo de la Scala, y la entra?able muestra sobre algunos pacientes de la "casa de reposo" para m¨²sicos creada por el propio Verdi e inaugurada en 1899. All¨ª se encuentran sus restos. Los visitantes a la cripta en la ma?ana de San Ambrosio 2006 se pueden contar con los dedos de una mano.
Babelia
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