Democracia vigilada
EL MANIFIESTO presentado el pasado lunes por ?lvaro Cuesta -secretario de Libertades P¨²blicas del PSOE- con ocasi¨®n del 28? aniversario de la Constituci¨®n ha sido interpretado en medios eclesi¨¢sticos como una desabrida respuesta a la instrucci¨®n pastoral que aprob¨® hace tres semanas la Asamblea Plenaria del Episcopado para fijar sus Orientaciones morales ante la situaci¨®n actual de Espa?a. Seg¨²n el documento de los obispos, las instituciones democr¨¢ticas estar¨ªan subordinadas a los dictados superiores de la raz¨®n natural, iluminada y fortalecida por la fe, de la que los prelados ser¨ªan aparentemente los ¨²nicos y privilegiados int¨¦rpretes. Si los parlamentarios legislasen seg¨²n su propio criterio, la sociedad entera quedar¨ªa a merced de las opiniones y los deseos de unas pocas personas que se arrogar¨ªan unos poderes cuasi absolutos "con el riesgo evidente de caer en el cesarismo"; el positivismo jur¨ªdico subyacente a esa equivocada teor¨ªa de la democracia representativa -a?ade el documento- ser¨ªa la antesala del totalitarismo: la pol¨ªtica degenerar¨ªa en "dictadura, discriminaci¨®n y desorden", mientras que una sociedad desvertebrada resultar¨ªa una f¨¢cil v¨ªctima "de la manipulaci¨®n, la corrupci¨®n y el autoritarismo".
El documento aprobado por el plenario de los obispos establece l¨ªmites al poder legislativo de las mayor¨ªas parlamentarias y denuncia la invasi¨®n de Espa?a por el laicismo y el ate¨ªsmo
La cuesti¨®n no es s¨®lo doctrinal sino tambi¨¦n operativa. Los 78 obispos con derecho a voto de la Asamblea Plenaria -designados por cooptaci¨®n- poseer¨ªan el monopolio de aplicar los principios de la ley natural y de la moral social a los casos concretos; los 350 miembros del Congreso -elegidos por los ciudadanos- deber¨ªan plegarse a la sabidur¨ªa cognoscitiva y ¨¦tica de los prelados. La democracia vigilada por la Conferencia Episcopal -propietaria de una radio que emite ma?ana, tarde y noche mensajes de odio y llamamientos a la guerra civil- no permitir¨ªa ni el aborto, ni el divorcio, ni el matrimonio entre personas del mismo sexo, ni la investigaci¨®n con c¨¦lulas madre. Y aunque la instrucci¨®n pastoral exhorte a respetar la autonom¨ªa y la libertad de la magistratura, el sinuoso portavoz de la Conferencia Episcopal aclara que "no es competencia de los jueces gobernar a la Iglesia", ni tampoco de los tribunales conocer la demanda penal contra el arzobispo de Granada acusado de injurias, calumnias y coacciones.
La teor¨ªa gu¨ªa a la pr¨¢ctica: los obispos se han lanzado a la calle durante esta legislatura -en uni¨®n del PP- para defender sus tesis detr¨¢s de una pancarta. Despu¨¦s de las cuatro d¨¦cadas de nacionalcatolicismo franquista disfrutadas por la Iglesia cat¨®lica, la Conferencia Episcopal dice haber superado "cualquier a?oranza del pasado", menciona los servicios prestados durante la transici¨®n y diagnostica el virus de la falsa democracia: la visi¨®n laicista y relativista de la vida. En la descripci¨®n de los efectos de ese "mal radical" resuena la oratoria sagrada: la descristianizaci¨®n de la vida personal, familiar y social, la promiscuidad y los abusos sexuales, la drogadicci¨®n, el alcoholismo, la delincuencia y la violencia en las escuelas y en las familias, etc.
Seg¨²n los obispos, la desconfianza y el rechazo hacia la Iglesia en Espa?a ser¨ªan ahora peores que el viejo clericalismo. Sirvan como ejemplo de esa intolerancia desde?osa el discriminatorio tratamiento de la religi¨®n cat¨®lica en la ense?anza p¨²blica (agravado con el reconocimiento como obligatoria de la nueva asignatura Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa) y la cicatera asignaci¨®n de fondos p¨²blicos a la Iglesia; dos cuestiones que provocan -dicho sea de paso- las cr¨ªticas al Gobierno socialista de buena parte de sus votantes por razones sim¨¦tricamente opuestas. Los obispos justifican su derecho a recibir recursos presupuestarios con el extravagante argumento seg¨²n el cual la religi¨®n no es menos digna de apoyo que el deporte, ni los templos menos importantes que los estadios, para el bien de los ciudadanos. El manifiesto presentado por ?lvaro Cuesta -Constituci¨®n, laicidad y educaci¨®n para la ciudadan¨ªa- replica a esa mezcla explosiva de temores, reivindicaciones, lamentos y amenazas con la afirmaci¨®n de que la libertad de conciencia y la autonom¨ªa moral, ideol¨®gica o religiosa de los individuos deben conciliarse con el m¨ªnimo com¨²n ¨¦tico constitucionalmente establecido.
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