La fiebre electoral anticatalana
Los cambios estacionales se manifiestan mediante unos signos inconfundibles y a menudo l¨ªricos. Vienen las golondrinas, irrumpen las alergias, rebrota el verde, se nos inflaman los juanetes, prendemos hogueras y etc¨¦tera. De un modo an¨¢logo, en Valencia percibimos que se aproximan determinados periodos electorales cuando la derecha pol¨ªtica acent¨²a la invectiva anticatalana. En los comicios auton¨®micos, sobre todo, el discurso y argumentario conservador en lo tocante a este punto y en boca de algunos de sus personajes se ti?e de groser¨ªa y patetismo hasta hacernos sentir verg¨¹enza ajena.
Tales han sido, y bien cierto que en coherencia con su ideario azul proletario, las andanadas que esta semana ha disparado Fernando Giner, presidente de la Diputaci¨®n de Valencia. Ante un nutrido auditorio partidario, el mentado peror¨® desplegando los t¨®picos del caso acerca de los grandes peligros que a su juicio acechan a los valencianos, empezando, por el de la "lepra catalana", la versi¨®n valenciana del tripartito e incluso el desmantelamiento del Estado debido al cuestionamiento de la monarqu¨ªa y la liquidaci¨®n de las corporaciones provinciales, entre otras aparentes cat¨¢strofes.
Un desahogo intelectualmente plano, pero con dos prop¨®sitos bien claros. Por un lado, tratar de movilizar y seducir al universo blavero para presentar un frente electoral unido ante el riesgo del tan desde?ado como temido pacto de la izquierda. No las tiene el PP todas consigo y aspira a reba?ar los votos proclives, aun los marginales de la regionalista Uni¨®n Valenciana, ya sea mediante la seducci¨®n demag¨®gica -como la que glosamos-, ya ofreciendo puestos en las listas municipales all¨ª donde convenga. Los precedentes de esta operaci¨®n asimiladora son premonitorios de que toda la derecha -blava o azul- acabar¨¢ acudiendo a la llamada.
Por otro lado, el orador se ha sumado un pu?ado de m¨¦ritos en tanto que candidato in pectore -o uno de ellos- para presidir las Cortes en la pr¨®xima legislatura. Un cargo con varios aspirantes, incluido su actual titular, Julio de Espa?a, que es, precisamente, el que menos opciones parece tener. Pero la verdad es que, de ser relevado por el orador que comentamos, mejor no hacer ning¨²n cambio si se le tiene alg¨²n respeto a la instituci¨®n, que por otra parte ha sobrevivido -con discutible gloria, eso s¨ª- a eminentes incompetencias.
Y como la realidad econ¨®mica e incluso hist¨®rica, es m¨¢s terca que las man¨ªas o los oportunismos pol¨ªticos, al tiempo que se le daba ca?a a Catalu?a y los catalanes, se celebraban en Valencia las V Jornades Econ¨°miques de l'Euram y el Congreso Internacional de Actividad Portuaria en el Mediterr¨¢neo, organizado por el Institut Ignasi Villalonga, donde tanto una como otra comunidad, mediante los representantes de sus respectivos Gobiernos, han abordado algunos de los problemas comunes que exigen su insoslayable di¨¢logo y entendimiento. Como en el ¨¢mbito de la actividad portuaria, que hemos aludido, y en el de las infraestructuras viales, cual es el caso del ya viejo, pero no menos apremiante problema del corredor ferroviario Mediterr¨¢neo.
No por ello dejar¨¢n de existir entre ambas autonom¨ªas ¨¢reas en las que prive la competitividad y la discrepancia, propias de un marco de econom¨ªa abierta, din¨¢mica y gesti¨®n pol¨ªtica diferenciada. Lo absurdo, sonrojante y mortificante es atizar una discordia esperp¨¦ntica entre Catalu?a y Valencia que cada d¨ªa se desmiente por la intensidad del tr¨¢fico mercantil, humano y cultural a lo largo de un mismo territorio que ha de definirse m¨¢s con perspectiva de futuro que de pasado.
Ante la vastedad de los retos que compartimos catalanes y valencianos, los discursos como el que hemos subrayado m¨¢s arriba han de entenderse como meros reg¨¹eldos electoralistas, sin m¨¢s importancia que la p¨¦rdida del oremus con los cambios de luna, o la excitaci¨®n que la proximidad de los comicios provoca en los santuarios partidarios. No obstante, y para que cada cual lleve su parte, el PP habr¨ªa de purgar su culpa por el amparo otorgado a este fastidio del anticatalanismo rid¨ªculo, residual y persistente.
HOSPITAL CINCO ESTRELLAS
El nuevo hospital La Fe de Valencia ser¨¢, para no variar, el mejor del mundo. El consejero del ramo ha procedido esta semana a explotar el ¨¦xito de la obra en curso como preludio de las varias inauguraciones que se efectuar¨¢n para exprimir al electorado. No podemos sino aplaudir unas instalaciones tan confortables, que si las urnas no lo remedian ser¨¢n de gesti¨®n privada. Sin embargo, lo llamativo, por contraste, de estos lujos prometidos, es que en la atenci¨®n primaria no puedan garantizarse los diez minutos por visita. Ante tal laguna, la TV de plasma en el hospital se nos antoja un derroche o un absurdo. Parece obvio que los pol¨ªticos de alto rango no acuden a los dispensarios como cualquier vecino.
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