Sobrevivir a Ceausescu en Rumania
La dictadura comunista que arruin¨® el pa¨ªs, institucionaliz¨® la corrupci¨®n y destruy¨® barrios hist¨®ricos de Bucarest sigue siendo un lastre en la pol¨ªtica y en la vida de los rumanos
El Palacio del Parlamento de Bucarest y los edificios aleda?os son algo m¨¢s que un monumento al mal gusto. Para la construcci¨®n de La Casa Poporului (Casa del Pueblo), el segundo edificio p¨²blico m¨¢s grande del mundo despu¨¦s del Pent¨¢gono, Nicolae Ceausescu arras¨® barrios hist¨®ricos y desplaz¨® a miles de personas. Para los rumanos, es el recuerdo vivo de los horrores de la dictadura comunista, cuya herencia ha sido, y sigue siendo, un lastre para el desarrollo del pa¨ªs, que entrar¨¢ en la UE el 1 de enero.
"Es un milagro que los que hemos conseguido sobrevivir a ese periodo no estemos locos", asegura la escritora Silvia Kerim, que ha relatado en su libro Parfumeria la destrucci¨®n de Bucarest. La conversaci¨®n tiene lugar en una bella casa de una planta del siglo XIX cargada con los recuerdos de toda una vida y que escap¨® por poco a las excavadoras. "Vi el desastre. Cada d¨ªa que iba al trabajo, ve¨ªa c¨®mo hab¨ªa desaparecido una casa, a veces una calle".
Una palabra que define el destrozo es ceaushima, mezcla entre Hiroshima y Ceausescu
"Incluso los j¨®venes que no lo vivieron han sido contaminados por sus padres", dice Kerim
Desde la omnipresencia de la corrupci¨®n (uno de los campos en los que la Comisi¨®n Europea le ha exigido mayores esfuerzos) hasta la econom¨ªa (el dictador dej¨® a Rumania sumida en la m¨¢s absoluta pobreza), pasando por una desconfianza cr¨®nica hacia el Estado, la herencia de la dictadura es una losa tan complicada como la propia gesti¨®n de la Casa del Pueblo.
"Una palabra que puede definir el destrozo es ceaushima, una mezcla entre Hiroshima y Ceausescu", explica Stelian Tanase, periodista, presentador televisivo y escritor. "Es dif¨ªcil imaginar la pesadilla de vivir con ese monstruo en la ciudad, que ha quedado destruida para siempre. Bucarest era una urbe de edificios peque?os, con jardines y vi?edos, como un pueblo grande en el que se mezclan Oriente y Occidente, Estambul y Par¨ªs. Ese edificio nace de la mezcla de campesino analfabeto y Stalin. El palacio es un templo al tirano. Y adem¨¢s arruin¨® al pa¨ªs. ?D¨®nde est¨¢n los hospitales, las escuelas, las autopistas...? Todo se meti¨® en ese edificio horrendo", dice Tanase.
"Rumania ha sido un pa¨ªs muy aislado y las consecuencias de este aislamiento era que lo desconoc¨ªamos casi todo de la UE o la OTAN o de la econom¨ªa de mercado", explica la escritora Gabriela Adasmesteaunu, que acaba de publicar en Francia su novela Una ma?ana perdida, en la que sigue la historia rumana del siglo XX. "Los ¨²nicos que sab¨ªan algo de todo esto, porque pod¨ªan viajar al extranjero, eran los miembros de las estructuras del partido y de la polic¨ªa y por eso se convirtieron en los grandes capitalistas", agrega.
En los a?os treinta, Bucarest era conocida como Par¨ªs del Danubio y bull¨ªa como una de las ciudades m¨¢s cultas de Europa, con nombres como Mircea Eliade, Emil Cioran, Eugene Ionesco o Mihail Sebastian. En una gu¨ªa tur¨ªstica de 1934, pueden encontrarse los anuncios de las Galeries Lafayette y las direcciones de 18 teatros y 50 cines. Impulsada por el petr¨®leo, las materias primas y la agricultura, la econom¨ªa rumana funcionaba a toda m¨¢quina. Pero casi cinco d¨¦cadas de dictaduras estalinistas arruinaron el pa¨ªs. Ahora, con 22 millones de habitantes, de los que dos viven en la capital, los salarios rumanos representan s¨®lo el 16% de la media comunitaria, mientras que el PIB representa el 32% de los Veinticinco, aunque el pa¨ªs vive crecimientos del 7%. Pese a que en su camino hacia la UE han hecho esfuerzos enormes, y que el Gobierno ha puesto en marcha un plan que afecta a todos los aspectos de la vida p¨²blica, Transparencia Internacional sigue considerando a Rumania el segundo pa¨ªs con mayor percepci¨®n de la corrupci¨®n de Europa, tras Albania.
Junto a Bulgaria, perdi¨® el tren de la gran ampliaci¨®n de 2004, en la que entraron 10 pa¨ªses, ocho de ellos antiguos miembros del bloque sovi¨¦tico, mucho m¨¢s avanzados que Rumania. Los cambios son profundos y numerosos -empezando porque la residencia de Ceausescu en Bucarest es ahora la sede la OTAN- y el desarrollo urbano vertiginoso, pero la huella del pasado es enorme.
"La gente no puede imaginarse lo que era esto. Nadie se fiaba de nadie. Era una sociedad corrompida por un c¨¢ncer", explica Joaqu¨ªn Garrig¨®s, director del Instituto Cervantes y traductor al castellano de la gran literatura rumana. "Varias generaciones est¨¢n profundamente marcadas por haber vivido durante a?os en un ambiente de lucha constante por la existencia", dice Garrig¨®s. Los a?os ochenta fueron especialmente duros cuando Ceausescu, que logr¨® ganarse las simpat¨ªas de Occidente al salirse de la disciplina del Pacto de Varsovia tras condenar la invasi¨®n sovi¨¦tica de Checoslovaquia en 1968 (Rumania ten¨ªa el rango de naci¨®n m¨¢s favorecida por EE UU), tras visitar China y Corea del Norte, decidi¨® llevar a cabo su propia revoluci¨®n cultural, lo que convirti¨® a este r¨¦gimen en el m¨¢s duro de la Europa Oriental, junto a Albania. Fue entonces cuando comenz¨® a destruir Bucarest y arrasar los pueblos h¨²ngaros de Transilvania (un proyecto que no pudo acabar al ser depuesto y fusilado junto a su mujer Elena en las navidades de 1989). Para pagar la deuda externa, someti¨® a su pueblo a una pobreza atroz: la electricidad, la calefacci¨®n, por no hablar del racionamiento de la comida y, por supuesto, de la terror¨ªfica omnipresencia de la polic¨ªa pol¨ªtica, la Securitate.
"Corr¨ªas el riesgo de ir a la c¨¢rcel s¨®lo por tener contactos son extranjeros", relata Silvia Kerim, mientras desde su ventana se contempla una calle de casas bajas, que logr¨® sobrevivir al ceaushima pero que est¨¢ ahora sucumbiendo a la especulaci¨®n inmobiliaria. La escritora recuerda c¨®mo pon¨ªan almohadas encima de los tel¨¦fonos, para amortiguar los micr¨®fonos, el miedo constante a ser delatados y asegura que la construcci¨®n de bloques socialistas se debe a que era m¨¢s f¨¢cil espiar en ellos a la gente. "Gran parte del comportamiento de la sociedad actual se explica por el pasado, porque incluso los j¨®venes que no lo vivieron han sido contaminados por sus padres. Ni siquiera ahora me puedo creer que haya escapado al terror de toda aquella ¨¦poca".
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