Hay ni?os que piden m¨¢s que un abrazo
Cientos de familias adoptan a menores con problemas, pero muchos m¨¢s siguen sin tener quien les acoja
Hay menores que se har¨¢n mayores sin familia. Que vivir¨¢n en una especie de internado permanente hasta que, a los 18 a?os, el centro de protecci¨®n les abrir¨¢, con m¨¢s o menos apoyo, la puerta de la calle. Hay ni?os que casi nadie quiere porque tienen una enfermedad cr¨®nica, una discapacidad, hermanos, m¨¢s de siete a?os o la piel de otro color. Se califican, en jerga administrativa, como menores de necesidades especiales, aquellos que hace algunas d¨¦cadas se consideraban "no adoptables" por los servicios de protecci¨®n, que presupon¨ªan que ninguna familia aceptar¨ªa un menor con retraso psicomotor o una ni?a con un raro s¨ªndrome que la acompa?ar¨¢ de por vida.
Sin embargo, s¨ª las hay. Mara y Carlos, madrile?os, son padres adoptivos de dos gemelas, una de las cuales tienen un raro s¨ªndrome. Lola y Santos, andaluces, adoptaron hace 13 a?os un ni?o con retraso psicomotor y, sucesivamente, otros cuatro con anticuerpos de distintas enfermedades. Las hay, aunque son muchas menos que las personas que acuden a otro pa¨ªs para adoptar ni?os peque?os y preferentemente sanos.
La lista de menores que no hallan hogar es apenas menor que la de adoptados o acogidos
"No se puede pretender tener ni?os a la carta, guapos y de ojos azules"
"Estaba muy mal, pero no pens¨¦ en los problemas. Fue un flechazo"
En 2005, seg¨²n el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, se formalizaron 5.423 adopciones internacionales y 800 nacionales. Es dif¨ªcil precisar cu¨¢ntos de los menores espa?oles eran de necesidades especiales porque son datos que las comunidades aut¨®nomas, competentes en protecci¨®n de la infancia, no suministran al ministerio. En Andaluc¨ªa, por ejemplo, se adoptaron o acogieron 209 ni?os de este perfil durante el a?o 2005, aunque la lista de los menores que est¨¢n pendientes de encontrar un hogar donde les quieran es s¨®lo un poco inferior (168). En la Comunidad de Madrid, el mismo a?o, otros 76 menores de estas caracter¨ªsticas fueron acogidos o adoptados.
Aceptar a un ni?o especial requiere una raci¨®n extra de generosidad, de ah¨ª que pasme la historia de Lola Gonz¨¢lez y Santos Olmedo. Sin hijos biol¨®gicos, la pareja ha creado una familia numerosa con cinco peque?os etiquetados como especiales por sus enfermedades o caracter¨ªsticas. "No me parece mal que la gente busque fuera pero aqu¨ª en Espa?a hay muchos ni?os que necesitan una familia, no se puede pretender tener beb¨¦s a la carta, guapos y de ojos azules; yo no vi a ninguno de mis hijos hasta que dijimos que s¨ª", reflexiona Lola. "No hay ning¨²n mirlo blanco, por as¨ª decirlo. La creencia que uno tiene del t¨ªpico beb¨¦ reci¨¦n nacido y completamente sano es lo menos frecuente", observa Santos.
El primer menor, al que adoptaron en 1993, cuando ten¨ªa dos a?os, pesaba siete kilos y parec¨ªa autista. No hablaba, ni caminaba. "Era un caso bastante complicado y las perspectivas que nos daban no parec¨ªan muy halag¨¹e?as". Santos, pediatra, se opon¨ªa a esa adopci¨®n. Lola, auxiliar de enfermer¨ªa, se empe?¨® en ella, confiada en el potencial de aquel peque?o con retraso psicomotor y un historial de maltrato.
Cuatro a?os despu¨¦s ensancharon la familia con un cr¨ªo de tres a?os con los anticuerpos de la hepatitis C y una biograf¨ªa que empeoraba la anterior. Al peque?o le hab¨ªan maltratado sus padres biol¨®gicos, primero, y sus abuelos, despu¨¦s. Ahora, a sus 12 a?os, es el m¨¢s interesado en indagar sobre sus or¨ªgenes. "?En qu¨¦ barriga habr¨¦ estado?", pregunta a menudo.
El tercer peque?o que adopt¨® el matrimonio andaluz tambi¨¦n lleg¨® lastrado con los anticuerpos de la hepatitis C, igual que la cuarta, porque Lola quer¨ªa una ni?a para compensar la hegemon¨ªa masculina. Hace cuatro meses la saga engord¨® con una cr¨ªa rolliza a la que se atribuye un retraso inapreciable. En principio, no habr¨¢ m¨¢s. "Mi padre me ha dicho que se va de casa como traiga otro", bromea Lola en su vivienda de San Roque (C¨¢diz).
Una casa sin secretos. Sin milagros. Si acaso, la ¨²nica trampa es el privilegio de contar con un pediatra de permanente guardia dom¨¦stica. "Es un alivio, aunque normalmente se ponen malos cuando el padre est¨¢ en el trabajo", confiesa con picard¨ªa Lola. "No nos hemos visto nunca mal para llevarlos adelante, somos tranquilos, aunque te agobies en algunos momentos; ellos, adem¨¢s, me ayudan much¨ªsimo", aclara.
No hay razones religiosas que les hayan dictado sus decisiones. "Creo que es m¨¢s f¨¢cil que tener hijos propios, ellos est¨¢n aqu¨ª, t¨² sabes que est¨¢n aqu¨ª y que necesitan una familia", relata. No esgrimen discursos hip¨®critas: "Lo hacemos por nosotros, porque queremos tener ni?os". Ni exigen hijos prodigiosos: "Pretendemos que sean personas independientes y felices".
La Fundaci¨®n Meni?os capta familias como la de Lola y Santos en la Comunidad de Madrid y Asturias. Se buscan abrazos se llama su programa para proporcionar un hogar de acogida a menores con caracter¨ªsticas especiales por sus vivencias, estado de salud o caracter¨ªsticas. "Encontrar una familia nunca es f¨¢cil", afirma Pilar Ferrezuelo, psic¨®loga de la fundaci¨®n. "A veces, con el amor no basta", a?ade.
Gracias a este programa, 224 menores han encontrado acogedores en la Comunidad de Madrid y Asturias desde 1999. Los hogares son heterog¨¦neos: monoparentales, matrimonios, con hijos biol¨®gicos o sin ellos, religiosos, izquierdosos. Lo que reclama la fundaci¨®n es, ante todo, estabilidad econ¨®mica, laboral, personal y psicol¨®gica de quienes deseen abrir su casa a un menor. "La integraci¨®n puede fallar en algunas ocasiones, pero no mucho m¨¢s que en otros casos, porque cuando inician el procedimiento est¨¢n sensibilizados con lo que van a encontrar", sostiene la psic¨®loga.
Carlos Ortega y Mara Luquero no fallaron. Sus gemelas, acogidas en 2001 con dos a?os, han culminado el proceso de adopci¨®n. Una de las ni?as est¨¢ sana. Otra tiene una discapacidad y el s¨ªndrome de Delleman, una infrecuente enfermedad caracterizada por defectos oculares, cerebrales y cut¨¢neos. "Era un semivegetal, no pod¨ªa hacer nada, ni gatear", describe su madre.
Mara, una funcionaria ahora en excedencia, conoci¨® a sus futuras hijas en un centro de protecci¨®n donde trabaj¨® como voluntaria, algo que no suele ocurrir de antemano. Las gemelas hab¨ªan sido abandonadas por sus padres, una pareja hispano-marroqu¨ª, que no puso pegas a la adopci¨®n.
"Estaba muy mal, pero fue una cosa de coraz¨®n, un flechazo, no pens¨¦ los problemas que pod¨ªa tener, me dije que ya los ir¨ªa resolviendo poco a poco", recuerda.
Para Carlos, un inform¨¢tico de la Universidad Aut¨®noma de Madrid de talante reflexivo, result¨® "determinante" el contacto: "En cuanto las conoc¨ª, las acept¨¦, con un poquito de dios m¨ªo, ?podremos?, tuve miedo, pero como todo en la vida, si quieres lo haces".
El coste f¨ªsico resulta lo m¨¢s duro para ambos. "Se nota, sobre todo porque hasta los cuatro a?os le ha costado soltarse, y cuando se pone como un palo con una rabieta son 15 kilos", describe Carlos. El pron¨®stico de la cr¨ªa era "de pena". "No se sab¨ªa si podr¨ªa hablar, andar o ponerse de pie, con dos a?os emit¨ªa sonidos guturales". Ahora acude a un colegio de integraci¨®n, corre, est¨¢ aprendiendo a leer y ha progresado "infinitamente". "No soy un propagandista de la familia, pero es necesario que los menores tengan un entorno en el que se sientan queridos, y eso en los centros no se da", defiende el padre.
Coincide con su reflexi¨®n la profesora de Psicolog¨ªa Evolutiva de la Universidad de Sevilla, Yolanda S¨¢nchez: "El acogimiento residencial espa?ol dista mucho del orfanato, est¨¢n muy bien atendidos, pero no son una familia y los ni?os necesitan un contexto estable". En su opini¨®n, es "comprensible" que las parejas se sientan menos capaces de adoptar ni?os de estas caracter¨ªsticas que beb¨¦s sanos, pero considera que "el sistema espa?ol tiene que buscar familias que se sientan capaces". En 2001 esta doctora en Psicolog¨ªa estudi¨® la adopci¨®n de menores discapacitados en 62 familias. Concluy¨® que hab¨ªan encontrado alguna dificultad mayor que las 331 familias que hab¨ªan adoptado menores sin discapacidad, pero un similar nivel de satisfacci¨®n. De hecho, s¨®lo una de las 62 estudiadas se hab¨ªa replanteado continuar con la adopci¨®n. "A pesar de que los ni?os y ni?as con discapacidades requieren cuidados espec¨ªficos y mayores dosis de paciencia, ya que probablemente la velocidad de desarrollo puede ser m¨¢s lenta en algunas ¨¢reas, al tiempo que se encuentran mayores problemas en sus hijos en los distintos momentos de la convivencia, las familias que adoptaron a estos ni?os se sienten igual de satisfechas con la adopci¨®n que el resto", recoge en su investigaci¨®n. El ¨¦xito descansa, a su juicio, en la informaci¨®n previa de los adoptantes. "La preparaci¨®n posibilita que se ajusten m¨¢s las expectativas", afirma.
A Lola Delgado, jefa de servicio de Medidas de Integraci¨®n Familiar de la Junta de Andaluc¨ªa, le sorprenden a diario las personas que adoptan a estos cr¨ªos. "Suelen estar muy centradas en la crianza de los hijos, pero no les piden grandes retos, sino peque?os; son familias especiales".
Del servicio de Lola Delgado dependen los 168 menores de este perfil pendientes de ser acogidos o adoptados en Andaluc¨ªa. Son cr¨ªos que han vivido experiencias traum¨¢ticas (abusos sexuales, malos tratos o abandono) que han justificado la retirada de la tutela a sus familias biol¨®gicas y su ingreso en una residencia. "Tienen que acostumbrarse a vivir con el abandono y si nunca desarrollan una figura de apego les generar¨¢ carencias a lo largo de su vida", expone Delgado.
Sin un acogimiento o adopci¨®n que lo impida, crecer¨¢n sin conocer m¨¢s referentes que los pedagogos, psic¨®logos, trabajadores sociales y educadores de los centros de protecci¨®n. Se har¨¢n mayores sin haber sido ni?os del todo.
Los enfermos, los m¨¢s rechazados
Rosario Artamendi, que pertenece al departamento de Psicolog¨ªa Evolutiva de la Universidad de Oviedo, estudi¨® los perfiles de los menores y de las personas acogedoras que participaron en el programa Se buscan abrazos de la Fundaci¨®n Meni?os.
Entre los 52 peque?os acogidos por 36 familias se inclu¨ªa un 23% de discapacitados (s¨ªndrome de Down, par¨¢lisis cerebral, s¨ªndrome de alcoholismo fetal...), un 27% con alguna enfermedad (VIH, cardiopat¨ªas, hepatitis...) y un 29% de otra etnia o raza.
De su investigaci¨®n se concluye que la diferencia ¨¦tnica es el elemento m¨¢s aceptado por las familias, mientras que los trastornos de comportamiento y las enfermedades son lo m¨¢s rechazado por las personas dispuestas a acoger ni?os. "La caracter¨ªstica especial que no llega a ser aceptada en principio por ninguna familia es trastornos del comportamiento", plantean en el art¨ªculo. En contraposici¨®n, el 75% acoger¨ªa a ni?os de otra etnia, y presumiblemente de otra raza.
Artamendi estudi¨® a las familias que respondieron a la campa?a lanzada desde la Fundaci¨®n Meni?os para buscar hogares. De las que siguieron adelante en el programa, el 63% eran parejas, la mayor¨ªa con hijos biol¨®gicos. El 90% de las familias se mostr¨® dispuesto a acoger a ni?os con m¨¢s de ocho a?os, pero la cifra descend¨ªa conforme aumentaba la edad de los menores.
Finalmente, s¨®lo un 20% acoger¨ªa a adolescentes de entre 13 y 15 a?os. En cuanto a los grupos de hermanos, el 33% se declar¨® dispuesto a aceptar dos y s¨®lo el 4% llevar¨ªa a su casa a tres hermanos.
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