Llach y los Stones

Siempre que los Stones inician una nueva gira, sus departamentos de promoci¨®n sugieren por lo bajo "esta puede ser la ¨²ltima", lo que sin duda se convierte en un acicate comercial cuyo fundamento han estado a punto de hacer realidad una palmera y varios constipados. Los Stones llevan as¨ª a?os, especulando con su despedida.

Por el contrario, Llu¨ªs Llach est¨¢ estrenando su retiro, un retiro parcial que no le alejar¨¢ de la m¨²sica, sino de las obligaciones comerciales e industriales de la misma. Porque un m¨²sico no se retira, como tampoco un alba?il jubilado mira una pared tal que un lego, ajeno al ojo profesional.

El retiro significa para Llach "no publicar discos, no hacer giras y no estrenar espect¨¢culos", de suerte que como tambi¨¦n afirm¨® en marzo pasado al anunciar su deseo, no romper¨¢ la vinculaci¨®n con la m¨²sica, "ya que m¨¢s que retirarme deseo continuarla de otra manera", asegura.

En rom¨¢n paladino: Llach ya tiene bastante reconocimiento como para seguir sometido a unos planes no marcados por sus necesidades expresivas, sino por algo tan prosaico y escasamente art¨ªstico como las presiones del show business. Llach quiere el tim¨®n, se siente due?o de su futuro y tiene derecho a planificarlo.

Ahora s¨®lo falta que su p¨²blico no se tome las contadas actuaciones que vaya ofreciendo -v¨¦ase estas en el espect¨¢culo Tranuites Circus en el Teatre Nacional de Catalunya- como un adi¨®s, porque de ser as¨ª su despedida puede ser m¨¢s larga que la de los Stones.