Los l¨ªmites de la paz
Hace unas semanas, Jos¨¦ Blanco acu?¨® un apotegma tao¨ªsta: "Los que no saben, hablan, y los que saben, callan". Bueno, a partir del 30 de diciembre ya qued¨® claro en cu¨¢l de las dos categor¨ªas hay que apuntar al Presidente del Gobierno. Aunque la calificaci¨®n puede extenderse -y con agravantes- a la pl¨¦yade de expertos en el asentimiento y el hosanna que se han api?ado ¨²ltimamente para "asesorar" al pr¨®cer en lo tocante al fementido "proceso de paz". Rodeado de tantos empe?ados en dar jab¨®n, no es raro que el hombre haya resbalado. Y a¨²n se les oye tocar el tambor a los m¨¢s obstinados, como a los conejitos de las pilas incansables, llamando al somat¨¦n contra el PP, que no apoy¨® al Gobierno en su confusa aventura. Por cierto que no aclaran lo que hubi¨¦ramos ganado si la oposici¨®n hubiera brindado en este punto su adhesi¨®n inquebrantable al Ejecutivo, salvo que tras el atentado de Barajas se les habr¨ªa quedado cara de tontos a dos l¨ªderes en lugar de s¨®lo a uno. Seguir a estas alturas tratando de culpabilizar a los cr¨ªticos de Zapatero en nombre de lo que hizo o dej¨® de hacer Aznar es cubrirse de rid¨ªculo, cuando no de alguna sustancia a¨²n m¨¢s f¨¦tida. Pero no cejan porque cuando se les acaba el sectarismo se les agotan las ideas. Incluso hay alg¨²n caradura ignorante que sigue llamando "enemigos del proceso de paz" a quienes hicieron desde el primer d¨ªa las reservas y advertencias que luego se han revelado tan dolorosamente pertinentes.
Sin embargo, tampoco saldremos de pobres con quienes no cesan de bailar la danza de los siete velos pidiendo la cabeza del frustrado Pacificador. Convendr¨ªa recordar, en cambio, su afirmaci¨®n m¨¢s err¨®nea y reveladora: "Hoy estamos mejor que hace un a?o". Ning¨²n no nacionalista residente en el Pa¨ªs Vasco habr¨ªa suscrito semejante aseveraci¨®n. Y no s¨®lo por la intensificaci¨®n de la kale borroka, sino por el regreso de constantes formas de intimidaci¨®n personal (incluso contra gente moderada del PNV), vuelta a las pintadas y ocupaci¨®n de espacios p¨²blicos por paneg¨ªricos del terrorismo, etc¨¦tera. Pero tambi¨¦n por la perpetuaci¨®n de una situaci¨®n de acoso a cuanto no recibe el euskolabel nacionalista en la cultura, la educaci¨®n, la universidad, los festejos p¨²blicos... Si las cosas hubieran realmente mejorado, la gente menos adicta al r¨¦gimen no seguir¨ªa march¨¢ndose y los partidos constitucionales no tendr¨ªan cada vez m¨¢s problemas para encontrar voluntarios para las listas electorales. Los aspectos cotidianos que no chorrean sangre pueden hacer tambi¨¦n la vida insoportable o humillante para los menos d¨®ciles. Uno se pregunta: ?en cu¨¢ntas localidades de mi tierra me est¨¢ vedado comprarme una casita en el campo o ni siquiera irme a pasar una temporada? Pongo la ETB: aparece uno de los concursos m¨¢s populares, Date el bote. Cada uno de los participantes se presenta a s¨ª mismo con una breve cancioncilla y a m¨ª me toca el que canta "ya no se puede ir a los bares a potear tranquilo, est¨¢n llenos de polic¨ªas, a ver si los mandamos a todos a Jamaica". Risitas, es lo normal. Luego el programa de debate Pol¨ªticamente incorrecto, en el que aparecen en sobreimpresi¨®n mensajes de los telespectadores: "Los espa?oles son los terroristas, etc¨¦tera". Y si tropiezo con la retransmisi¨®n de la gran competici¨®n de bertsolaris en el palacio Euskalduna, ni cuento los loores a De Juana Chaos y similares que tendr¨¦ que ver en pancarta y soportar en verso. La lista es interminable, pero por lo visto s¨®lo interesa a quienes vivimos all¨ª.
Y es que se est¨¢ confundiendo desde comienzos del llamado "proceso" la paz con la tranquilidad. La paz es la Constituci¨®n, el Estado de derecho, los estatutos aprobados seg¨²n las normas legales y los c¨®digos penales y civiles que se aplican por igual a todos los ciudadanos espa?oles. Esa paz no pueden darla acuerdos subrepticios con los terroristas, ni con sus portavoces o servicios auxiliares ni con quienes se aprovechan del clima de intimidaci¨®n para sacar adelante sus proyectos pol¨ªticos presentados como derechos inamovibles e inalienables. Pero, en cambio, la tranquilidad (que viene de tranca, seg¨²n nos dec¨ªan de peque?os) s¨ª es algo que los mafiosos pueden alterar o restituir. Lo que no tenemos desde hace d¨¦cadas en el Pa¨ªs Vasco es tranquilidad: y los m¨¢s intranquilos de todos estamos quienes hemos luchado por mantener la paz y las libertades constitucionales. Tambi¨¦n en el resto de Espa?a el terrorismo ha sabido alterar criminalmente la tranquilidad de los ciudadanos, tom¨¢ndoles como rehenes para conseguir sus objetivos en Euskadi. Y lo que ahora ETA y quienes la secundan han ofrecido desde un comienzo al Gobierno no es sino la restauraci¨®n de la tranquilidad a cambio de modificar la paz constitucional al modo que a ellos les parezca m¨¢s conveniente. Es decir, aumentando la hegemon¨ªa nacionalista y blind¨¢ndola respecto a futuras intervenciones del Estado espa?ol, ll¨¢mesele a eso independencia o de cualquierotra f¨®rmula transitoria menos provocativa. Por ello ten¨ªa que haber una segunda mesa estrictamente pol¨ªtica, en la cual figurar¨ªan los hasta ayer ilegales junto con los nacionalistas legales que han prosperado durante estos a?os bajo la sombra del terrorismo y tambi¨¦n los no nacionalistas que all¨ª firmar¨ªan su acatamiento al nuevo orden que les relegaba a un papel secundario... pero eso s¨ª, mucho m¨¢s tranquilo. ?ste es el fondo del asunto y esto es lo que est¨¢ en juego: sobre esto es sobre lo que se pretende que haya ese "di¨¢logo" al cual los nacionalistas no quieren como es l¨®gico renunciar (aunque bastantes de ellos deploren ahora los modos y el apresuramiento de los etarras, que pueden echarlo todo a perder con su exceso de celo: por eso dice Egibar que el ciclo de la violencia est¨¢ "agotado").
Y ahora ?qu¨¦ nos espera? Pues m¨¢s de lo mismo, pero agravado. Josu Jon Imaz se ha convertido en la gran esperanza blanca de los que quieren a toda costa tranquilizarse asegurando que el PNV ya es m¨¢s leal a la legalidad constitucional que la Vieja Guardia a Napole¨®n. No dudo de la buena intenci¨®n de Imaz ni de muchos de sus correligionarios que le apoyan, pero los que mandan de veras son Ibarretxe, Urkullu, Egibar, Azkarraga y el resto de los convocantes de la manifestaci¨®n del s¨¢bado, en la que los socialistas vascos har¨¢n el papel de mamelucos (Patxi L¨®pez dice que ir¨¢n porque no quiere que se repita la desuni¨®n vergonzosa de las honras f¨²nebres de Fernando Buesa... ?como si de lo que ocurri¨® entonces hubieran tenido la culpa los socialistas!). Y luego vendr¨¢n las elecciones municipales. No s¨¦ si Batasuna lograr¨¢ presentarse a ellas con uno u otro nombre, pero en cualquier caso -como siempre- los verdaderamente ilegales ser¨¢n socialistas y populares, que no encontrar¨¢n gente para sus listas, no podr¨¢n hacer campa?a electoral con la libertad de los dem¨¢s, etc¨¦tera. Consecuencia: mayor¨ªa ampliada de los de siempre y viva el tripartito. Ibarretxe seguir¨¢ plan en ristre y dir¨¢ que m¨¢s que nunca es necesaria una consulta popular porque los asuntos de los vascos los tenemos que resolver "los de aqu¨ª". Continuar¨¢ la intimidaci¨®n callejera y quiz¨¢ tambi¨¦n los asesinatos. Y mucha gente de la que a¨²n no se ha ido pensar¨¢ que con tal de alcanzar por fin cierta tranquilidad cualquier concesi¨®n parece razonable...
S¨ª, hay que hacer algo, claro que hay que hacer algo. Por supuesto, recuperar el Pacto Antiterrorista, sobre todo en su pre¨¢mbulo, que condenaba el nacionalismo obligatorio estilo Lizarra (luego plan Ibarretxe) como precio al cese del terror. Pero es hora de ir decididamente m¨¢s all¨¢. Del famoso "proceso" queda en pie una frase que Zapatero repiti¨® varias veces: primero el final de la violencia, luego la pol¨ªtica. A lo largo de todos estos a?os hemos intentado hacer pol¨ªtica en el Pa¨ªs Vasco a pesar de la violencia y de su permanente adulteraci¨®n de la voluntad ciudadana intimidada. Pero puede que el Presidente tenga raz¨®n y que debamos tomar su f¨®rmula al pie de la letra. Es hora de que los constitucionalistas nos neguemos a participar en el juego pol¨ªtico mientras dure el terrorismo. No m¨¢s elecciones, no m¨¢s fingimiento de que se puede ser normal en plena anormalidad y de que quienes sacan ventaja de la situaci¨®n la padecen tanto como sus v¨ªctimas directas. La autonom¨ªa no puede beneficiar s¨®lo a unos, no es un derecho divino sin contrapartidas ni obligaciones con el Estado. Ya que tanto se invoca el caso irland¨¦s en otras ocasiones, podemos recordar que Blair no ha vacilado en suspender la autonom¨ªa mientras no se daban las condiciones pol¨ªticas y la aceptaci¨®n de la legalidad necesarias para la convivencia. La pervivencia del terrorismo y de quienes no lo condenan (o lo apoyan) y lo rentabilizan crea una situaci¨®n excepcional que es preciso encarar con medios pol¨ªticos excepcionales si queremos alguna vez romper el c¨ªrculo diab¨®lico en el que estamos metidos. Me parece que todos los ciudadanos que no esperan ventajas directas o indirectas de la coacci¨®n etarra o de la subasta pol¨ªtica de su liquidaci¨®n condicional pueden comprender, aceptar y apoyar estas medidas clarificadoras.
Un ¨²ltimo recuerdo para nuestros hermanos de Ecuador, que vinieron a Espa?a con su esfuerzo y sacrificio para labrarse un futuro, colaborando al desarrollo de nuestro pa¨ªs (como la inmensa mayor¨ªa de los inmigrantes, conviene recordarlo), y murieron v¨ªctimas de un terrorismo en el que los ricos asesinan a los humildes en nombre de ideales xen¨®fobos y retr¨®grados, a menudo con la comprensi¨®n pol¨ªtica -cuando no con la complicidad- del izquierdismo m¨¢s obtuso y falsario de Europa.
Fernando Savater es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid.
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