Scott Cohen: "Se ha de evitar que cada vez que bajes una canci¨®n, pagues"
El fundador de The Orchard, empresa de distribuci¨®n digital de m¨²sica, aboga por la tarifa plana para la descarga de canciones, al igual que ya hacen los canales de televisi¨®n por cable
Scott Cohen es cofundador de The Orchard, una de las compa?¨ªas m¨¢s importantes de distribuci¨®n digital de m¨²sica. Provee material a las grandes tiendas virtuales, as¨ª como a los servicios de telefon¨ªa. Su cat¨¢logo supera el mill¨®n de t¨ªtulos.
Pregunta. ?Fund¨® The Orchard movido por una intuici¨®n o por una certeza?
Respuesta. Mi socio Richard Gottehrer y yo no ten¨ªamos duda de que la venta digital era el futuro. Sab¨ªamos que el compacto era un sistema ya superado para almacenar informaci¨®n. Inicialmente pensamos que se trataba s¨®lo de un cambio de formato, de otra manera de almacenar m¨²sica. La pauta nos la dio una compa?¨ªa que trabajaba para enviar pel¨ªculas a los cines por v¨ªa telef¨®nica y evitar el transporte de bobinas de sala en sala. Si pod¨ªa descargarse una pel¨ªcula en 24 horas, qu¨¦ no podr¨ªa hacerse con la m¨²sica, que pesaba mucho menos. Eso era en 1995.
"Gratis significa perder tiempo, ganar inseguridad, pillar virus.... Pagar es mejor, garantiza la seguridad, la rapidez, informaci¨®n complementaria..."
P. ?Y seguimos ante un cambio de formatos?
R. No, en 1997 ya nos dimos cuenta de que lo que ocurr¨ªa era algo m¨¢s importante que un simple cambio de formato. Era un cambio que afectaba a c¨®mo la gente consume m¨²sica, c¨®mo paga por la m¨²sica, c¨®mo interact¨²a con ella. Este era el tema, la gran diferencia entre cambio de formatos (del vinilo al casete y de ambos al compacto) y la irrupci¨®n del mundo digital. Al a?o siguiente fundamos The Orchard.
P. ?No cree que estos cambios introducidos por la industria van a alterar artificialmente la est¨¦tica de la m¨²sica?
R. Todos los cambios de formato, del elep¨¦ al ¨¢lbum, del ¨¢lbum al single etc¨¦tera, representan formas artificiales de agrupar la m¨²sica. El ¨¢lbum es artificial, su existencia la ha determinado la tecnolog¨ªa. Son razones siempre de negocio o de industria, no de arte.
P. ?Y la industria hacia d¨®nde debe dirigirse?
R. La diferencia en el futuro estar¨¢ en el proceso. Ser¨¢ tan importante el resultado final como el proceso que sigue el artista para concluir su obra. Un ejemplo son programas como Operaci¨®n Triunfo. Conste que no los defiendo, pero resulta evidente que si no ves la tele cada d¨ªa y desconoces el proceso de creaci¨®n de las piezas y de los personajes, al escuchar la canci¨®n final probablemente la despreciar¨¢s. Ahora bien, si cada d¨ªa ves c¨®mo se visten, qu¨¦ comen, qu¨¦ opinan... la pieza te acaba gustando porque hay un conocimiento previo. Y una cierta empat¨ªa.
P. Esto puede variar nuestra concepci¨®n sobre el artista.
R. En efecto. Con este sistema de permanente contacto el artista sabe qu¨¦ funciona o no, puede introducir cambios y as¨ª aumentar la interacci¨®n con su p¨²blico. Arctic Monkeys han sido influidos por sus fans, que opinaban sobre las demos que ellos colgaban en la red. Ellos dec¨ªan "esto hacemos, movedlo, decidnos qu¨¦ opin¨¢is", y cuando lo supieron crearon el ¨¢lbum. Perderemos la imagen del artista intocable que crea para que luego la industria convierta su creaci¨®n en producto; le veremos crear, equivocarse, dudar... ser¨¢ incluso m¨¢s persona y m¨¢s rom¨¢ntico.
P. ?Las webs oficiales ganar¨¢n m¨¢s peso?
R. Al contrario, las webs de artista ya forman parte del siglo XX, del siglo pasado. En el actual tiene que haber sistemas de contacto m¨¢s directo con el artista, algo que actualice m¨¢s la informaci¨®n, mediante blogs, etc¨¦tera. La web es una isla que se opone a la idea de estar conectado con m¨¢s p¨²blico.
P. ?La prescripci¨®n ganar¨¢ terreno?
R. En efecto. Ahora, si te gustan las pel¨ªculas del perfil El se?or de los anillos, las webs te recomiendan algo que t¨² ya conoces, como la segunda parte de esa pel¨ªcula. Sin embargo, lo que se precisa es informaci¨®n nueva, actualizada y relevante. Por eso en m¨²sica te estancas en un momento de la evoluci¨®n y a cierta edad se pierde el inter¨¦s en la m¨²sica nueva; porque la industria no es capaz de sugerir con su pol¨ªtica prescriptiva que no es preciso ser joven para escuchar m¨²sica nueva.
P. ?Sugiere que facilitar la informaci¨®n y el consumo variar¨¢n los h¨¢bitos?
R. La gente quiere consumir m¨²sica, pero no quiere perder tiempo busc¨¢ndola. En la tele lo han resuelto con el cable, la proliferaci¨®n de canales y el mando a distancia. Enchufas la televisi¨®n y te quedas con lo que te gusta, ya sea f¨²tbol o pel¨ªculas. Te conectas y lo recibes. ?ste es el proceso digital al que se ha de llegar con la m¨²sica. Que t¨² puedas descargarte en casa o en la oficina lo que quieras. Adem¨¢s, se ha de evitar que cada vez que bajes una canci¨®n, pagues. Se trata de establecer una tarifa plana.
P. ?Esta forma de consumir m¨²sica funciona?
R. Hay 2.800.000 personas ya suscritas en todo el mundo. El principal problema de este sistema es que resulta tan bueno que la gente no se lo cree. Suena demasiado bien que, por un peque?o pago mensual, te puedas bajar miles de canciones.
P. ?El p¨²blico que est¨¢ acostumbrado a bajarse la m¨²sica gratis, empezar¨¢ a pagar?
R. En Internet puedo escoger entre pagar 10 o 15 d¨®lares al mes y tener canciones localizables, o tirarme cinco horas buscando la que quiero. La gente que tiene ordenador y conexi¨®n adecuada dispone de dinero, y no de tiempo. Gratis significa perder tiempo, ganar inseguridad. Pagar es mejor; garantiza seguridad, rapidez, informaci¨®n complementaria...
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