Una est¨¦tica desoladora
"El hombre es un abismo" es una de las pintadas que, con est¨¦tica de graffiti callejero, figura en el tel¨®n de la producci¨®n de Calixto Bieito para Wozzeck. Es tambi¨¦n una frase de la ¨®pera. Se comienza a intuir por d¨®nde van a ir los tiros. Como hiciera hace un par de a?os Robert Carsen para Il trovatore, de Verdi, en Bregenz, la escenograf¨ªa principal de Wozzeck -firmada por Alfons Flores- es una planta qu¨ªmica, con su despliegue de tuber¨ªas. Es espl¨¦ndida, como la casa que baja, incluso en una ocasi¨®n con un ramo de flores, para reflejar un ambiente de desolaci¨®n incluso m¨¢s que de pobreza.
Wozzeck es una obra maestra de la ¨®pera del siglo XX. De la ¨®pera a secas. Tiene una m¨²sica sensacional, de una fuerza arrolladora, y trata del dolor humano, de la b¨²squeda de algo a que agarrarse, de la crueldad, de la compasi¨®n, como le gusta subrayar a Theodor W. Adorno, de la misericordia en expresi¨®n de Arnoldo Liberman. Siempre su programaci¨®n es un acontecimiento. As¨ª que cuando se alz¨® el tel¨®n y se vio aquella imagen sugerente de civilizaci¨®n industrial fuera del tiempo, el espectador se pod¨ªa hacer ilusiones de que iba a ser una gran noche de ¨®pera.
Wozzeck De Alban Berg
Con Jochen Schmeckenbecher, Angela Denoke, Jon Villars, David Kuebler, Gerhard Siegel y Johann Tilli, entre otros. Director musical: Josep Pons. Director de escena: Calixto Bieito. Sinf¨®nica de Madrid. Coproducci¨®n con el Liceo de Barcelona. Teatro Real, 12 de enero.
La puesta en escena provoc¨® en el p¨²blico un rechazo bastante generalizado
Calixto Bieito sac¨® un partido teatral sensacional a casi todos los personajes
Y lo fue, pero s¨®lo en parte. Aunque esa parte sea, sin duda, lo m¨¢s importante: la m¨²sica. Hubo un gran reparto vocal, con dos prestaciones excepcionales de los personajes principales, Wozzeck y Marie, a cargo de Jochen Schmeckenbecher y Angela Denoke, y una actuaci¨®n sin altibajos a un alto nivel art¨ªstico del resto de los cantantes, tanto los de primera fila como los secundarios.
Despu¨¦s, y esto tiene mucho m¨¦rito, una direcci¨®n l¨ªrica, contrastada y llena de criterio de Josep Pons, que sac¨® un sonido d¨²ctil, poderoso, teatral y expresivo de una Sinf¨®nica de Madrid soberbia en su actuaci¨®n de ayer. Bueno, no es poco.
La puesta en escena fue harina de otro costal, provocando en el p¨²blico un rechazo bastante generalizado. Calixto Bieito es un director con talento, con un instinto especial para sacar de los actores sus facultades m¨¢s secretas, pero en m¨¢s ocasiones de las deseadas le pierde el exceso, la soberbia o el ansia de protagonismo, y ello conduce directamente a la p¨¦rdida de tensi¨®n dram¨¢tica en beneficio de la caricatura. Ayer sac¨® un partido teatral sensacional a casi todos los personajes, y especialmente a los de Wozzeck y Marie. Es un m¨¦rito que hasta sus m¨¢s enfervorizados detractores no le pueden negar. Sin embargo, en su desarrollo de Wozzeck abus¨® de lo superfluo y hasta de lo escatol¨®gico, y el lado po¨¦tico de la obra -que lo tiene- se le fue de las manos, y aquello desemboc¨® en una p¨¦rdida de intensidad teatral que perjudic¨® seriamente a la complejidad argumental de la obra. Un desfile de figurantes desnudos, por ejemplo, casi al final de la obra, en un momento que el espectador est¨¢ asimilando las dos muertes de los personajes principales, y reclama por encima de todo silencio y desnudez, es un acto de egolatr¨ªa caprichosa totalmente inaceptable por mucha justificaci¨®n metaf¨®rica que se le a?ada. Un retrato de doctor-carnicero tan soez como el que presenta es m¨¢s digno de Tarantino que de B¨¹chner y Berg.
El teatro est¨¢ en el interior de la m¨²sica y las emociones las transmiten los cantantes. Una puesta en escena debe estar al servicio de estos principios. Bieito, que se permiti¨® varios golpes geniales de teatralidad, no tuvo la continuidad exigible a su talento, y la ¨®pera fue perdiendo inter¨¦s visual y conceptual conforme transcurr¨ªa en beneficio de una frialdad esc¨¦nica decepcionante por acumulaci¨®n de efectos gratuitos.
El p¨²blico fue respetuoso a lo largo de la representaci¨®n -incluso los que fueron abandonando la sala lo hicieron en absoluto silencio- y estall¨®, en un notable porcentaje, en protestas al final con gritos de "fuera, fuera" nada m¨¢s concluir la representaci¨®n y antes de comenzar los saludos de los artistas. Ovacion¨®, sin embargo, con much¨ªsimo calor a los cantantes y al director musical. Al margen de las opiniones de cada cual, demostr¨® que est¨¢ vivo, pues sus adhesiones y rechazos los expuso con respeto y educaci¨®n, aunque con la pasi¨®n natural que genera casi siempre el teatro l¨ªrico.
El Real, en cualquier caso, se apunta un ¨¦xito al mostrar a su p¨²blico una ¨®pera excepcional, con una est¨¦tica no frecuente y de indiscutible ¨¦xito entre cierto tipo de espectadores. La misi¨®n principal de un teatro de ¨®pera de fuste -calidad, aparte- es precisamente abrir el repertorio a todas las ¨¦pocas y mostrar las est¨¦ticas y formas de interpretaci¨®n m¨¢s diferentes que circulan por esos mundos.
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