Del 0,7% al 0,091%, o c¨®mo la propaganda sustituye a la solidaridad
El titulo de este art¨ªculo no pretende ser un juego matem¨¢tico, sino mostrar la realidad de la solidaridad vasca con los pa¨ªses empobrecidos. El 6 de enero recib¨ªamos una noticia que parec¨ªa un regalo navide?o de solidaridad. El consejero de Vivienda y Asuntos Sociales, Javier Madrazo, explicaba que el Gobierno vasco destina el 0,5% de su presupuesto a cooperaci¨®n al desarrollo, y que el objetivo estrat¨¦gico para 2012 era alcanzar el 0,7%. El problema es que el conocido 0,7% de la propuesta de la ONU se refiere no al presupuesto, sino al Producto Interior Bruto. Pero ese 0,7% anunciado por Madrazo supone apenas el 0,091% del PIB de la CAPV y est¨¢ muy alejado de los objetivos marcados hace m¨¢s de treinta a?os por las Naciones Unidas. As¨ª que no vemos motivo de alegr¨ªa en saber que en el futuro seguiremos sin alcanzar ni de lejos dichos objetivos.
Nuestros gobernantes son nuestros intermediarios con el resto del mundo y llevan 25 a?os racaneando en nuestro nombre
Nuestra aportaci¨®n sigue siendo apenas la mitad del 0,7% del que todos hablan y hacia el que dicen avanzar
Es cierto que no debemos olvidar que al porcentaje anterior hay que a?adir lo que destinamos v¨ªa cupo a trav¨¦s del Gobierno espa?ol. Pero, incluso as¨ª, quedamos muy lejos de la media europea. Pese a la bonanza econ¨®mica, en el a?o 2004, sumando las cantidades aportadas por las administraciones vascas (50 millones de euros) a la aportaci¨®n v¨ªa cupo a la cooperaci¨®n estatal (108,9 millones), m¨¢s otras aportaciones, dan como resultado 162 millones; es decir, el total de nuestra ayuda es solo el 0,33% de nuestro PIB. Sigue siendo apenas la mitad del 0,7% del que todos hablan y hacia el que dicen avanzar. Despu¨¦s de m¨¢s de veinticinco a?os de autogobierno, nos doblan con creces en ayuda Suecia (0,92%), Luxemburgo (0,87%), Noruega (0,83%), Holanda (0,82%) y Dinamarca (0,81%).
Pobre balance de solidaridad el nuestro. Aunque quedamos estupendamente si nos comparamos con Estados Unidos -all¨ª solo dedican el 0,22% del PIB-, seguimos por debajo de casi todos los pa¨ªses ricos. Y esto a pesar de que somos un pa¨ªs rico entre los ricos. El PIB per c¨¢pita de la CAPV, la riqueza que generamos por habitante, supera ampliamente a la de pa¨ªses como Francia o Alemania; nuestra econom¨ªa crece casi el doble que la media de la UE, y somos un 25% m¨¢s ricos que el promedio del estado espa?ol. Por eso nuestra solidaridad queda a¨²n m¨¢s en cuesti¨®n si miramos las diferencias que nos separan de los pa¨ªses empobrecidos.
La esperanza de vida es tal vez el dato estad¨ªstico m¨¢s significativo para visualizar las condiciones en que transcurre la vida de las personas. Pues bien, quienes habitamos en la CAPV vivimos el doble que la gente de nueve pa¨ªses africanos. Mientras que aqu¨ª vivimos casi 80 a?os, en algunos pa¨ªses no se llega a los 40, y lo peor es que en el ?frica subsahariana la esperanza de vida esta descendiendo, habiendo pasado de 50 a?os a 46 entre 1990 y 2003. Hoy, en diez pa¨ªses de ?frica la esperanza de vida es menor de 40 a?os, de ellos 9 est¨¢n a la cabeza en casos de sida. En algunos casos la disminuci¨®n es alarmante: en Zambia han pasado de 49,7 a?os a 32,4 y en Zimbabwe de 56 a 33,1 a?os. El sida ha hecho que algo similar haya sucedido en otros 15 pa¨ªses en los ¨²ltimos treinta a?os, aunque m¨¢s bien habr¨ªa que achacarlo a la falta de medidas preventivas y de tratamiento a las personas enfermas, consecuencia tambi¨¦n de la pobreza.
Un 40% de la poblaci¨®n mundial vive en la pobreza, pero a¨²n as¨ª los pa¨ªses pobres aportan todos los a?os a los ricos el equivalente a veinte veces el presupuesto del Gobierno vasco. Actualmente, 852 millones de personas sufren hambre, un hambre que no es consecuencia de la falta de comida. Cualquiera que haya estado de vacaciones en la India (donde 200 millones de personas pasan hambre) o en Brasil (con casi 40 millones) sabe que ni los turistas ni los ricos del lugar pasamos hambre. Las tiendas est¨¢n llenas de comida, pero gran parte de la poblaci¨®n no tiene con qu¨¦ pagarla, as¨ª que el problema tiene que ver con la desigualdad y la injusticia, no con la escasez.
Como muchas de estas situaciones nos quedan lejos, tendemos a pensar que no nos afectan, pero nos equivocamos. No se trata solo de que tengamos la ineludible obligaci¨®n moral de ayudar a otros pa¨ªses m¨¢s pobres a mejorar sus condiciones de vida, m¨¢s a¨²n siendo como somos un pa¨ªs especialmente rico, ni de que estemos incumpliendo acuerdos internacionales al no hacerlo, sino que, adem¨¢s, las consecuencias ¨²ltimas de la pobreza y el hambre (conflictos, movimientos de poblaci¨®n, da?os al medio ambiente, enfermedades, etc.) acaban alcanz¨¢ndonos de una u otra forma.
En un mundo globalizado, todos somos vecinos y a todos nos afecta lo que pase en nuestro vecindario. Nuestros gobernantes, en este caso el Gobierno vasco, son nuestros intermediarios con el resto del mundo y llevan 25 a?os racaneando en nuestro nombre. No estar¨ªa mal que esta actitud cicatera, que intentan enmascarar con datos confusos y mensajes autocomplacientes, les pasara factura pol¨ªtica alguna vez.
Mikel Isasi y Mart¨ªn Barriuso son miembros de Zutik.
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