Dictaduras
No s¨¦ qu¨¦ habr¨¢ sido de las brujas en Polonia. Con los p¨ªos gemelos Kaczynski de jefes, no debe quedar ni una escoba. Las noticias que llegan es que los cat¨®licos m¨¢s exacerbados se dedican ahora a la caza de obispos y curas. Pasados 17 a?os del derrumbamiento incruento del totalitarismo comunista, se ampl¨ªa d¨ªa a d¨ªa la lista de cualificados pastores acusados de complicidad con el r¨¦gimen, y ello en un pa¨ªs donde la Iglesia custodi¨® al tiempo la Sagrada Forma, el Alma Nacional y (en parte) la Oposici¨®n. Por eso, los p¨ªos gemelos Kaczynski hablan de una aut¨¦ntica "crisis nacional", tras el estallido del caso Wielgus, el arzobispo de Varsovia que tuvo que dimitir dos d¨ªas despu¨¦s de su nombramiento. Ahora son muchos m¨¢s los monse?ores sospechosos de bendecir el poder autoritario e incluso de confesarse con su polic¨ªa pol¨ªtica. En la Rep¨²blica Checa, despu¨¦s del cambio democr¨¢tico, se iniciaron unos 500 procesos judiciales contra presuntos colaboradores del r¨¦gimen, incluidos escritores, artistas y periodistas acusados de hacer horas extras como delatores. La que devolvi¨® la libertad a los checos fue la llamada Revoluci¨®n de Terciopelo, pero ese suave tr¨¢nsito no impidi¨® que en 2003 el Ministerio del Interior hiciera p¨²blica la lista de unos 125.000 activos represores y c¨®mplices.
Son noticias que aqu¨ª, en Espa?a, se leen con extra?eza o con ir¨®nica perplejidad. Aqu¨ª, en Espa?a, no se plantearon ese tipo de problemas porque siempre tuvimos una Iglesia homeop¨¢tica antifascista y una dictadura de dem¨®cratas totalitarios, quiz¨¢s con la excepci¨®n de Franco, que era m¨¢s bien un nacionalista liberal africanista, como acertadamente nos explica el historiador y ex deportista P¨ªo Moa. Lo que pasa es que hab¨ªa que disimular. Empiezas disimulando un d¨ªa y luego lo tomas en serio. Como en el teatro. Hubo un censor, Serrano Castilla, que en 1959 trat¨® de poner en su sitio al mism¨ªsimo pr¨ªncipe de Dinamarca: "?Voy a llevar a Don Hamlet al pared¨®n!". ?Lo ven? Un cachondeo, la dictadura. Yo lo ¨²nico que pido es que venga un cami¨®n polaco o checo y se lleve de una vez la estatua de Mill¨¢n Astray que se yergue, brazo en algo, en el justo centro de la ciudad en la que vivo. No es por memoria hist¨®rica. Es por memoria est¨¦tica.
Su ambici¨®n es hacer de cada ciudadano un esbirro. El desafecto es tratado como un ex hombre.
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