El presidente sigue en la oposici¨®n
Ram¨®n Calder¨®n se ha pasado tantos a?os a la contra que a¨²n se comporta como un opositor, como un lenguaraz agitador que puede decir lo que le venga en gana sin responsabilizarse del perjuicio causado a la instituci¨®n. Ocurre que, por ahora, a la espera de lo que dictamine el juzgado, es el presidente del Real Madrid, no su eterno opositor. Y cuando se ocupa un cargo de tal dimensi¨®n se es presidente durante 24 horas al d¨ªa, ya sea ante un grupo de socios, una corte de periodistas o un auditorio universitario. En su fuero interno, Calder¨®n est¨¢ convencido de todo lo que dijo ante los estudiantes porque se sinti¨® ingenuamente libre como para sostener su credo. Se olvid¨® de su rango en el Madrid porque hasta ahora jam¨¢s ha actuado como tal y, lo que es peor, le falt¨® altura para darse cuenta de que nada de su discurso beneficiaba al club, que est¨¢ muy por encima de la imprudencia verbal de sus presidentes.
Hasta la fecha, siete meses despu¨¦s de llegar al cargo, Calder¨®n se ha querido maquillar como si fuera el chairman de un equipo brit¨¢nico. "Lo que diga Mijatovic, lo que diga Capello, yo no me meto en la parcela deportiva", ha sido una de sus cantinelas favoritas. Pura palabrer¨ªa. Una cosa es no ser un mandatario intervencionista que juegue a t¨¦cnico y otra muy diferente olvidarse de que las decisiones finales son del presidente. De lo contrario, el club, que ya tiene que estar sometido al vaiv¨¦n electoral de cada cuatro a?os, tambi¨¦n se ver¨ªa cortocircuitado por los caprichos del t¨¦cnico o el director deportivo de turno. Beckham y Ronaldo son patrimonio del Madrid, no de Capello, que est¨¢ en su derecho de no alinearles, no de decretar su abrupta salida del club. Esa decisi¨®n corresponde al presidente. Como corresponde al presidente citar a sus primeros ejecutivos en su despacho, no acudir ¨¦l al campo de entrenamiento, a unos metros de donde se ejercitan los principales acusados de la crisis deportiva, a los que impide cualquier defensa para luego, d¨ªas despu¨¦s, ir a su casa a pedirles perd¨®n.
Mientras Calder¨®n se presenta como falso chairman, resulta que no siempre cede la iniciativa a su principal coro directivo. ?l publicita las negociaciones con Gago e Higua¨ªn, lo que dispara el mercado de valores en el que juega Mijatovic. ?l amplifica el desprecio de Capello por Ronaldo, lo que rebaja la cotizaci¨®n de un futbolista por el que el club quiere ahora sacar tajada del Milan. ?l es quien revela al universo que una de sus estrellas, Beckham, le ha toreado, lo que pone bajo sospecha la capacidad del presidente del Madrid y sus asesores, expuestos desde ahora a cualquier otra ver¨®nica. ?l divulg¨® de forma indiscreta un supuesto megaproyecto entre el club que preside y la NBA, con lo que logr¨® irritar a dos de sus directivos implicados en la secci¨®n de baloncesto y a la ACB, por ahora la patronal del equipo. ?l es quien, en vez de echar un buen rapapolvo p¨²blico a su t¨¦cnico por su grosera peineta a dos socios que hasta puede que le votaran, acepta que el Madrid rastree la identificaci¨®n de los se?alados por el dedo capellista.
Para remendar la crisis del Madrid, excluidos Beckham y Ronaldo, a Calder¨®n s¨®lo le faltaba sacar de quicio gratuitamente a Casillas y Guti y tachar de r¨¢canos e ignorantes a los componentes de la plantilla, el primer activo de la instituci¨®n que verdaderamente deber¨ªa presidir. Y, de remate, para justificar su incumplida promesa electoral del fichaje de Kak¨¢, acusa a su predecesor de haberle saboteado. Lo hace sin mostrar pruebas y obviando que hubo un tiempo no lejano en el que Calder¨®n se sentaba en la sala directiva que presid¨ªa Florentino P¨¦rez. Parece que en Calder¨®n el ¨²nico recuerdo vigente es el de su largo recorrido en la oposici¨®n. Como tal sigue comport¨¢ndose.
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