La literatura es un juego
Georges Perec construy¨® su obra a base de retos: escribir una novela prescindiendo de la letra e, la vocal m¨¢s com¨²n en franc¨¦s, o construir una narraci¨®n siguiendo los pisos de un edificio. Ahora se publica por primera vez en Espa?a Me acuerdo, unas peculiares memorias en las que se prescinde de la cronolog¨ªa para acumular casi 500 frases que empiezan con las dos palabras del t¨ªtulo.
Finos lectores de buena narrativa, matem¨¢ticos, enigmistas, profesores de ret¨®rica, aficionados a los crucigramas, mani¨¢ticos del orden, coleccionistas de textos raros y curiosos, lexic¨®grafos, amantes (de puzles y cat¨¢logos), contables (de palabras y cosas) y convencidos sin remedio de que los g¨¦neros literarios se moldean como la plastilina, estamos de enhorabuena por el regreso m¨²ltiple de George Perec (1936-1982) a nuestras librer¨ªas. A este descendiente de jud¨ªos polacos emigrados, hu¨¦rfano desde ni?o y castigado con una muerte prematura, le debemos una de las grandes novelas del siglo XX, La vida instrucciones de uso (1978), prodigiosa partida de ajedrez contra el tiempo y el espacio, que Anagrama acaba de reimprimir por en¨¦sima vez, y le debemos tambi¨¦n que en 1967 se uniese al Oulipo (Taller de Literatura Potencial), creado por Raymond Queneau y el matem¨¢tico Le Lionnais en 1961, y al que se unir¨¢ asimismo Italo Calvino (?no es su novela Si una noche de invierno un viajero, de 1990, el canto del cisne de la narrativa oulipana?). Oulipo fue una de las ¨²ltimas vanguardias, o una de las primeras neovanguardias, capaz de abrir las ventanas de la ficci¨®n al aire puro de la ciencia y la combinatoria matem¨¢tica, y cuyo Atlas de litt¨¦rature potentielle acaba de reimprimir Gallimard, un cat¨¢logo de m¨¢quinas textuales para la creaci¨®n literaria (pal¨ªndromos, como el de 5.000 palabras perge?ado por el propio Perec, anagramas, lipogramas como el que da raz¨®n de su novela La disparition, crucigramas, juegos de repetici¨®n y recurrencia, caligramas, estructuras combinatorias y otros mecanismos a los que el lector se podr¨¢ asomar en el manual de M¨¤rius Serra, Verbalia. Juegos de palabras y esfuerzos del ingenio literario (Pen¨ªnsula, 2001). Derrocharon imaginaci¨®n creando historias a partir de retos enigm¨ªsticos y tratando de ordenar el caos de la vida dom¨¢ndolo con el l¨¢tigo de la ret¨®rica para que el individuo conozca mejor su entorno, de suerte que listados, recuerdos y clasificaciones (en 1985, a t¨ªtulo p¨®stumo, aparece la recopilaci¨®n de textos Pensar-Clasificar (Gedisa) devienen lugares comunes de su narrativa original¨ªsima -valga el ox¨ªmoron- que, desde la sonrisa ir¨®nica, viene a situarse junto a Bouvard y P¨¦cuchet en su cr¨ªtica a toda empresa literaria -l¨¦ase "naturalismo", pero tambi¨¦n, sin miedo, nouveau roman- que pretenda describir el mundo. Si acaso aspira a enumerar su mundo, como lleva a cabo en ese libro delicioso titulado Me acuerdo (1978).
Y as¨ª como La vida instruccio nes de uso constituye una novela-puzle construida con relatos abiertos y dispuestos en contrapunto, Me acuerdo (1978), traducida ahora por vez primera al castellano por Berenice, no es sino una autobiograf¨ªa fragmentaria que puede leerse como una enciclopedia sui g¨¦neris de varias d¨¦cadas del XX, compuesta a su vez de 480 entradas o r¨¢fagas de la memoria, que pasan como fotogramas por la mente del lector. F¨ªjense: "me acuerdo de" los fulares de seda hechos de tela de paraca¨ªdas, del zapato de Jruschov en la ONU, los monocromos de Yves Klein y el apuesto Alain Delon, del genio de Cocteau y las hambrunas de Biafra, de Citro?n anunci¨¢ndose en la Torre Eiffel y Fausto Coppi pedaleando, de un nazi llamado Eichmann y el sombrero de Maurice Chevalier, de Oswald mitificando a Kennedy, de Siss¨ª, un Cadillac, tres de los siete enanitos, el fragmento, el juego con el tiempo y el espacio, el ejercicio de la libertad textual, un caleidoscopio del siglo XX, un modelo de literatura sin modelo, bendita literatura l¨²dica, un placer. Su obra, un experimento continuo y sin lugar a dudas impresionante, le da la mano a la matem¨¢tica, pero tambi¨¦n a la poes¨ªa, recuerda que, efectivamente, la literatura se hace con palabras, que no con ideas ("los escritores alinean palabras", se?ala en Especies de espacios), y se emparenta, en m¨¢s de un sentido, con los esfuerzos de Robert Coover por consolidar las opciones de una narrativa basada en la no linealidad del hipertexto.
En 1969 hab¨ªa publicado su c¨¦
lebre novela La disparition, 78.000 palabras en 300 p¨¢ginas escritas sin la letra e, la m¨¢s com¨²n en franc¨¦s, un hito que los traductores lograron tambi¨¦n en espa?ol no utilizando la letra a, la m¨¢s com¨²n de nuestro idioma, en la edici¨®n que public¨® Anagrama en 1997 con el t¨ªtulo de El secuestro. M¨¢s tarde pens¨® en el ejercicio de estilo contrario y public¨® en 1972 Les revenentes, otra estupenda novela (propuesta de axioma: toda imposici¨®n formal avivada por el talento pasa a ser acicate de la imaginaci¨®n), esta vez escrita s¨®lo con la vocal e. En Especies de espacios (1974), Perec se impone la tarea de fragmentar los espacios del mundo cotidiano y reflexionar sobre ellos con la complicidad del lector: un edificio parisiense y sus vecinos ('El inmueble. Proyecto de novela', prefigura y anuncia su novela fundamental, La vida instrucciones de uso), la p¨¢gina, espacio del escritor, o el apartamento (divertidas variaciones sobre treinta metros cuadrados). La misma fragmentaci¨®n encontrar¨¢ el lector, aplicada, como en Me acuerdo, a la memoria, en W o el recuerdo de la infancia (1975), traducida por El Aleph en 2003 y a cuya concepci¨®n se refiere la jugosa 'Carta a Maurice Nadeau' recogida en el volumen miscel¨¢neo Nac¨ª. Textos de la memoria y el olvido, que incluye adem¨¢s 'Los noqui del oto?o o respuestas a algunas preguntas que tienen que ver conmigo', preciosas reflexiones acerca del oficio de escribir y de su propia po¨¦tica, y que Abada acaba de traducir al mismo tiempo que reedita El viaje de invierno, un divertimento trufado de gui?os al Borges de 'Pierre Menard' y de 'Kafka y sus precursores', y al Proust del episodio de la magdalena y las reminiscencias, que se inventa al autor de un libro ignoto que plagia a Verlaine, Rimbaud o Mallarm¨¦ antes de que estos poetas hayan escrito a¨²n sus versos. Su narrativa de vanguardia se muestra extremadamente l¨²dica, pero, pese a lo que pueda pensarse en una mirada apresurada a sus libros, la inclinaci¨®n que manifiesta por el juego o la aparente banalidad no la deshumaniza, en todo caso la humaniza y en grado extremo, pues en realidad Perec cartograf¨ªa nuestra vida al mismo tiempo que anuda objetos con recuerdos y espacios con momentos, haci¨¦ndonos ver que todo se encuentra relacionado, que "todo est¨¢ en todo, se dir¨ªa que merced a una corriente formidable de flujos y circulaciones secretas", como escribi¨® Balthus, que Perec dispone en sus p¨¢ginas de forma magistral. A Perec, que intuy¨® que quien conquista las palabras conquista sobre todo las cosas, le fue dado el don de crear el mayor espect¨¢culo verbal del mundo, el circo de las palabras actuando en varias pistas.
Georges Perec. Me acuerdo. Traducci¨®n de Yolanda Morat¨®. Berenice. C¨®rdoba, 2006. 173 p¨¢ginas. 15 euros.
Nac¨ª. Textos de la memoria y el olvido. Traducci¨®n de Diego Guerrero. Abada. Madrid, 2006. 116 p¨¢ginas. 9 euros.
El viaje de invierno. Traducci¨®n de Juan Barja. Abada. Madrid, 2006. 32 p¨¢ginas. 9 euros.
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