Zafarrancho en el PP
Cunde la agitaci¨®n en la tripulaci¨®n del PP mientras Mariano Rajoy encabeza, con resultados harto inciertos, otra fiera embestida al Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, esta vez a cuenta de la ruptura de la tregua que ETA dice mantener despu¨¦s de matar a dos personas y demoler un edificio en Barajas. El presidente valenciano, Francisco Camps, se fotograf¨ªa sonriente con un capitel recuperado del claustrillo del monasterio de la Valldigna (que exhibe, por cierto, un espl¨¦ndido escudo de las cuatro barras) pero en sus ojos brilla el furor ante la nueva rebeli¨®n de los seguidores de Eduardo Zaplana.
La batalla por el control de la Caja de Ahorros del Mediterr¨¢neo, con dos listas auspiciadas por dos sectores del mismo partido en el gobierno de la Generalitat, evidencia que la legislatura acaba tal como empez¨®. La derecha se dispone a culminar doce a?os de poder auton¨®mico con un horizonte electoral borrascoso (ya que el pacto entre Esquerra Unida y el Bloc modifica sustancialmente la aritm¨¦tica de los votos) y una divisi¨®n interna que nunca se ha cerrado. Quiero decir que la pol¨ªtica del presidente, basada en no afrontar problema alguno, agazapado en la opacidad institucional y camuflado por una sucesi¨®n de juguetes propagand¨ªsticos (ahora mismo empieza a aburrirse de los barcos de la Copa del Am¨¦rica y manosea con excitaci¨®n los coches de la F¨®rmula 1), no ha resuelto nada, como era de prever. Si acaso, ha ido cargando las bodegas de engorrosa chatarra.
El desorden del PP valenciano, urdido con broncas municipales por las listas y candidaturas locales que se escinden aqu¨ª y all¨¢, con trifulcas entre zaplanistas y campistas de la envergadura de la que ha explotado en Alicante por dirigir la caja, con peleas de baja o media intensidad y contratiempos judiciales como el que ha obligado a abandonar el cargo al alcalde de Vila-real, revelan el fracaso de una pol¨ªtica cuya proyecci¨®n medi¨¢tica no admite fisuras.
Vulnerado el tab¨² partidista de que los socialistas son tontos y malos (bien que le ha venido a Zaplana el apoyo interesad¨ªsimo de las huestes de Joan Ignasi Pla para plantar cara a Camps y abrir una brecha de grandes proporciones en la improbable unanimidad de la derecha ind¨ªgena), el PP valenciano se ofrece a la opini¨®n p¨²blica en pleno zafarrancho, sin saber d¨®nde est¨¢ el enemigo ni qui¨¦n manda all¨ª.
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