La pol¨ªtica somos todos
En su mensaje de fin de a?o a los italianos, el presidente Giorgio Napolitano evoc¨® un episodio de la Resistencia antifascista en que un joven de diecinueve a?os, al escribir a su madre a punto de ser fusilado, refutaba la idea totalitaria de que la pol¨ªtica es cosa propia de una minor¨ªa de especialistas, cuando no algo sucio y despreciable. "Nosotros mismos somos la cosa p¨²blica", conclu¨ªa. Dicho de otro modo, el sujeto de la pol¨ªtica no debe ser otro que la totalidad de los ciudadanos. El relato ven¨ªa a cuento ante el clima reinante en la vida pol¨ªtica italiana, no ya de confrontaci¨®n y de cr¨ªtica entre partidos que compiten por el poder, sino de una continua pelea de gallos en que nada cuenta sino la destrucci¨®n de la imagen del otro. Semejante degradaci¨®n de la forma del conflicto impide la creaci¨®n de "un clima sereno y constructivo", y sobre todo genera un distanciamiento cada vez mayor entre los ciudadanos y las propias instituciones.
La advertencia resulta del todo aplicable a la situaci¨®n espa?ola. Las manifestaciones c¨ªvicas del s¨¢bado d¨ªa 13 han sido, en cuanto a participaci¨®n y desarrollo, una espl¨¦ndida prueba de que es realizable la aspiraci¨®n de una vida pol¨ªtica a la cual se incorpore activamente la mayor¨ªa de los espa?oles. A pesar de las lamentables maniobras que las precedieron, los ciudadanos han sabido responder con una asistencia masiva y con una respuesta inequ¨ªvoca, tal y como supieron plantear Almudena Grandes y los portavoces ecuatorianos Luc¨ªa Roseto y Francisco Morales desde el estrado de la Puerta de Alcal¨¢. Al terminar el minuto de silencio por las dos v¨ªctimas, el grito un¨¢nime de respuesta fue un "?ETA, no!". La consecuencia a extraer es bien clara. La sociedad civil es consciente de la necesidad de una convergencia entre el Gobierno y los partidos que traiga de una vez "la paz" al Pa¨ªs Vasco, entendida como normalizaci¨®n de una vida social y pol¨ªtica golpeada una y otra vez por el terror. ?ste debiera ser el denominador com¨²n en el cual coincidieran siempre que fuese posible el Gobierno, la oposici¨®n del PP, los dem¨¢s partidos democr¨¢ticos, las asociaciones de v¨ªctimas, estando dispuestos en todo momento a dar prioridad a una uni¨®n de prop¨®sitos efectiva que dejase claro a los terroristas la inutilidad de su estrategia de muerte.
Sin embargo, el propio ¨¦xito de las grandes manifestaciones antiterroristas de la ¨²ltima d¨¦cada ha servido tambi¨¦n para que los partidos pol¨ªticos contemplaran la posibilidad de aprovecharlas para incrementar su apoyo social en detrimento del adversario. Naturalmente, esta fractura no puede ser creada a la luz del d¨ªa, pues entonces la maniobra da lugar a un efecto bumer¨¢n para quien la dise?a. As¨ª que resulta preciso acudir a t¨¦cnicas m¨¢s o menos sofisticadas de manipulaci¨®n del lenguaje, poniendo sobre la mesa palabras que, aparentemente, ofrecen unidad y en realidad crean divisi¨®n. Un ejemplo bien claro de esa t¨¢ctica perversa fue la convocatoria de la manifestaci¨®n de Bilbao por un lehendakari empe?ado en recuperar a cualquier precio su protagonismo, al adoptar un lema que enlaza "la paz" y "el di¨¢logo", lo cual implica que el atentado de Barajas ha sido algo irrelevante y que sigue m¨¢s vigente que nunca, contra todas las evidencias sobre el papel decisivo de la acci¨®n policial, la idea de que "el conflicto vasco" s¨®lo puede tener una soluci¨®n pol¨ªtica. Lo ha concretado en la clausura de la manifestaci¨®n, en su calidad de ¨²nico orador: el "derecho a decidir" de los vascos, la autodeterminaci¨®n. Era un lema acu?ado mirando a ETA. Como prueba adicional de ese orden de prioridades, donde el fin del terror ocupaba un puesto secundario para Ibarretxe, el a?adido de ¨²ltima hora -"exigimos el fin de ETA"- figuraba en la pancarta en letra peque?a, al modo de aquellos anuncios de que el tabaco perjudica a la salud en las cajetillas, para no ser le¨ªdo. En fin, fija la supresi¨®n de la Ley de Partidos como precio para su integraci¨®n en el consenso general pedido por Zapatero. Tras un periodo de eclipse forzoso, nuestro txistulari de Hamelin vuelve a su t¨¢ctica de siempre.
Poca cosa puede decirse del Partido Popular. Ya en la manifestaci¨®n de Madrid, su direcci¨®n volvi¨® a poner de relieve que la obsesi¨®n por mantener inc¨®lume la estrategia de enfrentamiento del partido contra el Gobierno de Zapatero le conduce no s¨®lo al aislamiento sino a convertirse en la principal coartada de la pol¨ªtica del Gobierno sobre Euskadi. Una cosa es criticar, y otra descalificar sin excepci¨®n todas y cada una de las actuaciones gubernamentales. Una vez adoptado el lema de "Por la paz, la vida, la libertad" no hab¨ªa excusa cre¨ªble, salvo oponerse por oponerse, ya que del mismo modo que la f¨®rmula "paz y di¨¢logo" descalifica la opci¨®n policial y lo f¨ªa todo a una negociaci¨®n pol¨ªtica que ETA ya se encargar¨ªa de encauzar a bombazos, la aqu¨ª propuesta "paz, vida y libertad", vincula el primer t¨¦rmino con el establecimiento de una convivencia ciudadana de la que el terror desaparezca. La participaci¨®n de los populares habr¨ªa servido para desmentir la acusaci¨®n, ahora reforzada, de partidismo en el tema ETA. Optaron nada menos que por exigir la desconvocatoria de las manifestaciones, cuando s¨®lo con un m¨ªnimo de sensibilidad cabe percibir que es masivo entre espa?oles y vascos el deseo de que termine esta pesadilla. El maximalismo sigui¨® presidiendo la intervenci¨®n de Rajoy en el Congreso, hasta el punto de no percibir que el problema no consisti¨® en la existencia del acuerdo parlamentario de mayo de 2005 autorizando la negociaci¨®n, sino justamente su incumplimiento al insistir en la misma cuando resultaba evidente que ETA no ten¨ªa intenci¨®n de dejar las armas.
As¨ª que el Gobierno ha podido capear sin dificultad la tormenta que inicialmente le amenazara, al estrellarse el optimismo de Zapatero con el muro del atentado de Barajas. La respuesta del presidente consisti¨® en una h¨¢bil operaci¨®n de dosificaci¨®n del mensaje pol¨ªtico. Zapatero se limit¨® a esperar la elaboraci¨®n de un consenso con otros partidos, excluido el PP, y a que el tema se enfriase. Antes de subir al trapecio, hab¨ªa que afianzar la red. No estuvo ausente, sino agazapado en espera de que la opini¨®n p¨²blica olvidase su imprevisi¨®n, tal vez justificable pero siempre molesta, y se fijara en el futuro, con el PP sirviendo por voluntad propia como siempre de chivo expiatorio para excusar la falta de unidad. Rubalcaba cubri¨® el vac¨ªo, y lo hizo con su proverbial habilidad.
A ese patr¨®n responde la t¨¢ctica seguida, v¨ªa sindical, por los responsables socialistas de la manifestaci¨®n del s¨¢bado 13. La intransigencia al mantener como lema "la paz", acompa?ada de la aclaraci¨®n "contra el terrorismo", respond¨ªa sin mayores precisiones a la aspiraci¨®n mayoritaria de la ciudadan¨ªa y refrendaba el objetivo perseguido por Zapatero, el "proceso de paz".
Y ahora, ?qu¨¦ hacer? La largu¨ªsima entrevista a Zapatero publicada el domingo 14 en este diario no aporta demasiadas luces. El atentado habr¨ªa sido "una circunstancia excepcional" que de modo inesperado rompi¨® "el alto el fuego permanente" (sic). Zapatero habla vagamente de autocr¨ªtica, sin tomar en consideraci¨®n que no se trata de eso, sino de urgencia de informaci¨®n acerca de la pol¨ªtica del Gobierno y sus relaciones con ETA entre marzo y diciembre. El discurso pronunciado en el Congreso no aporta un solo dato al respecto.
Tanto en la entrevista como en la sesi¨®n parlamentaria, mientras Rajoy ve en todo un museo de horrores, el presidente piensa que lo hizo bien y que si alguien disiente de esa estimaci¨®n o trata de averiguar qu¨¦ pas¨® en estos meses, quebranta la unidad antiterrorista. Como si el desenlace macabro del "alto el fuego", con las entrevistas y las declaraciones, no fuera raz¨®n suficiente para intentar ver claro en lo sucedido. Zapatero no lo dijo entonces, pero en este diario s¨ª; hace falta insistir en la misma v¨ªa, ahora cegada por la sangre: "El ¨²nico compromiso que tiene el Gobierno, que ten¨ªa en el proceso, el que tiene, es el fin de la violencia con di¨¢logo". As¨ª formulado el empe?o, Ibarretxe y Batasuna, la propia ETA, lo suscribir¨ªan. ?No obliga a cambiar nada en cuanto a estrategia antiterrorista la experiencia negativa del "proceso de paz" hecho estallar el 30 de diciembre? Si buscamos la unidad antiterrorista, una pol¨ªtica de todos y para todos no puede eludir esa pregunta.
De momento, tenemos ya consenso, pero para cercar al PP, que a su vez hace todo lo posible para azuzar a sus plurales adversarios. ETA estar¨ªa feliz, de no ser por el ruido en el interior de Batasuna. Desde aqu¨ª, hemos tocado fondo y hay que clamar por una reconciliaci¨®n, siquiera de m¨ªnimos. Ya est¨¢ bien por parte del PP de presentar propuestas inviables, con tal de mostrar la traici¨®n que anida en la pol¨ªtica antiterrorista del Gobierno, y por parte de ¨¦ste, y de los socialistas en general, de denunciar la falta de lealtad en los populares cuando como ha demostrado en estas mismas p¨¢ginas Rogelio Alonso, Almunia puso en su d¨ªa las mismas reservas que hoy plantea Rajoy, eso s¨ª en otro tono, al principio de que hay que seguir en todo la pol¨ªtica antiterrorista de un Gobierno. En Telemadrid, Bono ha llegado a llamar a la de Lizarra "la tregua de Aznar". Demasiado.
Es preciso volver p¨¢gina. De cara al pr¨®ximo encuentro en torno al Pacto por las Libertades, ?no ser¨ªa posible proponer que el rechazo total del PP a la negociaci¨®n se recondujera desde el PSOE en que nunca puede haber negociaci¨®n hasta que no resulte incuestionable que ETA abandona el terror?, ?no cabe ya declarar conjuntamente que sobran mesas pol¨ªticas si sus participantes tienen por meta desbordar la Constituci¨®n?, ?qu¨¦ inconveniente existir¨ªa para que el PNV se integrara en el Pacto, ya sin pre¨¢mbulo, aceptando tales principios, y a partir de ¨¦l otros partidos?, ?no les preocupa a ambos que los ciudadanos, como apuntaran ya los catalanes, respondiesen a esa cerril crispaci¨®n con una huelga de urnas?
Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica.
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