Pedro Citoler Carilla, m¨¦dico y pat¨®logo
Pedro Citoler Carilla (Zaragoza, 1935), m¨¦dico y pat¨®logo, estudi¨® en las universidades de Zaragoza, La Sorbona de Par¨ªs y las de Colonia y Bonn, en Alemania. Experto en la metodolog¨ªa de la histoautorradiograf¨ªa, desarroll¨® su carrera profesional en Colonia. Ha fallecido en Sotogrande, C¨¢diz, a los 71 a?os.
Pedro Citoler Carilla ocupa ya ese lugar destacado en la historia de quienes fueron capaces de ser, a la vez, m¨¦dicos y cient¨ªficos por vocaci¨®n, talento y tenacidad. Su biograf¨ªa se corresponde con la de aquellos que descubrieron en sus a?os j¨®venes que Europa era algo m¨¢s que un conglomerado de pa¨ªses del norte de Espa?a.
En 1953 se traslad¨® a la Facultad de Medicina de Par¨ªs para proseguir los estudios que hab¨ªa iniciado en Zaragoza, su ciudad natal, donde hab¨ªa crecido dentro de una extensa tradici¨®n m¨¦dica familiar.
Finaliz¨® la licenciatura en el servicio del profesor Delarue, bajo los techos del hospital de la Universidad de la Sorbona, que conservaban el incomparable estilo cl¨ªnico franc¨¦s del siglo XIX, pleno de humanidad. Este bagaje y circunstancias personales le llev¨® a proseguir su especializaci¨®n de anatom¨ªa patol¨®gica en los laboratorios de la Europa de mayor raigambre cient¨ªfica.
As¨ª, un d¨ªa del verano de 1962, se dirigi¨® a la Facultad de Medicina de la Universidad de Colonia (Alemania). Y llam¨® a la puerta del profesor Maurer en el Isotopen Institut, quien parec¨ªa que le esperaba para encomendarle el desarrollo de una t¨¦cnica que estaba por iniciarse y que tan espectacular alcance tom¨® entre sus manos, a la vez que era motivo de su doctorado: la histoautorradiograf¨ªa, llegando a desarrollarla m¨¢s adelante en la Universidad de Bonn y a petici¨®n de la misma.
Dice Santiago Ram¨®n y Cajal en sus memorias que "todo descubrimiento cient¨ªfico es la aproximaci¨®n de dos verdades"; as¨ª fue, en su caso y en el de Pedro Citoler, como se ver¨¢. Cajal sab¨ªa manejar las sales de plata para revelar artesanalmente las primitivas placas de fotograf¨ªa. Al encontrarse, a?os despu¨¦s, con el reto de te?ir la indescifrable estructura del sistema nervioso, se le ocurri¨® recurrir a ellas. Las neuronas estaban all¨ª desde el comienzo de los tiempos, y las sales de plata, h¨¢bilmente manejadas por ¨¦l, las perfilaron ante sus ojos. La genialidad que se le reconoci¨® proviene de haber sabido unir ambas realidades.
La mencionada histoautorradiograf¨ªa forma parte de las t¨¦cnicas para analizar los diferentes tejidos bajo el microscopio; s¨®lo que en este caso el "te?ido" se hace con sustancias radioactivas que los identifican con precisi¨®n. Cada c¨¦lula, por as¨ª decir, se impregna en un is¨®topo que, a su vez, queda revelado en una placa sensible, y distinguiendo, incluso, si su estado es de normalidad o est¨¢ afectada por un proceso patol¨®gico, tumoral, por ejemplo. El acierto y empe?o que aport¨® Citoler sobre las investigaciones de Maurer y Hamperl hicieron el resto. Esta metodolog¨ªa ha sido base para el desarrollo de otros modernos m¨¦todos para analizar biopsias -tejidos vivos tomados, por ejemplo, en quir¨®fano- que favorecen espectacularmente el diagn¨®stico precoz de los tumores.
Prosigui¨® el resto de su labor profesional en Colonia hasta alcanzar la cumbre del profesorado universitario y desde donde fue reconocido internacionalmente a trav¨¦s de m¨¢s de un centenar de publicaciones cient¨ªficas y comunicaciones en congresos.
Llegada la hora de retirarse eligi¨® su pa¨ªs, aunque no para recoger homenajes y aplausos de los que nunca fue partidario. Se instal¨® donde disfrutar del descanso de una vida apasionadamente dedicada a la ciencia y al bien de los enfermos. No ha podido ser por mucho tiempo. Ha descansado, al fin, dejando el ejemplo de su vida y el leg¨ªtimo orgullo para su familia; y, con un cuajado curr¨ªculo al pie de su epitafio, as¨ª como el agradecimiento, consciente o no, de millones de personas que deben su salud a que su obra sigue viva en los laboratorios. En ellos, de manera precoz, es decir, a tiempo, se detectan insignificantes cambios tumorales antes de que resulten de m¨¢s laborioso diagn¨®stico e incierto tratamiento.
Descanse en paz quien de manera mod¨¦lica tanto ha aportado a la medicina del siglo XX.
Leopoldo Mart¨ªnez-Osorio Corz¨¢n es cardi¨®logo y premio Ram¨®n y Cajal.
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