Desmemoria
Acababa el Telediario cuando el locutor, con una amplia sonrisa, dijo: "Antes de despedirnos quisi¨¦ramos felicitar a los compa?eros de nuestra emisora hermana, Radio Nacional, en su setenta aniversario". Inmediatamente hice el c¨¢lculo, claro, son del treinta y siete, en plena guerra, y me puse en guardia a esperar que con los sones iniciales del Oriamendi y del Cara al Sol, antes de dar paso a la Marcha Real, apareciera en la pantalla el ondear de la rojigualda adornada con el ¨¢guila imperial y con la cara de Franco surgiendo de su interior y haci¨¦ndose mayor. ?Qu¨¦ susto!
No me habr¨ªa dado cuenta de que nuestra radio p¨²blica estatal mantiene el mismo nombre de entonces si no se ponen a felicitarse por los setenta a?os de la emisora. Otros no nos ponemos tan nost¨¢lgicos, porque nos dar¨ªa verg¨¹enza destapar nuestro pasado de errores. Pero parece que no es el caso de las radios. Y hay que ver el miedo que habr¨¦ pasado yo cuando en esa radio anunciaban los estados de excepci¨®n o sal¨ªa aquel de cara seca y voz grave diciendo: "Atenci¨®n, atenci¨®n: habla su excelencia el Jefe del Estado". Y sal¨ªa un militar muy bajito, que cada vez ten¨ªa la voz m¨¢s atiplada, pero que no permit¨ªa que nadie rechistara, para hablar siempre de los enemigos familiares de Espa?a, la masoner¨ªa, el comunismo y el separatismo. Es verdad que con la transici¨®n Radio Nacional cambi¨® r¨¢pidamente y se adapt¨® a los nuevos tiempos con muy buenos profesional, pero para los mayores como yo era la radio del miedo, del coco. Desde mi m¨¢s tierna infancia yo tenia la encomienda de que, justo acabar el bolet¨ªn de noticias, que lo llamaban "parte" -recordando su origen militar- levantarme a todo correr para apagarla y que no se oyera el himno, o se cabreaba conmigo el padre. No es de extra?ar que ese chaval acabara en el presidio cuando fue un poco mayor, s¨®lo un poco.
Entiendan, pues, que me fastidie que se feliciten por el setenta aniversario de la creaci¨®n de la emisora. Si lo hubieran hecho por el veintinueve aniversario, si se hubiera constituido con la Constituci¨®n, hubiera compartido la felicitaci¨®n. La de los setenta no la puedo compartir, porque naci¨® con una rebeli¨®n militar que persigui¨® a varias generaciones. ?Es como felicitar el alzamiento!
Aquel parte empezaba con un toque militar. Hoy, a una benevolente locutora de RNE le he o¨ªdo decir que se trataba de una alborada. Alboradas eran las dianas de los chistularis del ayuntamiento; aqu¨¦llo era una diana floreada de un tabor de regulares. Y es que cuando se quiere echar mano de la benevolencia no hay memoria hist¨®rica que sobreviva. Y luego te enteras que comenz¨® a emitir con el equipo transportado en dos camiones cedidos por los nazis. En fin, que ya se ve que la memoria, y sobre todo la hist¨®rica, es muy selectiva.
Y por seguir con nuestro pasado, va la derecha y se le ocurre proponer en las Juntas Generales de Vizcaya, ese parlamento provincial que apenas nadie conoce, que se catalogue como ¨¢rbol de especial conservaci¨®n al ?rbol Malato. Y me dir¨¢n ustedes, ?qui¨¦n es ese ¨¢rbol? Pues ese ¨¢rbol era todo un s¨ªmbolo en la iconograf¨ªa de los nacionalistas, un s¨ªmbolo de las viejas libertades y particulares usos y costumbres de este Se?or¨ªo -ahora no se le llama Se?or¨ªo de Vizcaya, porque creo que lo abolieron junto a los lobos del escudo-. Porque los vizca¨ªnos estaban obligados a defender Vizcaya sin soldada, pero cuando ten¨ªan que pasar a Castilla en defensa de los intereses de su se?or, el ?rbol Malato se convert¨ªa en la marca a partir de la cual sus mandos ten¨ªan que pagarles si quer¨ªan que combatiesen. Por eso el ¨¢rbol Malato era muy importante, aunque sospecho que rara vez servir¨ªa para algo, teniendo en cuenta que incluso hoy en d¨ªa no dejan que haya sindicatos en la milicia.
Pues me llam¨® la atenci¨®n que, siendo una propuesta a priori tan cara a los nacionalistas, al menos en el pasado, ahora no la aprueban porque la presenta el PP. Lo cual confirma un poco m¨¢s mi hip¨®tesis de que eso de la memoria hist¨®rica vale seg¨²n qui¨¦n la proponga y para qu¨¦ se proponga.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.