El At¨®mico
La m¨²sica m¨¢s interesante de aquel concierto, pens¨® el escritor Thomas Bernard, fueron los aplausos. En su relato, el p¨²blico estaba integrado por sordomudos. En este otro caso, el meritorio esfuerzo de los miembros de la C¨¢mara de Representantes no pudo evitar que el presidente George Bush se abriera paso por el hueco de los aplausos. En cuanto a Irak, se port¨® como un cl¨¢sico. En esta ocasi¨®n, como Estratocles. A?os despu¨¦s de declarar solemnemente el fin victorioso de la guerra, se apresta a enviar m¨¢s tropas para organizar la derrota. Del griego Estratocles cuenta Plutarco que reprendi¨® a su mujer por traer una provisi¨®n de sesos y v¨ªsceras del mercado: "?Calla!", le grit¨®. "Me has comprado para comer aquellas cosas con que nosotros los que gobernamos al pueblo jugamos a la pelota!". Pero no es por esto que viene a cuento Estratocles, sino por lo que hizo en el combate naval de Amorgo. Enterado de la derrota, se adelant¨® a las noticias, proclam¨® la victoria y se celebraron sacrificios y fiestas. Cuando el pueblo supo la verdad, lo increparon duramente, pero ¨¦l consigui¨® aplacar el tumulto: "?Y qu¨¦ ha habido de malo en que hay¨¢is tenido dos d¨ªas alegres?". A?ade el comedido cronista que era Plutarco: "?Tal era la desverg¨¹enza de Estratocles!". Bush ha dicho lo mismo, pero sin esa gracia insolente, ese salero que s¨ª tiene Aznar, nuestro alegre heraldo y corneta de la III Guerra Mundial. ?bamos hacia el abismo, pero ¨ªbamos sin George. En lo que se considera un giro hist¨®rico, el presidente del pa¨ªs m¨¢s poderoso de la tierra ha admitido al fin "el serio desaf¨ªo del cambio clim¨¢tico global". Hasta ahora, el calentamiento del planeta, acelerado por la insensatez medioambiental del "capitalismo impaciente" (el mismo modelo predador que corroe las costas espa?olas), no era m¨¢s que una fantas¨ªa de cient¨ªficos chiflados, ecologistas e izquierda boy scout. El hombre que iba a perforar Alaska, el cowboy que mam¨® petr¨®leo desde ni?o, ya vislumbra la soluci¨®n. Ha descubierto una nueva energ¨ªa alternativa. ?La nuclear! Aplaudir, hasta aplaudieron los iran¨ªes. La m¨¢s limpia, dice. Y es cierto. No hay m¨¢s que ver Chern¨®bil. Limpio como una patena. Que alguien le diga la verdad a George: que no hay calentamiento, que todo fue un invento en un pic-nic liberal en Hollywood. ?Con lo bien que est¨¢bamos calent¨¢ndonos solos!
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