En el PP luchan por la supervivencia
Habr¨ªa que ser memorioso y erudito para recordar cu¨¢ndo fue la ¨²ltima vez que en el seno de un partido se batieron el cobre unos contra otros en defensa de una propuesta estrat¨¦gica o program¨¢tica, que as¨ª dicho suena a ret¨®rica antigua. Lo com¨²n en estos tiempos de aton¨ªa ideol¨®gica, com¨²n a diestra y siniestra, es pugnar sin remilgos por el cargo pol¨ªtico o por un ¨¢rea de influencia, de poder, en suma. Nada ilustra mejor esta conclusi¨®n que la bronca interminable que se prolonga en el PP valenciano entre campismo y zaplanismo, que esta semana nos ha amenizado con dos lances que han herido por igual a ambas facciones, lo que sin duda debe regocijar a la oposici¨®n y especialmente a los socialistas, prestos a beneficiarse de tales turbulencias.
De un lado ha estallado el conflicto por el reparto de los puestos en el consejo de administraci¨®n de la CAM, plaza fuerte del ex presidente Eduardo Zaplana, donde resiste su hueste m¨¢s fiel. No podemos prever c¨®mo acabar¨¢ el enredo, pero creemos que en modo alguno cuajar¨¢ la opci¨®n ensayada y que consist¨ªa en pactar con el PSPV, impidiendo que prosperase la candidatura del titular de la Generalitat, que quedar¨ªa realmente desairado, por describirlo discretamente. Parece evidente que el desaf¨ªo ha llegado demasiado lejos, activando las alarmas de la calle G¨¦nova, sede madrile?a del PP, opuesta a tal maniobra. Pero al margen de que la apuesta se enmiende trag¨¢ndose los sapos que haga falta, delata su audacia y la brecha creciente entre el hoy portavoz en el Congreso y el molt honorable.
Sin otro fin que ahondarla, ha sido presentado en el cap i casal el libro que resume los logros de la gesti¨®n desarrollada por Zaplana al frente del Consell entre 1995 y 2003. Un incensario que podr¨ªa venir a cuento en cualquier otro momento, menos ahora, de no ser que se haya pretendido, como sugerimos, tensar la relaci¨®n y exhibir las distancias, as¨ª como la fidelidad de la clientela zaplanista, que sigue siendo notable -y agradecida- a pesar del constante goteo de las defecciones, atra¨ªdas no tanto por la personalidad carism¨¢tica o programa de Francisco Camps como por la previsible revalidaci¨®n electoral del mandato.
Const¨¢ndonos como nos consta el olfato y oficio pol¨ªtico del ex presidente no alcanzamos a comprender el fin ¨²ltimo de esta operaci¨®n, que hubiera tenido sentido al pie del Benacantil, en el feudo alicantino, pero que en Valencia no puede sino interpretarse como un gesto provocador y belicoso contra quien, por encima de su condici¨®n de adversario en el marco del PP, ha de considerar presidente de la Generalitat. Es esta condici¨®n institucional, precisamente, la que de hecho prima y se impone por mera inercia sobre el elenco del zaplanismo y del mismo Zaplana, convertido en paracaidista por estos pagos auton¨®micos desde que, tras considerar que hab¨ªa agotado su horizonte perif¨¦rico, emprendi¨® la aventura en Madrid, donde realmente se la juega pol¨ªticamente.
No vamos a cuestionar aqu¨ª el contenido del aludido compendio de cifras y ¨¦xitos en los a?os mentados. Fue un tiempo de bonanza econ¨®mica como se constata con la tasa de crecimiento, un punto por encima de la estatal. Un logro plausible, aunque resulte un tanto hiperb¨®lico y acr¨ªtico deducir de ello que la Comunidad Valenciana se constituy¨® en locomotora de la econom¨ªa espa?ola. No olvidemos que aquellas alegr¨ªas nos abocaron a dos trances penosos de los que no nos hemos repuesto todav¨ªa. De un lado, a partir de ese periodo comenzamos a crecer por debajo de la media nacional y, de otro, nos convertimos en la autonom¨ªa m¨¢s tem¨¢tica y endeudada en relaci¨®n con su PIB, una losa que nos hipoteca el futuro hasta los a?os 20, como poco. O sea, que menos lobos.
Y esto es, en s¨ªntesis, lo que ha venido a proclamar ante un auditorio cualificado el socialista Joan Ignasi Pla, avalado por el vicepresidente Pedro Solbes: necesitamos crecer con otro modelo productivo menos dependiente del ladrillo y del turismo. Un discurso elemental que incluso parece el de un hombre de estado en medio del guirigay que se ha montado estos d¨ªas el PP valenciano, donde unos tratan de sobrevivir a costa de los otros.
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