Golpe de coraz¨®n

La vida se puede dibujar con escuadra y cartab¨®n o con garabatos. Y ninguno ser¨¢ el mapa definitivo. Ayer se contrast¨® un equipo que calcula al mil¨ªmetro sus riesgos y sus opciones con otro que vive al albur de sus emociones. Y los que ganaron fueron los aficionados al f¨²tbol, que presenciaron un duelo emocionante y acelerado, pasional y disputado. Unos se jugaban la caza del l¨ªder y otros quitarse la soga del cuello. Al final, gan¨® el enorme coraz¨®n que describe el garabato.

Quique Flores plante¨® el encuentro sobre un eje de coordenadas. Luis Fern¨¢ndez ni siquiera necesit¨® una hoja de papel. El Valencia salt¨® al terreno de juego sevillano tal y como se supone que tiene que hacerlo el que a priori es superior y juega fuera de casa. Coloc¨® un doble pivote conservador, pero seguro, a la espera del arre¨®n al que estaban obligados, tanto por orgullo como por clasificaci¨®n, los de casa. Y, en efecto, el Betis sali¨® despendolado hacia la porter¨ªa visitante. En el primer minuto, Romero se invent¨® una internada a trancas y barrancas que acab¨® con un remate fallido por poco de Maldonado. A la siguiente oportunidad, tan s¨®lo dos minutos despu¨¦s, el Valencia respondi¨® con un espl¨¦ndido cabezazo de Albiol que despej¨® Doblas con las puntas de sus guantes. Quid pro quo.

El Valencia segu¨ªa p¨¦treo en su estrategia de espera hasta que encontr¨® un apresuramiento de los b¨¦ticos. Villa presion¨® el saque del bal¨®n de Vogel; le quit¨® la pelota, que, de rebote, le lleg¨® a Angulo, que al primer toque se la dio al centro a Silva, que, de manera autom¨¢tica, puso al hueco por el que penetraba Villa, que, con un toque, bat¨ªa a Doblas. Gol l¨®gico e inapelable.

El Betis sigui¨® dependiendo de su alma para afrontar el encuentro. As¨ª, lleg¨® una pelota a Xisco. ?ste se empe?¨® en meterse por donde casi todo el mundo le habr¨ªa negado el consejo. No se sabe c¨®mo, pero consigui¨® mantener el control de la pelota hasta el punto que se perfil¨® y dispar¨® a puerta. El chut lo desvi¨® un defensa, pero la pelota le cay¨® en los pies a Robert, que fusil¨® a Ca?izares. Cada cual hab¨ªa sacado partido a lo suyo.

Aunque el resto de la primera mitad se desarroll¨® m¨¢s seg¨²n el gusto de los verdiblancos que de los visitantes. As¨ª, tan s¨®lo un parad¨®n de Doblas pudo evitar que Vicente marcara a los 20 minutos. El extremo valencianista dispar¨® perfecto y el portero verdiblanco par¨® lo pr¨¢cticamente imposible. Diez minutos despu¨¦s era el Betis el que buscaba la jerarqu¨ªa del encuentro y dispuso de una oportunidad espl¨¦ndida de marcar tras una jugada de Xisco que Robert, frente al ¨¢rea peque?a, no supo rematar. Antes de que acabara el primer tiempo, Silva y Villa pudieron marcar -el primero, incluso debi¨® hacerlo-, pero el Betis les hab¨ªa robado la iniciativa.

Tras el descanso, la calidad valencianista fue m¨¢s notoria que la fogosidad verdiblanca. Pero no m¨¢s efectiva. Eso s¨ª, el toma y daca fue entretenid¨ªsimo. Pero en esto fall¨® Miguel, el bal¨®n acab¨® en un centro a Capi, que recibi¨® sobre la l¨ªnea lateral del ¨¢rea y al que Albelda pate¨® en su intento de despejar. El ¨¢rbitro pit¨® el penalti y Robert lo hizo gol.

El Betis de Luis Fern¨¢ndez es impredecible -por decisi¨®n propia del entrenador, especialista en marear las alineaciones-, capaz de lo mejor y de lo peor. Pero lo que no se le puede negar en ning¨²n momento es su capacidad de lucha con lo que tiene. Y lo que tiene es poco m¨¢s que la recuperada fe en s¨ª y el enfoque de cada encuentro como el final, como el primero, como el ¨²nico.

Finalmente, Quique Flores sac¨® a Joaqu¨ªn, el verdadero hijo pr¨®digo del beticismo, el que cant¨® las verdades del barquero cuando asegur¨® que se iba del club verdiblanco porque quer¨ªa ganar alg¨²n t¨ªtulo en su vida deportiva. La ortodoxia siempre suele tirar del heterodoxo cuando las cosas van regular tirando a mal. Unas veces es por l¨®gica y otras simple oportunismo. Ayer fue desesperaci¨®n ante los importantes puntos birlados. El Betis de Luis Fern¨¢ndez sali¨® ayer de los puestos de descenso y lo logr¨® frente a un enemigo superior. Y es que eso, hist¨®ricamente, es lo que se le da mejor.