Acerca de nuestro modelo de investigaci¨®n
Sostiene la autora que entramos en una etapa nueva en la que es imprescindible el concurso y la colaboraci¨®n de la Universidad
No es frecuente, pero tampoco imposible que en Euskadi se oiga hablar de investigaci¨®n y de ciencia sin mencionar para nada a la Universidad. Es una experiencia de la que puedo dar fe y que me result¨® muy perturbadora. Trat¨¦ de buscarle explicaci¨®n y la ¨²nica que se me ocurri¨® fue la m¨¢s evidente. Quiz¨¢ haya alguna m¨¢s que se me escapa.
La innegable tradici¨®n industrial de la econom¨ªa vasca ha tenido muchas ventajas: empleos cualificados, sueldos elevados, un alto nivel de renta per capita, desarrollo de destrezas, empresarios din¨¢micos, trabajadores competentes: pero, tambi¨¦n, alguna consecuencia lateral de la que quiz¨¢ no se hablado con la suficiente claridad. Me refiero al modelo investigador implantado en la comunidad aut¨®noma del Pa¨ªs Vasco.
A Euskadi le ha llegado el momento de fiarse, tambi¨¦n, de sus cient¨ªficos y universitarios
Es evidente que el tipo de investigaci¨®n que se lleva a cabo en una econom¨ªa, la forma en que se articula y las prioridades que se establecen condicionan el tipo de sociedad que se construye, as¨ª como el tipo de actividades econ¨®micas y de otra ¨ªndole que se promocionan. No es de extra?ar por tanto que, al margen del modelo en s¨ª, si nos detenemos a mirar a los presupuestos de investigaci¨®n en distintos pa¨ªses y a la forma en que se distribuyen los mismos, los resultados sean muy ilustrativos. En nuestro entorno, la partida de investigaci¨®n incluida en los presupuestos p¨²blicos se divide entre distintos departamentos. En la discusi¨®n de su reparto se producen tensiones equivalentes a las que acontecen en el tratamiento de otras partidas de gastos -educaci¨®n frente a sanidad, o infraestructuras frente a gasto social-, por citar dos posibilidades. Y en el caso m¨¢s t¨ªpico, son los departamentos de industria, defensa y educaci¨®n los que se pelean, aunque sea en sentido figurado, por los fondos para investigaci¨®n. Estamos acostumbrados a ello y nos parece -aunque no debiera-, natural porque nos gustar¨ªa que lo natural implicara un comportamiento m¨¢s cooperativo.
En cualquier caso, cuando estos conflictos se producen en sociedades ricas y que apuestan seriamente por la investigaci¨®n, los m¨ªnimos exigibles para que las actividades cient¨ªficas y tecnol¨®gicas puedan prosperar se mantienen y las implicaciones de la competencia entre departamentos no son necesariamente negativas. Por el contrario, cuando las econom¨ªas no son tan potentes y los recursos escasean, los sesgos son determinantes a la hora de explicar el fracaso de la investigaci¨®n en ciertas ¨¢reas del conocimiento o en algunas instituciones.
Euskadi no ha quedado al margen de esta problem¨¢tica y nuestra tradici¨®n industrial ha generado un modelo de desarrollo cient¨ªfico-tecnol¨®gico que funciona bien en algunos aspectos, pero no en todos. El Departamento de Industria lleva a?os gestionando una gran parte de los fondos de investigaci¨®n y ha optado por hacerlo fomentando la investigaci¨®n en tecnolog¨ªa en detrimento de la investigaci¨®n en ciencia b¨¢sica; creando Centros Tecnol¨®gicos y dot¨¢ndoles de medios en detrimento de la investigaci¨®n que se desarrolla en la Universidad, y descuidando, en ocasiones, el fomento de un entorno competitivo a la hora de asignar los fondos.
No niego que han podido existir razones para explicar porqu¨¦ se ha hecho as¨ª. El sector p¨²blico ha tenido un papel determinante a la hora de empujar la reconversi¨®n industrial que, a su vez, exig¨ªa investigaci¨®n en productos y procesos. Pero ahora entramos en una etapa nueva donde el conocimiento y la innovaci¨®n son determinantes. Nuestros pol¨ªticos lo saben y lo reconocen. Estamos en un momento en el que es preciso incentivar la ciencia, adem¨¢s de la tecnolog¨ªa, y en el que es imprescindible el concurso y la colaboraci¨®n de la Universidad. Sin olvidar nuestras fortalezas, es hora de que aceptemos que las sociedades que consiguen niveles de calidad de vida aceptables y perdurables son aquellas que apuestan, y de forma decidida, por apoyar la ciencia en todos sus aspectos, por apoyar la investigaci¨®n competitiva y de calidad en todas las ¨¢reas, y por aceptar que la Universidad es un instrumento imprescindible para ello. A Euskadi, que se ha fiado completamente de sus empresarios durante esta d¨¦cadas de autogobierno porque han proporcionado empleo y riqueza, le ha llegado el momento de fiarse, tambi¨¦n, de sus cient¨ªficos y universitarios. Tendr¨¢ que hacer lo posible, como hizo antes en otros sectores, cambiar lo que sea preciso y ayudar en la tit¨¢nica tarea que queda por hacer. Una tarea que, en el mundo de la Universidad, la Ciencia y la Investigaci¨®n ha de permitirnos cambiar nuestra posici¨®n en el ranking de las universidades con prestigio. Y que conste que este objetivo, como bien ilustran los indicadores construidos al respecto, no es f¨¢cil de lograr. Las universidades europeas, con honrosas excepciones, no han sido capaces de estar a la altura de las circunstancias en esta era del conocimiento; nosotros, no hace falta decirlo, no constituimos parte de estas honrosas excepciones a las que, eso s¨ª, envidiamos y deseamos emular.
M? Carmen Gallastegui Zulaica es catedr¨¢tica de Fundamentos del An¨¢lisis Econ¨®mico de la UPV.
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