La estrategia sobre Ir¨¢n
El m¨¢s alto funcionario nuclear iran¨ª descart¨® ayer tajantemente que su pa¨ªs vaya a plegarse a la resoluci¨®n del Consejo de Seguridad y suspender el enriquecimiento acelerado de uranio en que Ir¨¢n est¨¢ embarcado. Incluso anunci¨® pr¨®ximas "buenas noticias nucleares". El desafiante tono de Teher¨¢n, a poco m¨¢s de dos semanas de que venza el ultim¨¢tum de la ONU, converge con la continuada beligerancia de Washington, hasta el punto de que pocos descartan ya la posibilidad de que el presidente Bush haya comenzado su particular cuenta atr¨¢s sobre c¨®mo zanjar las ambiciones at¨®micas del r¨¦gimen islamista. La ¨²ltima y contundente toma de posici¨®n sobre un eventual ataque contra Ir¨¢n est¨¢ contenida en un informe multidisciplinar brit¨¢nico que ve la luz hoy y en el que, sin rodeos, las 15 organizaciones firmantes inventarian las consecuencias desastrosas, pol¨ªticas y econ¨®micas, que tendr¨ªa semejante iniciativa.
Existen pocas dudas sobre las intenciones iran¨ªes cuando Teher¨¢n instala miles de m¨¢quinas centrifugadoras para transformar uranio, aunque muestre en Isfah¨¢n a dignatarios y periodistas extranjeros su m¨¢s inofensivo decorado nuclear con pretensiones de transparencia. Lo que la mayor¨ªa en Europa y EE UU piensa, e Ir¨¢n sistem¨¢ticamente niega, fue expresado sin ambages la semana pasada por Chirac en declaraciones a varios peri¨®dicos internacionales, aunque rectificase despu¨¦s por imperativas exigencias del gui¨®n. A saber, que Teher¨¢n persigue desde hace a?os convertirse en un poder at¨®mico y conseguir la temida bomba. Como corolario, el presidente franc¨¦s relativizaba la importancia de un arsenal nuclear iran¨ª, algo que presumiblemente Israel no comparte.
Pero en lugar de pararse a definir una estrategia inteligente y concertada ante esa posibilidad, Bush se viene limitando a cegar las v¨ªas diplom¨¢ticas y a fomentar la agresividad de gestos y declaraciones. Su plan no da resultados, sino todo lo contrario. Muchos Gobiernos aliados de Washington creen que, al igual que ha sucedido con Irak -donde el caos desatado por la pol¨ªtica estadounidense ha multiplicado la influencia del integrismo iran¨ª-, el rumbo impuesto por la Casa Blanca puede desembocar en una confrontaci¨®n militar que haga peor el remedio que la enfermedad. Esa pol¨ªtica exclusivamente intimidatoria, adem¨¢s de fortalecer al ala m¨¢s fan¨¢tica del poder iran¨ª, la que representa el presidente Ahmadineyad, deja de lado una cuesti¨®n fundamental que la pone seriamente en entredicho: la capacidad militar de EE UU para actuar preventivamente contra Ir¨¢n est¨¢ cortocircuitada por su creciente empantanamiento militar en Irak.
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