Nick Cave, en acci¨®n
El a?o 2004 productivo para Nicholas Cave. A pesar de la sensible marcha de Blixa Bargeld, su c¨®mplice berlin¨¦s, registr¨® en pocos d¨ªas dos vigorosos discos, que se vendieron juntos: Abattoir blues/The lyre of Orpheus. La buena racha creativa le llev¨® a embarcarse en una gira oto?al... que no lleg¨® a Espa?a. Ahora, cualquier frustrado devoto hispano puede resarcirse con un poderoso doble DVD, The Abattoir Blues Tour (Mute/EMI). Pista para coleccionistas: se puede localizar adem¨¢s una edici¨®n especial que suma un doble CD con otras grabaciones live hechas del mismo recorrido.
En pantalla, son casi dos horas de directo, que evidencian el magnetismo interpretativo de Nick, respaldado por unos flexibles Bad Seeds y -en uno de los dos conciertos- un coro de querencia gospel. Algo muy adecuado, ya que Cave mantiene sus obsesiones teol¨®gicas y sus historias de amores monumentales. El segundo DVD ofrece extras sabrosos: un documental sobre la elaboraci¨®n de Abattoir blues/The lyre of Orpheus y cinco clips memorables, aparte de la divertida cr¨®nica del rodaje del correspondiente a Bring it on, donde nuestros solemnes roqueros se rodearon de las nalgas batidoras de un cuerpo de baile jamaicano, las Ragga Girls.
Puede que The Abattoir Blues Tour sea demasiado -demasiado intenso, demasiado extenso- para los no creyentes en su old time religion; de todos modos, hasta los ne¨®fitos se impresionar¨¢n por el fervor teatral de Nick, por el fuego que aporta a su adusto repertorio. Con su pinta de espantap¨¢jaros alucinado, tiene modos de predicador anfetam¨ªnico; la indiferencia no es una opci¨®n ante semejante torbellino.
Otro asunto es que Cave se conforme con ese papel de Leonard Cohen infernal. Que no lo hace: para principios de marzo, lanza el primer disco de su grupo paralelo, Grinderman. Huele a proyecto urgente: con tres "malas semillas" -Warren Ellis, Martyn Casey y Jim Sclavunos-, Nick grab¨® trece canciones furiosas y l¨²bricas en una semana. Grinderman retoma el rock-blues de garaje que, dicen, fue su inspiraci¨®n durante los a?os australianos: nuevos dientes para el dingo insaciable.
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