El triunfo del antisistema
Un art¨ªculo de Oleguer Presas titulado La bona fe que cuestiona el Estado de Derecho a partir del caso del etarra De Juana Chaos ha provocado una trifulca tan estruendosa que ha sorprendido al propio autor por m¨¢s que el resultado avale su militancia en los grupos alternativos que cuestionan al sistema. Al mundo del f¨²tbol le sorprende, y generalmente incomoda, que un defensa pueda hablar de las cosas de la vida y sobre todo de pol¨ªtica, como si los jugadores s¨®lo pudieran expresarse en la cancha. Al respecto, el curr¨ªculo de Oleguer debe de tener su miga porque nadie ha respondido, por ejemplo, a la pregunta de por qu¨¦ a Oleguer le llaman Olegario en el campo del Betis cuando el speaker anuncia al n¨²mero 23 del Bar?a.
A determinados pol¨ªticos tampoco les gusta que se metan en sus asuntos cuando van en direcci¨®n contraria o por contra le dan publicidad, y est¨¢ comprobado que las banderas anticonstitucionales son m¨¢s toleradas que las independentistas. La afirmaci¨®n de espa?olismo que en su d¨ªa proclam¨® el ariete Salva no mereci¨® en este sentido la misma valoraci¨®n que la denuncia de Oleguer, cuyo art¨ªculo publicado en el semanario catal¨¢n La Directa fue reproducido por el diario vasco Berria, circunstancia que favoreci¨® su divulgaci¨®n y seguramente propici¨® tambi¨¦n la decisi¨®n de Kelme de romper el contrato de patrocinio con el jugador azulgrana.
A buen seguro que las amenazas de determinadas marcas que se anuncian en el Bar?a provocaron igualmente que el presidente azulgrana recriminara a Oleguer que se hubiera pronunciado en las instalaciones del Camp Nou sobre el tema en litigio. Aunque comprensible comercialmente, la reprimenda de Laporta ha sido quiz¨¢ la reacci¨®n m¨¢s inesperada si se atiende a que el club se ha pronunciado en contra de la violencia y del racismo y a favor de causas como la recuperaci¨®n de la carga simb¨®lica, la defensa del catal¨¢n o del Estatut y el propio presidente ha almorzado con pol¨ªticos de signo distinto en una terraza de Barcelona. Ocurre que el art¨ªculo de Oleguer no es asumible institucionalmente porque la condici¨®n de m¨¦s que un club no exime al Bar?a de ciertas obligaciones. As¨ª que el m¨¦rito de Oleguer no ha sido s¨®lo expresar su opini¨®n sino escapar al control del sistema con un art¨ªculo alternativo. No se trata de valorar La bona fe, texto que puede merecer opiniones encontradas, sino de acentuar su efecto transgresor. No hay que olvidar, al fin y al cabo, que Oleguer es un antisistema.
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