Zorros

Estuve el domingo d¨ªa 18 de febrero en Villari?o, Orense, en un intento con unos cuantos voluntarios m¨¢s para que no se produjese la masacre de zorros que en esa zona estaba prevista, como competici¨®n deportiva nacional auspiciada por la Conselleria de Deportes de la Xunta de Galicia.

No entiendo c¨®mo a estas alturas el matar animales indefensos puede considerarse un deporte; el deporte es un juego l¨²dico que potencia en igualdad de condiciones la competici¨®n. Esta cacer¨ªa no era en igualdad de condiciones y los animales no son juguetes puestos a nuestra disposici¨®n para el placer (yo dir¨ªa m¨¢s bien sadismo) de unos cuantos. Uno de los signos de la civilizaci¨®n es el respeto a la vida, y creo que esta clase de eventos m¨¢s que culturizarnos nos embrutecen. Nos dijeron que hab¨ªa 9 cuadrillas con 10 cazadores, o sea unos 900 cazadores, nosotros ¨¦ramos alrededor de 200 mal contados; nuestra misi¨®n era ponernos detr¨¢s de los cazadores y hacer el m¨¢ximo ruido posible para espantar a los zorros, llev¨¢bamos pitos y trompetillas contra sus armas, pero yo me sent¨ªa m¨¢s fuerte que ellos, porque llevaba mis manos y mi voz como ¨²nica arma.

El final de este espect¨¢culo bochornoso fue la concentraci¨®n delante del restaurante (que previamente hab¨ªa sido vallado por los cazadores o por los due?os del mismo, no s¨¦ si porque tem¨ªan a unas pocas personas desarmadas), cuando los cazadores, con sus perros metidos en esas cajas met¨¢licas enganchadas a los coches, muchos en p¨¦simas condiciones sanitarias, pasaban delante de nosotros con sonrisa de suficiencia.