Bolchevismo de derechas
Qu¨¦ peculiar paradoja la que se est¨¢ viviendo en Espa?a. Los dirigentes del Partido Popular andan permanentemente y con total impunidad cuestionando los principios democr¨¢ticos. El resto de los dirigentes de los partidos democr¨¢ticos, y la mayor¨ªa de los ciudadanos progresistas, viven -vivimos- replegados en la perplejidad, sumidos en una especie de letargo ideol¨®gico que empieza a ser bochornoso. Una minor¨ªa al ataque contra el Estado y los principios democr¨¢ticos m¨¢s elementales. Una mayor¨ªa social a la defensiva, sometidos a la brutal coerci¨®n pol¨ªtica y medi¨¢tica de unos pocos. Un progresista moderado como Javier P¨¦rez Royo ha aludido en las p¨¢ginas de este peri¨®dico a un golpe de Estado, tratando de explicar lo que ha sucedido en el Tribunal Constitucional con relaci¨®n al magistrado Pablo P¨¦rez Tremps y al Estatuto de Autonom¨ªa de Catalu?a. P¨¦rez Royo cuenta lo que es, pero todo parece indicar que debe de haber algo m¨¢s.
La derecha ha descubierto que la mayor¨ªa de la gente no vota tanto en funci¨®n de sus intereses como en raz¨®n de su identidad, sus valores y sus miedos
Un golpe de Estado necesita, o bien unos generales con galones, o bien una vanguardia dispuesta a todo para conseguir su fin ¨²ltimo: la toma del poder al precio que sea. Pues bien, parece que en esto andamos. Los dirigentes del Partido Popular han instalado en Espa?a un eficiente bolchevismo neoconservador. Por un lado, parecen inspirarse en los viejos modos de trabajar de los bolcheviques; por otro, se inspiran sin rubor en los principios intelectuales de los neoconservadores estadounidenses. Poco hay, por lo tanto, de casual o de gen¨¦tico en lo que est¨¢ sucediendo en la vida pol¨ªtica espa?ola. En el verano de 1902, Lenin escribi¨® un folleto, ?Qu¨¦ Hacer?, que se consagr¨® como una peque?a Biblia de los funcionarios de la organizaci¨®n revolucionaria. Los dirigentes de la derecha espa?ola han construido, eso s¨ª, sin publicidad expl¨ªcita, su particular qu¨¦ hacer para actuar como organizaci¨®n contra-democr¨¢tica que busca el poder a cualquier precio. S¨®lo hay que ver con qu¨¦ grado de eficiencia aplican cada d¨ªa el gui¨®n. Basan su estrategia en las teor¨ªas que a lo largo de los ¨²ltimos 20 a?os ha elaborado la derecha neoconservadora americana. Esa teor¨ªa que ha inspirado las iniciativas m¨¢s lamentables de la pol¨ªtica gubernamental en la era Bush. Los principios para la desestabilizaci¨®n democr¨¢tica de los funcionarios de la derecha espa?ola son bien precisos. El primero de ellos se refiere a la verdad: la verdad no existe; la verdad se impone repiti¨¦ndola una y otra vez aunque est¨¦ fundamentada en mentiras evidentes (negar el chapapote, negar el debate sobre la existencia de armas de destrucci¨®n masiva y negar la corrupci¨®n urban¨ªstica de docenas de dirigentes). El segundo: si en alguna ocasi¨®n hay que aceptar una verdad, mostrar el mayor cinismo posible y, evidentemente, contaminar con la mentira reconocida a todos (las ¨²ltimas declaraciones de Aznar son una muestra de ello). El tercero: apropiarse de las palabras y de los s¨ªmbolos que tienen significado real para sus contrincantes pol¨ªticos (la palabra libertad repetida por Zaplana una y otra vez hasta la asquerosidad; la palabra Espa?a, incluso el himno y la bandera, utilizados en una manifestaci¨®n contra el terrorismo que es en realidad una movilizaci¨®n contra el Gobierno). No importa, todo vale. El cuarto: actuar permanentemente como un coro (o como un loro); da igual el tema, la cuesti¨®n es repetir todos la misma consigna, una y otra vez, sin desmayo. El quinto: poner al servicio de sus ideas el mayor n¨²mero posible de medios de comunicaci¨®n de masas (sobran comentarios). El sexto: dedicar la acci¨®n de oposici¨®n a armar la mayor bulla posible, tratando de desmovilizar por hast¨ªo a los contrincantes. El s¨¦ptimo: armar un peque?o y fiel ej¨¦rcito de seguidores, lo m¨¢s fan¨¢tico posible, y ocupar la calle permanentemente, siempre contra el Gobierno (aunque para ello haya que olvidar que el enemigo es ETA). El octavo: el fin justifica los medios; recuperar el poder es lo primordial; aunque para ello haya que romper los principios democr¨¢ticos. El noveno: establecer marcos de referencia simples; se trata de mantener cohesionados a sus seguidores. La derecha neocon ha aprendido que para mucha gente, en tiempos de incertidumbre, es m¨¢s importante la pertenencia a una identidad simple que sus propios intereses inmediatos (Espa?a se rompe, aunque no sea verdad, y muy pocos deseen romperla).
Con ese gui¨®n, afinado cada d¨ªa en funci¨®n de cada acontecimiento, con un grado de organizaci¨®n conspirativa sin duda mayor de lo que sabemos, la vanguardia que hoy dirige la derecha espa?ola est¨¢ librando una descomunal batalla contra la democracia y el esp¨ªritu de la transici¨®n. De fondo lo m¨¢s grave: esos dirigentes han entendido muy bien -para mal- algunos de los principales principios rectores de las sociedades actuales. La derecha ha descubierto que la mayor¨ªa de la gente no vota tanto en funci¨®n de sus intereses como en raz¨®n de su identidad, sus valores y sus miedos. Han comprendido que las gentes votan en funci¨®n de estereotipos culturales y morales, por afinidad y por rechazo. ?sa es la gran paradoja de la Espa?a de hoy. La derecha conspira y domina la escena medi¨¢tica construyendo ideas simples, banales, falsas, reiterativas y casi siempre basadas en el miedo y el hast¨ªo; ideas contrarias a los intereses de la mayor¨ªa. La izquierda democr¨¢tica observa entre la perplejidad y la rabia c¨®mo el bolchevismo de derechas impone su cors¨¦ antidemocr¨¢tico; observa c¨®mo su deseo de progreso social y de buen gobierno se diluye frente a un vigoroso plan de desestabilizaci¨®n del sistema que no repara en peque?eces. Por tanto, una recomendaci¨®n: que las gentes de progreso vuelvan a la batalla de las ideas; vuelvan con convencimiento a la batalla que se est¨¢ librando; una batalla de fondo, Cultural con may¨²sculas. "La verdad, la moralidad y la belleza son demasiado importantes como para entreg¨¢rselas con ese desd¨¦n al enemigo pol¨ªtico", escribi¨® Terry Eagleton. Pues s¨ª. O eso o seguir instalados en esa insoportable din¨¢mica pol¨ªtica que la vanguardia antidemocr¨¢tica teje cada d¨ªa con el fin de volver al Gobierno.
Ferran Mascarell es ex consejero de Cultura de la Generalitat.
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