Justicia para Scorsese

?ste es el a?o en el que la industria de Hollywood ha convertido a Martin Scorsese en uno de los suyos. Por fin recibi¨® el Oscar como mejor director por la pel¨ªcula Infiltrados (The departed) que, como ejemplo de coherencia que no siempre se practica, tambi¨¦n fue considerada como la mejor pel¨ªcula del a?o. Los m¨¢s mal¨¦volos intentaron calcular la densidad de megaloman¨ªa por metro cuadrado que se junt¨® en el escenario cuando Steven Spielberg, Francis Ford Coppola y George Lucas le entregaron la estatuilla, merecida pero excesivamente demorada.

La ceremonia con m¨¢s glamour del cine mundial se rindi¨® abrumadoramente a una eximia actriz, Helen Mirren. Quien haya saboreado los matices de su interpretaci¨®n en La Reina (The Queen), de Stephen Frears encontrar¨¢ por comparaci¨®n que el trabajo de sus competidoras, incluyendo a Meryl Streep y Pen¨¦lope Cruz, en las pel¨ªculas presentadas fue de segundo orden. Mirren lleva decenios derrochando inteligencia por las pantallas en pel¨ªculas que no siempre han estado a la altura de su talento.

Tampoco sorprendi¨® el Oscar a Forest Whitaker, el mejor actor por interpretar a Idi Amin en El ¨²ltimo rey de Escocia. La ecolog¨ªa irrumpi¨® con Al Gore y su documental Una verdad inc¨®moda (An inconvenient truth); despu¨¦s de Gore, el aumento de la temperatura media en la Tierra ya no se ver¨¢ con la indiferencia de anta?o.

Para el cine espa?ol hubo buenas noticias. El laberinto del fauno, un cuento cruel sobre la Guerra Civil espa?ola ejecutado con la imaginaci¨®n avasalladora del mexicano Guillermo del Toro, se llev¨® tres oscars, eso s¨ª, de los llamados t¨¦cnicos. La calidad t¨¦cnica de la pel¨ªcula y los potentes efectos especiales sugieren que en el cine espa?ol es posible construir una industria competitiva.