El catalanismo social
1. Jos¨¦ Montilla ha acu?ado la feliz expresi¨®n de "catalanismo social". De momento, esta formulaci¨®n est¨¢ en pa?ales; de ella s¨®lo sabemos, aunque no es poca cosa, que se refiere a la necesidad de abordar decididamente los problemas generales y concretos de las personas de carne y hueso. Ahora bien, parece razonable que tan importante concepto empiece a tomar, por lo menos en un principio, una incipiente fisicidad. En ese sentido, ser¨ªa pertinente avanzar los siguientes interrogantes: a) ?A qu¨¦ nos estamos refiriendo? b) ?Qui¨¦nes son los sectores de la poblaci¨®n que, aunque no ¨²nicamente, ser¨ªan los colectivos preferentes de ello, y c) una operaci¨®n de este calibre deber¨ªa definir qui¨¦nes son los aliados m¨¢s activos para de manera itinerante se construya el mencionado catalanismo social. Por lo dem¨¢s, importa afirmar que, aunque este concepto va m¨¢s all¨¢ del nacionalismo catal¨¢n, no deber¨ªa confrontarse con ¨¦l porque, entre otras cosas, el catalanismo social puede (y debe) ser tambi¨¦n obra de los nacionalistas.
La diversidad en la oferta responde a las consecuencias de peso, volumen y al efecto de la fuerza de la gravedad
2. Naturalmente, el deseable proyecto del catalanismo social es inescindible del contexto en el que va a enraizarse, y no ser¨¢ en otro que el siguiente: en el actual paradigma de grandes y veloces cambios que proponen y estimulan las nuevas tecnolog¨ªas de todo tipo, as¨ª en los centros de trabajo, estudio e investigaci¨®n (p¨²blicos y privados) como en todos los ¨¢mbitos de la vida, incluida la dom¨¦stica. De unas mutaciones gigantescas que, a pesar de haber sido estudiadas por el mundo del conocimiento, la pol¨ªtica no ha sacado todav¨ªa sus debidas consecuencias; es m¨¢s, o bien se ha distra¨ªdo excesivamente o bien se ha acomodado acr¨ªticamente.
As¨ª pues, el catalanismo social se desarrollar¨¢ en el contexto de este veloz proceso de la gran transici¨®n que va desde el final del ciclo fordista hasta lo que, com¨²nmente, se ha dado en llamar la sociedad de la informaci¨®n y el conocimiento. Ciertamente, en este mundo cada vez m¨¢s global e interdependiente; tambi¨¦n en el contexto de la ¨¢spera caminata que significa la construcci¨®n pol¨ªtica de Europa. Hablando en plata: Catalu?a forma parte de ese mundo real. O, lo que es lo mismo, no es una variable independiente de tales procesos.
3. Ni que decir tiene que en Catalu?a se han operado cambios de gran relevancia. Se ha producido una modernizaci¨®n bien visible en los servicios p¨²blicos y en los centros de trabajo y en nuestras ciudades. Ciertamente, todo ello es manifiestamente mejorable, y no pocas cosas necesitan una radical transformaci¨®n pues persisten viejas desigualdades y, a diario, surgen no pocas de nueva planta. Una mirada objetiva, pues, no debe desde?ar lo que ha ido bien y, por tanto, mejora. Pero es m¨¢s necesario todav¨ªa fijarse en lo que no va. El catalanismo social puede y debe impulsar m¨¢s y mejor lo mucho que funciona bien y remover lo mucho que va mal y, en ciertos sectores, rematadamente mal. Se trata de reformas aut¨¦nticas, no de achicorias, y lo puede hacer siempre y cuando el catalanismo social sea el fruto de un an¨¢lisis razonado del presente con la voluntad de proponer un proyecto cre¨ªble y factible, y, tambi¨¦n, siempre y cuando se tenga la responsable capacidad de representar -cada sujeto con su propio carnet de identidad- las voces que indican que falta esto, aquello y lo de m¨¢s all¨¢.
4. Tengo para m¨ª que el catalanismo social debe ser una operaci¨®n transversalmente colectiva. Yendo por lo derecho: no es solamente la necesaria obra del Gobierno y la suficiente legislaci¨®n del Parlament, es tambi¨¦n la acci¨®n plural de los sujetos organizados de la sociedad civil. En resumen, es un planteamiento diversamente compartido que propone el acuerdo y no excluye el conflicto. Eso s¨ª, capaz de enhebrar s¨ªntesis sucesivas que gradualmente vayan reunificando todos los dispersos retales, en el bien entendido que reunificar no significa homologar.
H¨¢blese pues, porque de no hacerlo se corre el peligro de que sea otro eslogan m¨¢s. La ocasi¨®n la pintan calva.
Jos¨¦ Luis L¨®pez Bulla es experto del Consejo Econ¨®mico y Social de Catalu?a (CESC).
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