La muerte viaj¨® en autobuses de l¨ªnea
El Pira?a admite que Trashorras reclut¨® a j¨®venes de Avil¨¦s para transportar la dinamita a Madrid
Sergio ?lvarez tiene cara de tipo listo, y eso no siempre juega a su favor. Dice que hasta los 17 a?os -ahora tiene 26- le pegaba bien al bal¨®n, de ah¨ª que sus amigos de Avil¨¦s le llamaran Amokachi, el nombre de un futbolista con el que guardaba cierto parecido f¨ªsico y que por aquel entonces triunfaba con la selecci¨®n de Nigeria. Sergio ?lvarez relat¨® ayer ante el juez que el d¨ªa 4 de enero de 2004 conoci¨® a un tal Su¨¢rez Trashorras y que al d¨ªa siguiente ya estaba trabajando para ¨¦l. El primer encargo consist¨ªa en montarse en un autob¨²s de l¨ªnea en Oviedo y llevar hasta Madrid una bolsa de deportes "llena de CD piratas".
Amokachi jura que no le escam¨® que por un encargo tan sencillo su nuevo patr¨®n le ofreciera 600 euros al contado y "dos cachos" de hach¨ªs. Al llegar a Madrid, le entreg¨® la bolsa a un tipo que apareci¨® montado en un BMW M5 azul y que result¨® ser El Chino. Ayer le preguntaron si nunca sospech¨® que aquella bolsa estuviera llena de dinamita. Amokachi dijo que no. Y su cara de tipo listo le iba desmintiendo.
Iv¨¢n Granados nunca tuvo ese problema con su cara. Ni tampoco hubo de buscar en el f¨²tbol africano para merecer un sobrenombre. A ¨¦l siempre le llamaron El Pira?a, y ayer se convirti¨® en el primer imputado por el 11-M que reconoci¨® ante el tribunal que el ex minero Su¨¢rez Trashorras le pidi¨® que transportara una mochila de explosivos desde Oviedo a Madrid. "Me dijo que no me iba a pasar nada, pero yo me negu¨¦". Aquella proposici¨®n fue cursada el 23 de enero de 2004, s¨®lo unos d¨ªas despu¨¦s de que Amokachi llegara a Madrid con su cargamento de... "CD piratas".
Amokachi, El Pira?a, un tal Rulo, Javier El Dinamita... Ayer desfilaron ante el juez los chicos de Trashorras, la clase de tropa, su fiel infanter¨ªa. Hubo un momento en que la abogada de Amokachi, no se sabe muy bien con qu¨¦ intenci¨®n, le pregunt¨® a su defendido cu¨¢ntas discotecas hay en Avil¨¦s. "Una discoteca y un pub", enumer¨® el chaval, "y en cuanto est¨¢s colocado o borracho te enrollas con todo el mundo. All¨ª nos conocemos todos". Lo malo es que unos segundos antes hab¨ªa declarado que hasta el d¨ªa del encargo jam¨¢s hab¨ªa visto a Trashorras, ni conocido su famosa tendencia al trapicheo de coches, hach¨ªs o explosivos. "El caso es que cuando llegu¨¦ a Madrid con la bolsa, sal¨ª de la estaci¨®n y esper¨¦ como me hab¨ªa dicho Trashorras a que me entrara alguien".
Transcurrieron tres cuartos de hora que a Amokachi se le hicieron eternos. Dice que ve¨ªa a polic¨ªas por todos lados y que opt¨® por sentarse sobre la bolsa de deportes, que era azul con rayas blancas y que estaba cerrada con un candado. Al rato vio aparecer un lujoso BMW.
-?Eres t¨² el amigo de Emilio?
-S¨ª.
-?Y tienes algo para m¨ª?
-Esta bolsa.
-?Quieres un caf¨¦?
-No, me vuelvo para Oviedo en el autob¨²s que sale ahora.
Amokachi dice que los atentados del 11-M no le afectaron grandemente, pero que cuando vio la cara de El Chino en todos los telediarios como uno de los suicidas de Legan¨¦s tard¨® mucho tiempo en volver a conciliar el sue?o.
Cuando le toc¨® el turno a El Pira?a, la Sala supo que aqu¨¦l no fue el ¨²nico viaje. "Cuando yo le dije que no, Trashorras me dijo que se lo iba a proponer a El Gitanillo. Le dije que no estaba bien, porque se trataba de un menor, y entonces se enfad¨® conmigo y me apart¨® de su lado".
Ayer, adem¨¢s de los correos, declararon tambi¨¦n dos trabajadores de la Mina Conchita. Sus declaraciones se unieron a la proyecci¨®n de un v¨ªdeo y de un buen n¨²mero de fotograf¨ªas para demostrar que pr¨¢cticamente cualquiera que paseara por los alrededores de la explotaci¨®n minera -un cazador, un senderista, un ganadero- pod¨ªa hacerse con facilidad con una raci¨®n de dinamita y unos cuantos detonadores. Trashorras, en su condici¨®n de ex trabajador de esa mina, sab¨ªa eso. S¨®lo necesitaba rodearse de los peores mineros -gente con problemas de droga, con propensi¨®n a los vicios caros- para recolectar su cosecha de muerte. Seg¨²n la fiscal¨ªa, eso fue lo que hizo. Y, una vez con la dinamita, construy¨® una red de correos para envi¨¢rsela a los ¨¢rabes de Madrid a cambio de hach¨ªs. Durante casi toda la sesi¨®n de ayer, tal vez tratando de no escuchar lo evidente, Trashorras permaneci¨® con los cascos de la traducci¨®n simult¨¢nea puestos, escuchando c¨®mo los traductores de ¨¢rabe le iban contando a los musulmanes encausados la forma y el modo en que El Pira?a lo iba dejando vendido.
A media tarde, terminaron de declarar los imputados. Durante nueve sesiones, y a un ritmo a veces vertiginoso, las v¨ªctimas han visto declarar ante s¨ª a fan¨¢ticos religiosos, a confesos traficantes de droga, al hijo de un notario de Nador que pase¨® sospechosamente por todas las ciudades de Europa donde Al Qaeda fue dejando su sello. Han sabido de las malas artes de falsificadores con cataratas y de la torpeza de la polic¨ªa al no percatarse de que sus chivatos estaban tambi¨¦n al servicio de un brutal proyecto terrorista. Ayer supieron que parte de la dinamita que mat¨® a sus seres queridos fue transportada por unos pelanas en autobuses de l¨ªnea.
LA INFANTER?A DE TRASHORRAS
Los compinches del ex minero relatan el traslado de los explosivos a Madrid
Iv¨¢n Granados, uno de los colaboradores de Emilio Su¨¢rez Trashorras, relat¨® ayer al tribunal c¨®mo el ex minero le pidi¨® que llevara desde Oviedo a Madrid una mochila llena de explosivos para los islamistas.
La dinamita se almacenaba sin control en Mina Conchita
Uno de los mineros de la explotaci¨®n de la que se robaron los explosivos del 11-M asegura que la dinamita estaba desparramada y sin control durante los fines de semana.
La visi¨®n del juicio con los ojos de las v¨ªctimas
Las hijas de dos heridas por las explosiones de los trenes acompa?an a sus madres durante el proceso para tratar de confortarlas ante el dolor por revivir los atentados.
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