Testimonios de inhumanidad
Los testimonios literarios de dos sobrevivientes del Holocausto. Los de Hanna L¨¦vy Hass y el poeta Itsjok Katzenelson. Dos libros sobre el horror, la resistencia y la indiferencia.
El Diario de Bergen-Belsen, de Hanna L¨¦vy Hass (1913-2000), jud¨ªa sefardita nacida en Sarajevo, y el extenso canto del poeta Itsjok Katzenelson (1886-1944), jud¨ªo bielorruso asesinado en Auschwitz, son dos estremecedores testimonios del Holocausto; divulgados en Europa desde hace d¨¦cadas, aparecen ahora en castellano en sendas versiones muy cuidadas.
A la joven Hanna L¨¦vy, maestra en un pueblo de Montenegro, los nazis la deportaron al campo de concentraci¨®n de Bergen-Belsen, al norte de Alemania, en agosto de 1944. All¨ª permanecer¨ªa hasta la llegada de los rusos en abril de 1945. Los meses de confinamiento que tuvo que padecer aquella mujer extraordinaria, lista, l¨²cida y afable fueron espantosos, y m¨¢s horribles todav¨ªa conforme se iba acercando el final de la guerra y los nazis abandonaban a su suerte a los jud¨ªos -miles de hombres, mujeres, ancianos y ni?os- que mor¨ªan de inanici¨®n o acometidos por diversas enfermedades, hacinados en barracones pestilentes tras largas agon¨ªas.
Las breves anotaciones del diario son s¨®lo un p¨¢lido reflejo de lo que debi¨® de ser aquel verdadero infierno en la tierra, un lugar de dementes en el que todos, guardianes demoniacos y confinados endemoniados, colaboran en aumentar el horror mutuo que campa a sus anchas por doquier como realidad ¨²nica y posible. La pobre Hanna parece ser casi la ¨²nica persona que conserva un poco de dignidad en medio de aquella vor¨¢gine de miseria, ego¨ªsmo y brutalidad que la rodea; es capaz de pensar y hasta de escribir -sobre min¨²sculos pedazos de papel pescados aqu¨ª y all¨¢ entre la inmunda suciedad-, en aquel lugar en donde "lo humano se ha reducido a cero". Ella era tambi¨¦n quien lograba dar clase a los ni?os confinados, realizando junto a ellos el milagro de olvidar por unas horas el terror, aunque, al cabo, cualquier esfuerzo al respecto fue in¨²til y tambi¨¦n a los peque?os lo ¨²nico que les cupo fue esperar la muerte colectiva, que s¨®lo respet¨® a los m¨¢s fuertes.
Hanna, voluntariosa e idealis
ta por naturaleza, sobrevivi¨® a Bergen-Belsen. Intent¨® rehacer su vida en Belgrado. No lo consigui¨®, demasiadas heridas continuaban abiertas: el antisemitismo hab¨ªa calado hondo en la poblaci¨®n de la nueva Yugoslavia. Despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial, Hanna mecanografi¨® su diario a fin de que lo leyeran sus conocidos; mas s¨®lo cosech¨® indiferencia; a nadie le importaban sus sufrimientos pasados.
El canto del pueblo jud¨ªo asesinado apareci¨® manuscrito en el campo de concentraci¨®n franc¨¦s de Vitell, dentro de tres botellas selladas y enterradas; Katzenelson lleg¨® all¨ª en 1944 junto al ¨²nico sobreviviente de sus tres hijos, despu¨¦s de huir del gueto de Varsovia en donde hab¨ªa vivido confinado con su mujer y los ni?os desde 1942; los nazis hab¨ªan capturado a su esposa y a dos de sus peque?os en una de sus espeluznantes redadas que terminaban en los crematorios. Durante sus a?os en el gueto, Katzenelson, poeta y escritor conocido desde sus primeras obras de juventud, escrib¨ªa como un poseso poemas que corr¨ªan manuscritos por el gueto, y hasta escenificaba obras de teatro con los ni?os jud¨ªos. Finalmente, ebrio de dolor sin su familia, compuso esta impresionante eleg¨ªa que Herder publica ahora con tanto acierto en tres versiones: ¨ªdisch (o y¨ªdisch), la lengua com¨²n de los jud¨ªos centroeuropeos, judeo espa?ol -admirable traducci¨®n, por cierto, a esta lengua arcaica-, y castellano. Son cuartetos desgarrados sobre la espeluznante tragedia del gueto de Varsovia; Katzenelson, cual un desdichado Job moderno de alma rota por el llanto, no es una v¨ªctima desdichada de Dios sino de asesinos inhumanos sin piedad, a los que ¨¦l ni comprende ni les perdona tanto sufrimiento y tanto crimen.
El poeta ofreci¨® su visi¨®n de aquella cronolog¨ªa del horror que tan bien conocemos despu¨¦s de leer otros tantos testimonios estremecedores en prosa acerca de aquel maremagno de iniquidad que fue el gueto varsoviano: la brutalidad gratuita de los SS, asistidos por la infame polic¨ªa jud¨ªa del gueto irrumpiendo en las casas para sacar a empellones a sus moradores; la espera terrible de los seleccionados para la muerte en la Umschlagplatz (lugar de reuni¨®n de aquellas "reses humanas" para el matadero); la llegada de los trenes de ganado, el asfixiante viaje de los desdichados en los vagones hacia Auschwitz o Treblinka... Y, sobre todo lo dem¨¢s, la agon¨ªa desesperanzada de aquellas personas inocentes e impotentes; la mirada apagada de los ni?os y la desaz¨®n desquiciada de los mayores. Tambi¨¦n la resistencia final de algunos heroicos j¨®venes que se enfrentaron a los alemanes en la famosa calle de Mila, poco antes de que arrasaran el gueto entero. Katzenelson particip¨® en aquella ¨²ltima resistencia, a la que sobrevivi¨® en vano.
En suma, dos lecturas absorbentes en su horror, pero necesarias para cauterizar la herida del desconocimiento de esa cat¨¢strofe humana y moral que fue el Holocausto, y aun otra peor: la de la indiferencia.
Diario de Bergen-Belsen. 1944-1945. Hanna L¨¦vy Hass. Traducci¨®n de Mar¨ªa Cord¨®n y Malika Embarek. Pr¨®logo de Amira Hass. Galaxia Gutenberg/C¨ªrculo de Lectores. Barcelona, 2006. 132 p¨¢ginas. 15 euros.
El canto del pueblo jud¨ªo asesinado. Itsjok Katzenelson. Edici¨®n triling¨¹e. Yiddish -castellano- judeo espa?ol. Traducci¨®n al castellano y transcripci¨®n del yiddish de Eliahu Toser. Traducci¨®n al judeo-espa?ol de Arnau Pons. Herder. Barcelona, 2006. 286 p¨¢ginas. 29,80 euros.
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