La posteridad merecida de Di Benedetto
"Es uno de los pocos escritores que ha sabido elaborar un estilo propio, fundado en la exactitud y en la econom¨ªa". Esto dijo Juan Jos¨¦ Saer de su compatriota argentino Antonio Di Benedetto. Una definici¨®n del manejo art¨ªstico y gran sensibilidad que el narrador hace de la palabra. El volumen que ahora se edita re¨²ne cuentos conocidos e in¨¦ditos y un texto autobiogr¨¢fico. Acertada recuperaci¨®n de una de las figuras menos conocidas de las letras latinoamericanas.
CUENTOS COMPLETOS
Antonio Di Benedetto
Edici¨®n de Jimena N¨¦spolo y Julio Premat
Pr¨®logo de Julio Premat
Adriana Hidalgo
Buenos Aires, 2006
705 p¨¢ginas. 23 euros
Hasta hace pocos a?os, Antonio Di Benedetto (Mendoza, 1922- Buenos Aires, 1986) pasaba como una figura gris a la que, como por distracci¨®n, le hab¨ªa salido una novela admirable, Zama (1956), sublime s¨ªncopa de nouveau roman alentado en el virreinato del R¨ªo de la Plata. Una suma de motivos velaron largamente la enorme dimensi¨®n del conjunto de su obra: la ubicaci¨®n exc¨¦ntrica, primero en Mendoza -en el profundo interior argentino-, alejado sin embargo del entusiasmo regionalista extendido por entonces; despu¨¦s en Europa, en un exilio absurdo y cruel, durante los setenta; finalmente, en una Buenos Aires hostil o indiferente hasta su muerte. Di Benedetto desarroll¨® adem¨¢s un talento especial para entorpecer y casi boicotear la edici¨®n de sus obras -como expone con nitidez Julio Premat en el pr¨®logo a este volumen-, que esperaban la posteridad para poder brindarse cuidada y dignamente. La relectura reciente de sus otras novelas, como El silenciero (1964, reeditada en Espa?a en 1982 como El hacedor de silencio y con su t¨ªtulo original, por Adriana Hidalgo, en 1999) o Los suicidas (1969, 2006), ense?¨® que Di Benedetto era mucho m¨¢s que una inspiraci¨®n accidental: un escritor de una conciencia formal extraordinaria, que busc¨® sacarle a la prosa en castellano aquello que menos parece dispuesta a entregar: la palabra suficiente, reactiva a arroparse de sobreabundancia.
La presente edici¨®n re¨²ne,
adem¨¢s de los seis libros de cuentos publicados en vida del autor -Mundo animal (1953), Cuentos claros (1957), Declinaci¨®n y ?ngel (1958), El cari?o de los tontos (1961), Absurdos (1978) y Cuentos del exilio (1983), algunos de los cuales ya hab¨ªan sido reeditados en volumen separado-, una secci¨®n de relatos que Di Benedetto reescribi¨® y otra de cuentos in¨¦ditos. Adem¨¢s, recupera un texto autobiogr¨¢fico y dos pr¨®logos escritos para recopilaciones que nunca llegaron a publicarse. Di Benedetto recuerda a Rulfo, pero con menos fantasmas; a Horacio Quiroga, sin anegarse en sangre; a Juan Jos¨¦ Saer -quien dijo de ¨¦l: "Es uno de los pocos escritores que ha sabido elaborar un estilo propio, fundado en la exactitud y en la econom¨ªa"-, aunque sin la recurrencia a un mundo de origen que despliegue su perpetua espiral. En Argentina, fuera de Borges, dos escritores significativos corrieron el riesgo de ejercer un estilo deliberado hacia la exactitud: Bioy Casares y Di Benedetto. Y donde Bioy resulta irritante y hasta pueril en la apuesta por clavar el adjetivo, Di Benedetto alcanza la gloria sustantiva. Su estilo, como dejaba entender el t¨ªtulo de una de sus novelas, contiene el silencio como aire respirado por las palabras, el momento callado que es el turno de la inteligencia del lector. Di Benedetto es un artista de la elisi¨®n no s¨®lo porque ahorra palabras, no s¨®lo porque muestra qu¨¦ malos administradores de palabras son la mayor¨ªa de los narradores, sino porque obtiene su fuerza en aquello que, suspendido en la expectativa de lo no dicho, da densidad doble y triple a la frase, y simbolismo consistente al relato.
En este sentido, Di Benedetto es un escritor monstruoso -pues exhibe esa naturalidad que, en el arte, no es sino resultado del m¨¢s depurado artificio-. Como, en paralelo, sus cuentos est¨¢n llenos de bichos: de esos animales que, en Am¨¦rica, eran todav¨ªa, hasta no hace mucho, una parte muy visible del paisaje. En primer lugar, los caballos: hay al menos dos cuentos geniales centrados en ellos: Caballo en el salitral y Aballay. El primero es el registro minucioso, impactante, de la vida postrera de una bestia de tiro que queda aprisionada en las varas de su carro despu¨¦s de que a su amo lo fulmine un rayo. Aballay -35 p¨¢ginas que se leen con sorpresa indeclinable- cuenta la historia de un insospechado gaucho estilita: un hombre que, tras escuchar el serm¨®n de un cura rural en la Argentina del siglo XIX, se prescribe la penitencia propia (pues Aballay "debe una muerte"): no bajarse nunca m¨¢s de su cabalgadura. Aballay es la suma del Sime¨®n de Bu?uel y del Quijote, es el heredero de Mart¨ªn Fierro cruzado con el S¨ªsifo de Camus (la influencia del existencialismo est¨¢ muy bien estudiada por Jimena N¨¦spolo: Ejercicios de pudor, sujeto y escritura en Antonio Di Benedetto, Adriana Hidalgo, 2004). En manos de un escritor menos dotado, la lengua de Aballay habr¨ªa deca¨ªdo en costumbrismo y regodeo local; Di Benedetto hace, con su insuperada sensibilidad para la palabra y el periodo, que ese idioma suene cl¨¢sico y fresco, universal y argentino al mismo tiempo.
Mucho se ha debatido acer
ca de la exigencia mayor o menor del cuento con respecto a la novela. Antes o despu¨¦s de cualquier discusi¨®n sobre el g¨¦nero, estos Cuentos completos de Di Benedetto re¨²nen p¨¢ginas destinadas a fijarse con persistencia en el canon de la mejor literatura en castellano del siglo XX.
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