Proceso de intenciones
El Partido Popular ha magnificado una decisi¨®n muy impopular pero de trascendencia limitada del Gobierno para convertirla en bandera de una movilizaci¨®n que trata de deslegitimar al presidente Zapatero. Rajoy lo adelant¨® al concluir que, tras haber cedido al chantaje de ETA, "ya no sirve" como presidente. En eso consiste b¨¢sicamente la crisis pol¨ªtica suscitada por el PP al llevar a la calle, en t¨¦rminos que han ido de la exageraci¨®n a la abierta manipulaci¨®n, la controversia suscitada por la decisi¨®n de conceder un r¨¦gimen de prisi¨®n atenuada al preso etarra De Juana Chaos. En l¨ªnea con esta declaraci¨®n previa de caducidad de un Gobierno "que ya ha cedido", los manifestantes repitieron insistentemente las peticiones de dimisi¨®n del presidente del Gobierno y premiaron a Mariano Rajoy con aclamaciones como futuro presidente de la naci¨®n.
El hecho de que ese preso sea una de las personas m¨¢s aborrecidas por los ciudadanos ha sido utilizado por el PP para sus fines propios. El discurso de ayer de Rajoy subray¨® claramente alguno de esos fines. Unos, meridianamente claros, como la petici¨®n de que "el Gobierno rectifique" en el caso De Juana; otros m¨¢s confusos y que pueden dar lugar a malentendidos, como esa afirmaci¨®n grandilocuente de que "es hora de que los espa?oles hablen", el ¨¦nfasis con que prometi¨® que "nosotros haremos justicia" o esa descarada apropiaci¨®n de s¨ªmbolos, himnos e incluso de la misma idea de Espa?a. ?Considera el presidente del PP que deben adelantarse las elecciones? En todo caso, el punto de partida de la argumentaci¨®n de Rajoy estuvo te?ida de un indisimulado juicio de intenciones. El presidente del PP dio por hecho compromisos y peajes con ETA que ni los hechos ni los indicios razonables confirman; que el Gobierno pretende embaucar a los ciudadanos "con una paz enga?osa".
La manifestaci¨®n de ayer es, por supuesto, leg¨ªtima. Pero parece desmesurada en relaci¨®n con el hecho que la motiva, que no es otro que modificar la situaci¨®n penitenciaria de De Juana. Es muy probable que esa modificaci¨®n no se habr¨ªa producido sin el chantaje de la huelga de hambre y el peligro veros¨ªmil de fallecimiento; pero tambi¨¦n sin otros condicionantes: si estuviera preso por sus 25 asesinatos y no por la imputaci¨®n (de amenazas) con la que se trat¨® de evitar su excarcelaci¨®n tras cumplir la pena; y si el Gobierno no tuviera mala conciencia por haber cedido a la presi¨®n de buscar un pretexto para evitar esa excarcelaci¨®n. El Gobierno tuvo que elegir entre dos males. De Juana hab¨ªa amenazado con dejarse morir si no era puesto en libertad, y de ello se habr¨ªan derivado efectos que habr¨ªa sido irresponsable no ponderar. Acceder a su exigencia era impensable, pero no lo era buscar alguna medida entre las que la ley permite que pudiera hacerle desistir (por presi¨®n familiar u otros motivos), como la prisi¨®n atenuada.
Pudo ser un error (es imposible comprobarlo porque desconocemos los efectos de la otra mala opci¨®n), pero en ning¨²n caso de tal magnitud que justifique la crisis provocada por el PP. Si Rajoy quiere "una pol¨ªtica antiterrorista seria", como anunci¨® ayer en la plaza de Col¨®n, deber¨ªa hacer realidad su deseo de tender la mano al Gobierno sin que ese apoyo necesario en favor de la firmeza que busca est¨¦ condicionado a que el PP marque la pol¨ªtica antiterrorista.
Rajoy insisti¨® ayer en que, como consecuencia de la movilizaci¨®n, el Gobierno tiene que anular la decisi¨®n de prisi¨®n atenuada de De Juana y volver a la pol¨ªtica antiterrorista de derrota y no negociaci¨®n con ETA. Es una forma demag¨®gica de plantear las cosas. El PSOE rechaz¨® participar en la movilizaci¨®n "por la paz y el di¨¢logo" que quer¨ªa convocar Ibarretxe. No hay final dialogado de ETA sin derrota de la banda, es decir, sin renuncia a contrapartidas pol¨ªticas. Y Batasuna no participar¨¢ en las elecciones sin desvinculaci¨®n verificable de ETA, seg¨²n reiteradas manifestaciones del presidente y la vicepresidenta. No deber¨ªa haber inconveniente en reiterar esos principios en la comparecencia del ministro de Interior prevista para el martes (y mejor si es Zapatero quien asume la defensa de la pol¨ªtica antiterrorista del Gobierno). Se comprende la prudencia ante la ambigua situaci¨®n actual (con ETA diciendo que sigue el alto el fuego), y tambi¨¦n la irritaci¨®n ante la mala fe de las sospechas sembradas por el PP; pero eso no debe impedir dar explicaciones. Sin necesidad de establecer comparaciones con situaciones del pasado, hay argumentos para justificar las medidas sobre De Juana y para defender una pol¨ªtica antiterrorista menos simple que lo que cabe en una pancarta.
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