Rock'n'roll

Ya no es que los norteamericanos Marah sean una de las m¨¢s avasalladoras maquinarias de rock en directo con las que uno pueda toparse. M¨¢s bien se trata de que no entienden ninguna otra forma de abordar un escenario en la que no parezca que les va la vida en ello. Las valoraciones superlativas que avalan sus incendiarios directos pueden provocar la impresi¨®n de que estemos ante una banda sobreestimada, lo cual no deja de tener su l¨®gica si se tiene en cuenta que sus prestaciones en escena acent¨²an casi hasta el infinito cualquier cosa que puedan registrar en sus grabaciones. Poco importa: lo suyo es un combate cuerpo a cuerpo desde el primer minuto, sin tregua y sin tomar prisioneros por el camino, dinamizado por una exultante celebraci¨®n del rock'n'roll que no entiende de medias tintas. Llevan ya dos giras por Espa?a repitiendo pr¨¢cticamente el mismo repertorio, incrementando exponencialmente la legi¨®n de adeptos a su inquebrantable liturgia (no hab¨ªa m¨¢s que comparar la media entrada en la misma sala en su concierto de hace menos de un a?o con el revent¨®n del pasado viernes) y demostrando con creces que los elogios encendidos de Bruce Springsteen o Nick Hornby pronto deber¨ªan dejar de ser meras presentaciones al uso para introducirles al gran p¨²blico. Imponen su f¨¦rrea ley cuando quieren y como quieren.

El tambi¨¦n norteamericano Willy Vlautin les precedi¨® con una versi¨®n algo parca de su Richmond Fontaine, tan s¨®lo sustentada en su quebrada voz, su guitarra ac¨²stica y la precisa pedal steel guitar de su partenaire. Suficiente para dejar constancia de la arenosa e inspirada prosa que vertebra sus notables composiciones -especialmente abundantes las de Thirteen cities, su ¨²ltima entrega-, directamente extra¨ªdas de las entra?as del medio oeste americano.