C¨¦sar Albi?ana Carc¨ªa-Quintana, maestro de juristas

Es dif¨ªcil para qui¨¦n ha compartido tantos y tan buenos momentos universitarios y personales escribir estas l¨ªneas en las que subyacen sentimientos contradictorios. De una parte, la tristeza por su marcha, el vac¨ªo que nos deja, y de otra un profundo agradecimiento por haber poder sido part¨ªcipe de una vida tan espl¨¦ndida y fruct¨ªfera como la suya y de la que nos honramos todos aquellos que estuvimos con m¨¢s o menos intensidad cerca de ¨¦l. Pero la emoci¨®n debe ceder a la necesidad de reconocer p¨²blicamente lo que ha sido C¨¦sar Albi?ana para el mundo del Derecho y en su faceta humana y personal.

Decir que ha sido un maestro de juristas, perteneciente a esa generaci¨®n tan especial e irrepetible que ha honrado y enriquecido la Universidad espa?ola no es descubrir nada. En el ¨¢mbito del Derecho ha sido de los pocos que han desarrollado con admirable hondura y generosidad intelectual la actividad universitaria, funcionarial y de asesoramiento profesional.

Como catedr¨¢tico no se limit¨® a la mera transmisi¨®n de conocimientos sino que destac¨® por sus numerosas y rigurosas aportaciones al Derecho Financiero y Tributario. Sus investigaciones ensancharon el horizonte de una rama del saber jur¨ªdico cuya independencia a¨²n se cuestionaba cuando aparecieron sus primeros escritos. Fue pionero de los estudios especializados sobre la teor¨ªa general del Derecho Tributario espa?ol, destacando su monograf¨ªa sobre las Responsabilidades patrimoniales tributarias (1951). Pero C¨¦sar Albi?ana ha ejercido su magisterio no s¨®lo dentro de las aulas, formando numerosas generaciones de tributaristas, sino tambi¨¦n fuera de ellas en las distintas facetas de la vida.

Su vocaci¨®n de servicio p¨²blico se desarroll¨® primero como inspector diplomado de los Tributos, m¨¢s tarde como inspector de los Servicios, y despu¨¦s en diversos cargos dentro de la Administraci¨®n, entre los que destaca su nombramiento en 1975 como director general de Inspecci¨®n Tributaria. Esta actividad p¨²blica tuvo su colof¨®n en la Direcci¨®n del Instituto de Estudios Fiscales durante once a?os en los que dej¨® impronta de su brillant¨ªsima y eficaz labor por todos reconocida.

Decenas de generaciones de alumnos pueden avalar el privilegio de tener a un maestro entre maestros como profesor. Porque adem¨¢s, curiosamente, las mentes dotadas del privilegio de ser maestro suelen verse acompa?adas de una hondura humana fuera de lo com¨²n.

Es como si el coraz¨®n no quisiera quedar atr¨¢s frente a la excelencia de la cabeza. La sencillez, la afabilidad, el sentido de la justicia, la altura de miras m¨¢s all¨¢ de la vanidad y todas aquellas virtudes que acompa?an a los grandes hombres, no pod¨ªan faltar en el reconocido maestro.

Muchos pensamos que personas de este talante no deber¨ªan dejarnos. De hecho, los maestros no se van nunca pues su huella y su obra permanece en sus disc¨ªpulos, junto al recuerdo imborrable de su vida. As¨ª lo creemos todos los que nos sentimos deudores de una vida ejemplar y admirable como la suya, y que tuvimos el honor de compartir su amistad.

Marta Villar Ezcurra, catedr¨¢tica de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad CEU San Pablo.