El Fandi alegra la tarde
La tarde se torci¨® a las primeras de cambio, cuando el toro que abri¨® plaza se tronch¨® de cuajo el pit¨®n izquierdo por la misma cepa. Sucedi¨® en el burladero del tres, donde las cuadrillas tienen la obsesi¨®n de sujetar al toro de turno al precio que haga falta. En una de esas llamadas absurdas, el toro estrell¨® su cabeza y qued¨® mutilado para el resto de la lidia. En estos casos ya se sabe lo que ocurre. El p¨²blico le pidi¨® a Finito que se deshiciera del toro a la mayor brevedad posible. Pero Finito, ahorrativo tantas otras veces, se empe?¨® en pincharlo y descabellarlo con tanta apat¨ªa que le llegaron dos avisos. El tercero y definitivo estuvo a punto de caer. Un mitin que no quiso evitar el cordob¨¦s. Una bronca m¨¢s que suma en Valencia. Y van...
Ramblas / Finito, Fandi, Gallo
Toros de Las Ramblas, deficientes de presentaci¨®n, bajos de casta y con poca fuerza. Nobles. El 1? se parti¨® el cuerno izquierdo por la cepa al rematar en un burladero. 5? y 6? se dejaron sin mayores problemas. Finito de C¨®rdoba: cinco pinchazos, descabello -primer aviso-, dos descabellos m¨¢s y un pinchazo -segundo aviso- y tres descabellos finales (bronca); entera ca¨ªda (silencio). El Fandi: entera baja y descabello (silencio); pinchazo hondo y descabello (oreja). Eduardo Gallo: metisaca (palmas); pinchazo y estocada muy baja (palmas). Plaza de Valencia, 17 de marzo. 10? de feria. Lleno.
De cuarto salt¨® al ruedo uno de los toros m¨¢s pobres de la corrida, que ya es decir. Finito se estir¨® en los muletazos de tanteo y se sac¨® al toro con torer¨ªa al tercio. A partir de ah¨ª lo que vino despu¨¦s qued¨® convertido en un continuo banco de pruebas. El de Las Ramblas y Finito mantuvieron un di¨¢logo para sordos que acab¨® por mosquear al diestro. Finito se cans¨® y acab¨® desconfiado.
Con El Fandi la tarde se llen¨® de un populismo desenfrenado Tras el cabreo del personal en los toros de Finito, se agradec¨ªa tanta alegr¨ªa. Le cambiaba el careto a la gente. Al segundo, El Fandi lo recibi¨® con una larga cambiada de rodillas y comenz¨® la traca del granadino. De ah¨ª pas¨®, tras un primer tercio poco menos que invisible, al show de las banderillas. Tres pares y un derroche f¨ªsico que puso en pie al generoso respetable. El tercer par, al viol¨ªn, fue especialmente celebrado. Con el toro ya muy gastado, El Fandi no termin¨® de cogerle el sitio y la voluntariosa faena se ensuci¨® de enganchones.
Repiti¨® saludo al quinto, esta vez con dos largas y un variado recibo con el capote en donde se juntaron ver¨®nicas, chicuelinas y el remate de una serpentina. Todo por el mismo precio. Una ganga. En banderillas volvi¨® a la carga, aunque esta vez los tres primeros pares no se ajustaron al gui¨®n. Hubo un cuarto, al viol¨ªn, que dej¨® la plaza encantada. No se lo pens¨® El Fandi para hincar las rodillas en tierra y recibir de muleta al toro en el mismo platillo. El populismo no tuvo soluci¨®n de continuidad. Ya de pie, mezcl¨® series por ambos pitones. Una p¨¦rdida de pasos por sistema al remate de cada muletazo, desali?aba el trabajo. Manejable el toro por el derecho, se resisti¨® m¨¢s por el otro lado. A El Fandi no le import¨®. Sigui¨® a su bola. El final tuvo la carga explosiva de una traca de molinetes de pie y de hinojos. El desplante, despreciando la muleta, dej¨® la faena vista para sentencia.
La primera faena de Eduardo Gallo sum¨® y rest¨® al mismo tiempo. Un diente de sierra toda ella. Irregular. Igual se marcaba un par de pases de blanca limpieza que a continuaci¨®n ensuciaba la serie con otros dos en donde la muleta quedaba reducida a un trapo. Defensivo el toro, tampoco ayud¨® a Gallo a centrarse. Ese toro, por cierto, fue de m¨ªnima presencia. M¨¢s aparente el sexto, el m¨¢s ofensivo de la nada agresiva corrida de Las Ramblas. Fue, adem¨¢s, un toro muy servible. Muy distra¨ªdo en banderillas, se dej¨® hacer cuanto Gallo supo, que no siempre pudo. La impronta de un torero fr¨¢gil le dio a la faena una evidente falta de consistencia.
La corrida de Las Ramblas no tuvo entidad, ni por delante, ni por el medio, ni por detr¨¢s. Los cuatro primeros fueron de una pobreza absoluta. Adem¨¢s, fue corrida baja de casta y raza.
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