La guerra afgana vuelve a poner hoy a prueba el Gobierno de Prodi
El voto en el Senado sobre la misi¨®n militar amenaza con derribar al Ejecutivo italiano
El Gobierno de Romano Prodi ya cay¨® una vez, hace algo m¨¢s de un mes, a causa de Afganist¨¢n. Hoy volver¨¢ a jugar a la ruleta afgana en el Senado: hace falta refinanciar la misi¨®n militar, y a Prodi siguen falt¨¢ndole esca?os. Necesita los votos de la oposici¨®n, que nunca son gratuitos. El centro-derecha podr¨ªa agudizar las contradicciones internas del Gobierno, imponiendo una moci¨®n "belicista" que proporcione m¨¢s armas y unas reglas de combate m¨¢s agresivas a los 900 soldados destacados en Herat.
La izquierda italiana gan¨® las elecciones de 2006 por muy poco y supo desde el principio que tendr¨ªa serias dificultades para gobernar. Prodi era consciente de que iba a resultarle dif¨ªcil gestionar la econom¨ªa, luchar contra el corporativismo y promover el tipo de reformas sociales que, como la regularizaci¨®n de las parejas de hecho, cuentan con el rechazo rotundo de la Iglesia cat¨®lica. Daba por supuesto, sin embargo, que la pol¨ªtica exterior le proporcionar¨ªa ox¨ªgeno: una vez completada la retirada de Irak y con un puesto rotatorio en el Consejo de Seguridad de la ONU, la diplomacia se perfilaba como el ¨¢mbito m¨¢s c¨®modo y creativo. Massimo d'Alema, el hombre fuerte del centro-izquierda, quiso ser ministro de Exteriores porque supuso que era el puesto adecuado para lucirse.
Ni Prodi ni D'Alema sospechaban que la cuesti¨®n afgana iba a envenenarse. Ahora lo saben, y saben tambi¨¦n que todo lo que pod¨ªa ir mal, ha ido mal. La misi¨®n italiana ya no puede ser de pacificaci¨®n ni de reconstrucci¨®n, porque rebrota la guerra. Mientras el flanco centrista del Gobierno pide m¨¢s armas para los soldados, el flanco radical-pacifista exige la retirada. Y las mismas organizaciones de extrema izquierda que llamaban "asesino" a Silvio Berlusconi acosan ahora a Prodi y los suyos.
Por si no bastaran esas tensiones, el secuestro del periodista Daniele Mastrogiacomo acab¨® de complicar la posici¨®n de Prodi. Para conseguir la liberaci¨®n del enviado del diario La Repubblica, el Gobierno italiano negoci¨® con los talibanes, presion¨® al Gobierno afgano para que liberara a cinco talibanes presos con el fin de intercambiarlos por Mastrogiacomo, propuso una conferencia internacional de paz con presencia talib¨¢n y se desentendi¨® del periodista local que acompa?aba al corresponsal italiano. Resultado: empeoramiento de las relaciones con Estados Unidos, dificultades con el Gobierno de Kabul, embrollo diplom¨¢tico general, impopularidad entre las ¨¦lites proocidentales afganas (Mastrogiacomo est¨¢ libre, su acompa?ante afgano sigue secuestrado) y, lo peor, un aumento de la vulnerabilidad de los italianos, militares y civiles, presentes en Afganist¨¢n. Los talibanes han aprendido que secuestrar italianos reporta beneficios. Tal vez sea casualidad, pero las tropas italianas han sufrido dos ataques directos en una semana.
Ca¨ªda definitiva
Las circunstancias apuntan a que Prodi, que se declara "tranquilo", dif¨ªcilmente quedar¨¢ satisfecho tras la votaci¨®n de hoy. Lo m¨¢s probable es que la refinanciaci¨®n sea aprobada, porque el centro-derecha no podr¨ªa justificar un voto contrario a la presencia en Afganist¨¢n y, por tanto, se ve obligado a apoyar al Gobierno. Berlusconi dice que a¨²n no ha decidido en qu¨¦ sentido votar¨¢n los suyos, y Gianfranco Fini amenaza con el no. Pero eso son fintas. Si no se producen acontecimientos fuera de l¨®gica, la oposici¨®n se quedar¨¢ con las ganas de hacer caer definitivamente el Gobierno de Prodi.
La oposici¨®n puede disfrutar, sin embargo, de una golosa compensaci¨®n: la de imponer su propia pol¨ªtica, exigiendo a Prodi m¨¢s armas y una actitud menos defensiva y m¨¢s guerrera del destacamento afgano. Cualquier cambio en las normas de combate aumentar¨ªa, sin duda, el n¨²mero de rebeldes en las filas gubernamentales.
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