Convivir y combatir
El juicio de intenciones permanente como forma de hacer pol¨ªtica no s¨®lo es deshonesto, sino que acaba poniendo en evidencia al que lo practica. Tantas movilizaciones preventivas del PP, tanto asegurar que Batasuna acudir¨ªa a las elecciones porque el Gobierno lo hab¨ªa pactado con ETA, ?qu¨¦ dir¨¢n ahora los voceros de la derecha? Probablemente que ha sido su presi¨®n la que ha movido al Gobierno. Y, sin embargo, el Gobierno no ha hecho m¨¢s que lo que siempre ha dicho que har¨ªa: aplicar la Ley de Partidos. La Fiscal¨ªa ha dado el paso, ahora son los jueces los que tienen que decidir.
En pol¨ªtica, es dif¨ªcil creer en las casualidades, aunque sin duda existen como en todos los ¨®rdenes de la vida. Pero si el Ministerio del Interior hubiera escogido el momento de detener al nuevo comando Donosti no hubiese encontrado otro mejor. De las operaciones efectuadas se deduce que ETA estuvo preparando comandos durante la tregua -por tanto, que siempre estuvo contemplando la posibilidad de utilizar la violencia, como hizo en la T-4-, y que el aparato de ETA ya no est¨¢ en Francia, sino en el Pa¨ªs Vasco. ?Qui¨¦n sabe si incluso sus dirigentes se encuentran en el pa¨ªs? Con estos datos en la mano, incluso los m¨¢s reacios tienen que aceptar que Batasuna no puede presentarse a las elecciones municipales por m¨¢s disfraces que utilice, salvo que rompa cualquier ambig¨¹edad en relaci¨®n con la violencia. Dado que los caminos de ETA y Batasuna se cruzan y se sobreponen, s¨®lo una declaraci¨®n solemne de ETA renunciando a las armas limpiar¨ªa definitivamente a Batasuna. El proceso de ilegalizaci¨®n del ¨²ltimo travestismo de Batasuna est¨¢ en marcha. Ahora s¨®lo cabe esperar que, si ETA respondiera a su modo, todos sean capaces de estar a la altura de las circunstancias.
En la tan celebrada transici¨®n, y en el consenso que la acompa?¨®, las ¨¦lites pol¨ªticas y medi¨¢ticas espa?olas cometieron errores graves de apreciaci¨®n. Desde la oposici¨®n democr¨¢tica, a pesar de las condenas, ETA era en cierto modo vista como uno de los nuestros. Y se dio por supuesto que con el franquismo se acababa tambi¨¦n aquella rabia. Se necesit¨® demasiado tiempo para comprender que ETA pod¨ªa seguir reproduci¨¦ndose en la nueva democracia. El segundo error -imputable a casi todos los partidos, pero especialmente a UCD y al PSOE por ser los m¨¢s poderosos- fue creer que la cuesti¨®n de ETA se resolv¨ªa poniendo la autonom¨ªa en manos de los nacionalistas vascos. Jaime Mayor Oreja y Txiki Benegas han contado y pueden contar mucho m¨¢s de esta historia que marca la suerte de la Transici¨®n y del Pa¨ªs Vasco. Lo que viene despu¨¦s es de todos conocido. Han pasado m¨¢s de treinta a?os para que podemos empezar a pensar en el final.
Llegados hasta aqu¨ª, de poco sirve cargar las culpas sobre el nacionalismo vasco en su totalidad. Es m¨¢s, dif¨ªcilmente se resolver¨¢ el problema sin contar con ellos. El plan Ibarretxe fue su ¨²ltimo intento de marcar las reglas del juego y fracas¨®. El PNV hoy est¨¢ en primera l¨ªnea frente a las pretensiones de Batasuna de vender gato por liebre. Por poco que se crea que el final de ETA tiene que tener unos momentos negociados -algo que a la luz de otros casos parecidos parece inevitable-, tal como ha ido esta historia, el compromiso del PNV es necesario. En una sociedad democr¨¢tica el nacionalismo -tanto el espa?ol como el perif¨¦rico- es una ideolog¨ªa que concurre leg¨ªtimamente al juego pol¨ªtico. Lo ¨²nico que no se puede aceptar es que en nombre de la patria tengan derechos superiores a los que tienen los dem¨¢s. Los errores cometidos al inicio de la Transici¨®n no se resuelven obviando ahora las relaciones de fuerza reales en el Pa¨ªs Vasco. La democracia no es un sistema que discrimine a las ideolog¨ªas, sino que las obliga a someterse a unas reglas determinadas. Y estas son las realmente innegociables. Por eso, el Gobierno recurre, por ejemplo, la inscripci¨®n de Batasuna.
Me pregunta un amigo: ?te imaginas una humanidad sin patrias ni dioses? Me la puedo imaginar, pero no forzosamente ser¨ªa mejor. Al fin y al cabo, son los hombres los que se han inventado las patrias y los dioses. O sea, que se inventar¨ªan otras formas de dominaci¨®n de los esp¨ªritus qui¨¦n sabe si peores. Moraleja: hay que aprender a convivir con ellas sin dejar de combatirlas democr¨¢ticamente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.