La proliferaci¨®n de incidentes con los 'gorrillas' dispara la alarma en Alicante
La polic¨ªa alerta de accidentes simulados y los vecinos denuncian pr¨¢cticas intimidatorias
La proliferaci¨®n de personas marginales que se atribuyen funciones de regulaci¨®n del tr¨¢fico en zonas de aparcamiento de Alicante, hasta hace unos a?os socialmente consentidas, ha derivado en los ¨²ltimos meses en un problema de orden p¨²blico, seg¨²n colectivos vecinales y usuarios. El comportamiento violento y coactivo de los aparcacoches y las constantes peleas entre ellos por el control de estos espacios ha contribuido a aumentar la sensaci¨®n de inseguridad. Para frenar esta actividad, el Ayuntamiento aprob¨® una ordenanza que sanciona con 90 euros a los infractores. Sin embargo, la oposici¨®n cuestiona la medida dado el perfil de los gorrillas: transe¨²ntes, politoxic¨®manos y de escaso poder adquisitivo.
"Si les das menos de un euro, lo desprecian y te echan una mirada amenazante"
El ¨¢mbito de actuaci¨®n de este colectivo, un buen n¨²mero de ellos inmigrantes, se circunscribe a seis grandes ¨¢reas de la ciudad: zona del Hospital General de Alicante, Paseo de Campoamor, las c¨¦ntricas avenidas ?scar Espl¨¢ y Ram¨®n y Cajal; El Postiguet y la avenida de Niza, en la playa de San Juan.
Afit, un argelino sin papeles, es uno de los gorrillas habituales en los aleda?os del Hospital General de Alicante. Desde hace dos a?os, desempe?a su trabajo de sol a sol, a trav¨¦s de turnos pactados con otros compa?eros en esta zona. Esta actividad es su exclusivo y ¨²ltimo recurso al que se agarra para sobrevivir y costear sus adicciones. "Si tuviera otra forma de vivir no estar¨ªa aqu¨ª", apunta. Dice que su comportamiento ante los vecinos y usuarios ocasionales es tranquilo. Sin embargo, vecinos de esta barriada sostienen que muchos de ellos no dudan en exhibir m¨¦todos violentos, a menudo verbales e incluso f¨ªsicos, cuando alguien (usuarios u otros aparcacoches) no respetan sus indicaciones.
En estas seis ¨¢reas p¨²blicas de aparcamiento suelen operar a diario alrededor de un centenar de gorrillas. Aunque hasta hace unos a?os el grueso de este colectivo estaba integrado por indigentes aut¨®ctonos, en los ¨²ltimos meses los inmigrantes, esencialmente de pa¨ªses del Este y norteafricanos, se han hecho con el control de la actividad, seg¨²n constatan trabajadores de la ORA.
Pese a que oficialmente no existe una estad¨ªstica sobre el n¨²mero de denuncias y quejas a prop¨®sito de este asunto, seg¨²n fuentes municipales; empleados de la ORA y asociaciones vecinales corroboran el creciente n¨²mero de incidentes entre los ciudadanos y este colectivo. De hecho, esta situaci¨®n llev¨® a la Polic¨ªa Local de Alicante, a finales de enero, a emitir un comunicado para alertar a la poblaci¨®n de una nueva modalidad de fraude de este colectivo. En la nota, los agentes constatan que algunos de estos gorrillas simulan accidentes o golpes por los veh¨ªculos durante las maniobras de aparcamiento. La polic¨ªa asegura que el fin ¨²ltimo de estos siniestros fingidos es reclamar a las compa?¨ªas aseguradoras las correspondientes indemnizaciones por lesiones. La polic¨ªa recomienda a los ciudadanos que pudieran verse involucrados en estas situaciones que denuncien los hechos y que no cedan a las "pretensiones o presiones" de estos individuos.
Trabajadores de la ORA afirman que s¨®lo con su imagen, en su mayor¨ªa demacrados y de aspecto abandonado, y la severa autoridad con la que reclaman el dinero son armas "suficientes" para intimidar a los ciudadanos. Salvo contadas excepciones, la mayor¨ªa de los usuarios abona entre uno y dos euros ante el miedo de que su veh¨ªculo sea objeto de alg¨²n acto vand¨¢lico. "Si les das por debajo del euro, lo desprecian y te echan una mirada amenazante. Y adem¨¢s te vas intranquila por lo que le pueda pasar a tu coche", comenta una mujer que acaba de abandonar uno de los aparcamientos de la zona del Hospital.
Este impuesto clandestino que cobra este colectivo llega a suponer un desembolso importante para los residentes de estas zonas, abocados pr¨¢cticamente a diario a atender las demandas de los aparcacoches. "Es indignante. Cada vez que muevo el coche, luego tengo que pagarles. Y encima, todo esto bajo la mirada indiferente de los agentes de la Polic¨ªa Local", se?ala una mujer que prefiere mantenerse en el anonimato. Y agrega otra vecina: "Aqu¨ª la Polic¨ªa s¨®lo viene a multar los coches mal aparcados pero hacen la vista gorda a toda esta gente".
Veto y multa
En general, las grandes capitales carecen de normativa espec¨ªfica para intentar regular o, en su defecto, sancionar econ¨®micamente la actividad de los gorrillas. No obstante, la ciudad de Alicante es una excepci¨®n en este campo. La ordenanza de circulaci¨®n de peatones y veh¨ªculos, aprobada en mayo de 2005, incluye una referencia expl¨ªcita a los aparcacoches irregulares en la que veta esta actividad: "Es competencia de la Polic¨ªa Local y del personal autorizado del Ayuntamiento, el control, vigilancia y regulaci¨®n del tr¨¢fico del estacionamiento de veh¨ªculos. Queda prohibido el ejercicio de dicha actividad por otras personas, aunque se efect¨²e de manera voluntaria y gratuita". La norma municipal tambi¨¦n incluye una multa de 90 euros a cualquiera que se atribuya competencias para regular el tr¨¢fico al margen de la Polic¨ªa Local, ¨²nico cuerpo autorizado. Domingo Mart¨ªn, concejal socialista, considera que la prohibici¨®n y sanci¨®n de la actividad de los gorrillas por s¨ª mismas no solucionan el problema y aboga por poner en pr¨¢ctica medidas sociales tendentes a la reinserci¨®n de estas personas.
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