Bush, ante su ¨²ltima oportunidad
La Casa Blanca necesita que funcione la nueva estrategia en Irak para evitar que el Congreso bloquee los fondos para la guerra
La masiva manifestaci¨®n del lunes en Nayaf, en la que decenas de miles de personas quemaron banderas norteamericanas y exigieron la retirada de las tropas invasoras, ha sido, parad¨®jicamente, catalogada por la Casa Blanca como la ¨²ltima prueba de que su nueva estrategia en Irak est¨¢ ofreciendo resultados positivos. "Irak es ahora un lugar en el que la gente puede reunirse libremente y expresar sus opiniones, y veremos muchos m¨¢s progresos en el futuro", ha declarado Gordon Johndroe, portavoz del Consejo Nacional de Seguridad.
"Una gran mayor¨ªa del pueblo iraqu¨ª ha dado muestras de que quiere vivir en paz", dice Bush
Senador John McCain: "Prefiero perder una campa?a electoral a perder una guerra"
?se era el objetivo confesado por los ide¨®logos neocon que dise?aron esta guerra: hacer de Irak un modelo de democracia para todo Oriente Pr¨®ximo. Un objetivo r¨¢pida y brutalmente abortado por una violencia incontenible.
Aunque la mayor¨ªa de aquellos ide¨®logos han abandonado ya la Administraci¨®n, su doctrina sigue estando vigente en la Casa Blanca, con algunas correcciones y rectificaciones que la fuerza de los hechos ha obligado a hacer. A menos de dos a?os del final de la gesti¨®n de George W. Bush, ¨¦ste agota su ¨²ltima oportunidad de reconducir esta guerra por una v¨ªa que no le condene hacia una de las peores presidencias de la historia.
Esa ¨²ltima oportunidad es el refuerzo de 21.500 soldados iniciado este a?o, a cuyo frente est¨¢ el prestigioso general David Petraeus, y que debe estar completado al comienzo del verano. Es lo que en el lenguaje pol¨ªtico de Washington se conoce como the surge, un concepto que resume una estrategia b¨¢sicamente dise?ada para hacer m¨¢s seguros los barrios de Bagdad, manteniendo tropas estadounidenses e iraqu¨ªes permanentemente estacionadas en ¨¢reas en las que anteriormente s¨®lo actuaban de forma quir¨²rgica. Esa estrategia, ese surge, a la que se opone la mayor¨ªa dem¨®crata del Congreso, es, sencillamente, la ¨²ltima y remota posibilidad que tiene EE UU de ganar la guerra de Irak. El propio Bush sali¨® ayer a explicarla y a defenderla.
El presidente dijo en un discurso en Virginia que, tras el ¨¦xito militar de la invasi¨®n, del que ahora se cumplen justo cuatro a?os, EE UU se encontr¨® en Irak con "una minor¨ªa de extremistas violentos que quieren convertir a ese pa¨ªs en una plataforma desde la que lanzar una guerra ideol¨®gica en todo Oriente Pr¨®ximo". Frente a ellos, a?adi¨® Bush, "una gran mayor¨ªa del pueblo iraqu¨ª ha dado muestras suficientes de que quiere vivir en paz".
Una serie de atentados y provocaciones, seg¨²n la versi¨®n de la Administraci¨®n estadounidense, desat¨® despu¨¦s de la invasi¨®n una espiral de violencia que hizo pensar que el objetivo inicial de la guerra no era viable y que no exist¨ªan las condiciones para imponer la democracia en un pa¨ªs condenado a la divisi¨®n y a la guerra civil.
Frente a esa escalada de la violencia, EE UU ten¨ªa dos opciones, seg¨²n manifest¨® ayer Bush: "Irnos de Bagdad y esperar a que los enfrentamientos sectarios acabaran, o enviar refuerzos para reducir esa violencia y crear las condiciones para el juego pol¨ªtico".
Bush admiti¨® que hab¨ªa -hay- en Washington diferentes puntos de vista sobre qu¨¦ hacer, pero ¨¦l consider¨®: "No pod¨ªamos irnos hasta que los mismos iraqu¨ªes no fuesen capaces de asegurar Bagdad". "Si no lo hacemos, una legi¨®n de extremistas sun¨ªes y chi¨ªes ocupar¨¢ el vac¨ªo que dejemos".
Bush es consciente de que, desde la victoria dem¨®crata en las legislativas de noviembre pasado, no puede seguir adelante con su nueva estrategia sin conseguir un acuerdo con el Congreso, a quien ayer volvi¨® a pedir que apruebe la financiaci¨®n que se requiere para el despliegue de las tropas.
Uno de los pocos argumentos con los que cuenta la Casa Blanca para vencer la oposici¨®n del Congreso a esa financiaci¨®n es el de demostrar que su nueva estrategia, the surge, est¨¢, en efecto, funcionando. Pocos datos, aunque algunos, confirman esa impresi¨®n. Un estudio del Centro de Estudios Estrat¨¦gicos Internacionales publicado ayer asegura que el n¨²mero de asesinatos que pueden catalogarse como ejecuciones sectarias se han reducido en un 50% desde el pasado mes de febrero, aunque todav¨ªa superan los 400.
En otro art¨ªculo publicado el pasado fin de semana en The Washington Post, el senador y candidato presidencial republicano John McCain, el mejor aliado de Bush en esta batalla paralela que libra ante la opini¨®n p¨²blica estadounidense, citaba otras razones para el optimismo: "Los sun¨ªes de la provincia de Al Anbar est¨¢n ahora combatiendo a Al Qaeda; m¨¢s de 50 bases conjuntas iraqu¨ªes-norteamericanas han sido establecidas en Bagdad; M¨²qtada al S¨¢der est¨¢ huido y sus seguidores no est¨¢n combatiendo a las tropas norteamericanas". McCain ha decidido jugarse sus posibilidades electorales en la defensa de la nueva estrategia, y el lunes declar¨® a la CNN que prefiere "perder una campa?a a perder una guerra".
Ni McCain ni la Casa Blanca mencionan que, aun dando por ciertos los signos del relativo ¨¦xito de the surge, esto se ha producido al precio de un mayor n¨²mero de atentados suicidas, un aumento del n¨²mero de muertos estadounidenses en Bagdad, probablemente debido al mayor compromiso de las tropas en el patrullaje callejero, y a un incremento tambi¨¦n del tiempo que los soldados pasan en el frente, lo que est¨¢ provocando protestas entre sus familiares.
El Pent¨¢gono anunci¨® el lunes el pr¨®ximo env¨ªo a Irak de cuatro brigadas de la Guardia Nacional que regresaron del frente hace menos de un a?o. Con signos a favor y en contra, el propio secretario de Defensa, Robert Gates, ha advertido, en todo caso, que a¨²n hay que esperar para hacer un diagn¨®stico serio sobre la nueva estrategia en Irak, y el general Petraeus ha reconocido que "los tiempos en Bagdad y en Washington son distintos", y que mientras en la capital de EE UU todo va muy deprisa y se requieren ¨¦xitos pronto, en la capital iraqu¨ª las cosas van muy despacio.
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