Julio, primer transexual que cambia su identidad sin ciruj¨ªa
La Ley de Identidad de G¨¦nero ha permitido el cambio
Julio Cuesta Bernal. Sexo: Var¨®n. Naci¨® en noviembre de 1956, en Valencia. Hasta ayer, oficialmente, era Julia. 50 a?os de vida, m¨¢s de 25 a?os de lucha, una adolescencia de silencio, una juventud entre psic¨®logos y psiquiatras, un coma por una negligencia que frustr¨® los que eran sus sue?os de vida. "Han valido la pena por estar hoy aqu¨ª, es el d¨ªa m¨¢s feliz de mi vida", dijo ayer, cuando recogi¨® del Registro Civil de Valencia su partida de nacimiento, en la que se recoge el sexo que siempre ha sentido. No ha necesitado intervenci¨®n quir¨²rgica para cambiar su identidad, tampoco puede someterse a ella, una negligencia m¨¦dica en una endoscopia le llev¨® a un coma del que sali¨® con una discapacidad del 79%. Le ha amparado la Ley de Identidad de G¨¦nero aprobada hace poco m¨¢s de un mes.
"Ha sido muy duro, muy doloroso. Lo ha sido para m¨ª y para todos y todas las transexuales. Para m¨ª, el inconveniente a?adido ha sido la encefalopat¨ªa que me provoc¨® una operaci¨®n en la que el anestesista me pinch¨® por un conducto equivocado", explica.
"No s¨¦ cuando empec¨¦ a sentirme quien soy, Julio. Creo que desde que tengo uso de raz¨®n. Odiaba las faldas y los pendientes, me los pon¨ªa por presi¨®n social. Evitaba eso, siempre buscaba los pantalones. En la adolescencia, me encerr¨¦, no ten¨ªa amigos ni amigas, no sal¨ªa, no hablaba con nadie, ten¨ªa miedo si me gustaba alguna chica, no quer¨ªa que se diera cuenta. Ten¨ªa miedo de todo", dice.
Su hermana, tres a?os mayor que ¨¦l, fue su primera confidente. "Ella me dijo que siempre estar¨ªa a mi lado, pero que no sab¨ªa c¨®mo ayudarme", recuerda Julio. Era, entonces, una ni?a siempre abatida.
"Yo s¨®lo ve¨ªa que estaba triste, muy triste, y no sab¨ªa nada", Es la voz de la madre de Julio, Pilar Bernal, de 78 a?os: "Un d¨ªa, vi en su cuarto su diario. Y lo le¨ª. S¨¦ que no est¨¢ bien, pero no me arrepiento. Lo le¨ª y descubr¨ª lo que mi hijo estaba pasando. Habl¨¦ con mi marido, que falleci¨® hace m¨¢s de dos a?os, y despu¨¦s con ¨¦l. Le dijimos que estar¨ªamos con ¨¦l siempre, le hemos apoyado en todo. Es mi hijo. Me siento orgullosa de ¨¦l. Y hoy es tambi¨¦n el d¨ªa m¨¢s feliz de mi vida, ahora ya s¨¦ que puedo morirme con la tranquilidad de que mi hijo tiene todos sus papeles en regla y no tiene que avergonzarse de nada. Por fin".
Julio pas¨® por el Tel¨¦fono de la Esperanza, donde le dijeron que era "un desviado", pero le pusieron en contacto con psic¨®logos. En el hospital de la Princesa de Madrid se someti¨® durante cinco a?os a tratamiento psicol¨®gico y endocrino. "Sab¨ªa que me pasaba algo. No era una lesbiana. No. No me sent¨ªa en mi cuerpo. Me desarroll¨¦ y me parec¨ªa un castigo, todo me era ajeno. Intent¨¦ superar todo para operarme", cuenta. No pudo ser. S¨ª se extirp¨®, mucho despu¨¦s, mamas y ovarios.
Es cr¨ªtico, reivindicativo. "Soy un activista", dice. Va en silla de ruedas. Le falla la vista. Tiene el habla afectada. "Pero soy feliz. Tengo a mi familia, tengo a mis amigos, tengo lo que me queda de mi vida, y tengo mi identidad. Me gustar¨ªa ir a votar en mayo con mi nuevo DNI". Atr¨¢s queda la demanda que tiene el Supremo tras no reconocer que Julia es Julio.
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